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Payasos de academia

En la capital tunera dicta cátedra la Escuela Nacional de Payasos, una institución que sueña con formar a estos devotos del buen humor

Autor:

Juan Morales Agüero

Las Tunas.— El habla popular suele atribuirle al término «payaso» un significado peyorativo. «¡No seas payaso!», se le dice a alguien que intenta pasar por gracioso o por bromista, aun cuando nunca lo consiga. Empero, ¡cuánto de oficio y de profesión entraña per se esta milenaria manifestación!

El clown —nombre con el que se conoce internacionalmente a quien lo asume— es diferente. No presiona ni impone pautas para divertir, sino que provoca esa reacción con espontaneidad e inteligencia. Sus ocurrencias alborozan lo mismo al niño que al adulto. Y lo mejor, los hacen sonreír.

Ernesto Parra, director de Teatro Tuyo.

En la capital tunera dicta cátedra la Escuela Nacional de Payasos —no desisto de llamar así a quienes honran ese arte—, una institución que sueña con formar a estos devotos del buen humor. Su promotor es Ernesto Parra, director de Teatro Tuyo, un grupo que ostenta más de 50 premios, entre estos varios Villanueva de la crítica, quien accedió a dialogar con Juventud Rebelde.  

—Parra, ¿en qué circunstancias vio la luz esta iniciativa?

—Se trata de un proyecto atípico, porque no se concibió en la academia ni fue obra del pensamiento especializado, se nutrió de la experiencia, y le insufló aliento la voluntad de compartirla con quienes han abrazado este arte auténtico, tan digno como el que más.

«Desde ese empirismo, el centro le da connotación superior a su currículo, lo cual favorece el crecimiento profesional de los actores. En Cuba la especialidad de clown nunca ha sido del todo académica, salvo los ciclos que auspicia la Escuela Nacional de Circo».

—¿Piensas que la especialidad no era tenida en cuenta?

—Bueno, muchas veces terminaban en «payasos» los estudiantes de acrobacia, malabares o equilibrio que no progresaban. La escuela rusa de circo hace lo contrario, es decir, por la complejidad de la profesión, son sus alumnos más aventajados en esas especialidades quienes se convierten en clown.

«Y están los recién graduados en actuación. Cuando se suman a nuestra compañía desconocen el perfil sicológico del clown y su manera de transmitir emociones y sentimientos. Entonces me esfuerzo por transferirles ese clown que habita en mi cabeza y mi corazón sin base bibliográfica ni estudios previos».    

—¿Así se fue gestando la idea de fundar esta escuela?

—Así terminamos de perfilar la idea de la Escuela Nacional de Payasos y comenzar a formar artistas capaces de concebir hasta sus propios proyectos.

«Pero proponerse fundar un centro así supera su mero diseño. Requiere fundir los años de trabajo artístico y las voluntades puestas en escena. Por eso el plan de estudios lo ideamos nosotros, con la asesoría del Centro Nacional de Enseñanza Artística y del Ministerio de Educación».

—Tenías como precedente el Taller Internacional de Payasos…

—Sí, ese evento lo convocamos y organizamos nosotros cada dos años. Constituye una importante fuente referencial para nuestros propósitos docentes, pues socializa experiencias y habilidades diferentes a las nuestras.

«Intentamos ayudar a quienes manifiesten deseos de dedicarse profesionalmente al clown para dotarlos de una formación de academia. Si tenemos un sistema de enseñanza artística bien organizado, no tenemos por qué permitirnos los intrusismos que, en no pocos casos, demeritan la esencia del oficio».  

—En sentido general, ¿cuál es el objetivo de la escuela?

—Intentamos formar a profesionales de la actuación que honren y enaltezcan el antiquísimo arte del clown. Queremos capacitarlos para que planteen ideas, emocionen y hagan reír a través del humor en lugares tan disímiles como plazas, teatros, comunidades, circos… Y prepararlos hasta para incursionar en el cine, el teatro y la TV.

«Durante años algunos han tomado las “payasadas” como una vía para ganar dinero fácil en cumpleaños y fiestas infantiles. Nosotros les insistimos a los estudiantes en cuán importante es transmitir valores desde el instante en que se disfrazan y se ponen sus narices rojas. Actuar en ese tipo de actividades no es arte menor. Pero hay que hacerlo con la misma ética, seriedad y rigor que cuando se sube a un escenario».

—¿Qué asignaturas comprende el programa docente?

—El clown debe dominar las tres especialidades del circo: equilibrio, acrobacia y malabares. También tocar al menos dos instrumentos, cantar y bailar diversos géneros, montar sus espectáculos, escribir su dramaturgia, dominar la pantomima, la prestidigitación, el manejo de títeres y construir su propia escenografía.

«Incluye, además, Historia del Arte y del Clown, Temas sociales contemporáneos, Expresión Corporal, Actuación, voz y dicción, Ballet, Diseño y Construcción de escenografías… El claustro lo integran actores nuestros y profesores ajenos a la compañía.

«La base material de estudios está garantizada: zapatillas, ropa especializada, bibliografía en diversos soportes, piano para las clases de música, tecnología de video…  Contamos con el apoyo del Centro Nacional de Enseñanza Artística y de personalidades como la actriz Corina Mestre, que conoce las potencialidades artísticas de Teatro Tuyo y nos ha alentado en cuanto a llevar adelante este propósito académico».

—¿Con qué criterios seleccionan a los estudiantes?

—El candidato debe tener entre 18 y 25 años de edad, nivel de duodécimo grado o de técnico de nivel medio, y poseer ciertas condiciones físicas y artísticas que ponemos a prueba durante la primera semana del proceso. Se tienen en cuenta voz, dicción, improvisación, imaginación, afinación, ritmo, coordinación, elasticidad, fuerza…

«A los mejores los concentramos y les ofrecemos detalles de las materias que el curso comprende en sus dos años y medio de duración. Finalmente dejamos la matrícula en diez estudiantes, porque esto no es masivo. El clown se busca en la interioridad de cada artista, no se forma ni se crea en grupos. Y esa labor necesita de tiempo de concentración.

«La escuela no tendrá un primero y segundo años. Cuando los primeros diez estudiantes se gradúen, entrará el segundo grupo. La dimensión internacional aún no está abierta, pero ya hay interesados en varias naciones de Europa y América Latina. Aspiramos también a que más provincias estén representadas, pues en la actualidad solo lo están Las Tunas, Guantánamo y Granma».

—¿La escuela cuenta con un local para sus propósitos?

—El alojamiento y la alimentación los asume la Escuela Profesional de Arte El Cucalambé. Allí tenemos a nuestra disposición sus aulas y locales especializados para desarrollar las clases teóricas y la preparación física. Pero el cuartel general es el centro cultural Teatro Tuyo.

—¿Cuál será el destino final de los egresados de la escuela?

—Aunque nuestra intención no es formar actores para la compañía Teatro Tuyo, lo lógico es que algunos de los más destacados nutran su plantilla. Los de otras provincias seguramente retornarán a sus territorios con la capacitación y los conocimientos suficientes como para organizar allí unidades artísticas especializadas.

 

 

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