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Preferiblemente secreta

Los SEALs, Rangers y Boinas Verdes se expanden por el mundo. Estados Unidos hace su guerra menos visible

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

Resulta difícil hoy señalar un punto del mapamundi que no haya estado o esté en la mira del Pentágono. Ni la naturaleza más hostil ha sido obstáculo para el despliegue de comandos: las selvas latinoamericanas y del centro de África, las tierras desérticas del norte de África y del Medio Oriente, las montañas de Afganistán… Los ojos de la CIA y el Departamento de Defensa llegan a cualquier rincón a través de sus satélites, y desde una oficina bien equipada, a miles de kilómetros de distancia, dan la orden: perseguir, secuestrar, matar…

Se trata de viejos modos de desestabilizar, de hacer la guerra, esa que desde el derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 no tiene fin y apunta a un enemigo que parece indefinido o con muchos rostros. Es un modus operandi de otros tiempos, que se ha enriquecido en formas y posibilidades con el veloz desarrollo tecnológico, y hoy acapara la mayor importancia en la estrategia geopolítica de Estados Unidos.

Las guerras de Iraq y Afganistán resultaron demasiado caras —todavía lo son—, no solo en millones de dólares y miles de muertos para las tropas del Pentágono. El Gobierno estadounidense también ha visto lacerada su credibilidad, tanto entre sus ciudadanos como en el exterior, y actualmente nadie quiere repetir la pesadilla de una contienda bélica, ya sea contra Irán, la República Democrática de Corea del Norte o cualesquiera de esos «rincones oscuros» a los que George W. Bush dijo que llevaría «la libertad», cuando declaró la llamada guerra preventiva contra el terrorismo. Nadie quiere que manden a los suyos a esos países que de un día para otro Washington convirtió en una «amenaza» a la seguridad nacional, a pesar de que quizá nunca habían escuchado hablar de ellos.

Hoy, en lugar de emprender la clásica agresión, prefiere potenciar el espionaje, el trabajo subversivo mediante agencias gubernamentales, las misiones de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE), que en el mejor de los casos consiste en ejercer influencia sobre ejércitos, fuerzas de seguridad y Gobiernos extranjeros mediante programas de entrenamientos centrados en objetivos de seguridad «comunes».

El mayor énfasis en el uso de las FOE también obedece a los efectos de la crisis económica que ha determinado los recortes presupuestarios que sufre el Departamento de Defensa.

El despliegue de estos comandos va en ascenso. En 2011, según The Washington Post, estas fuerzas estaban en 75 países —15 más que el año anterior—, y en 2012, el portavoz del Comando de Operaciones Especiales (USSOCOM), el coronel Tim Nye, consideraba que actuarían en 120 naciones. Pero estos cálculos se quedaron cortos. A inicios de este año se conoció que el despliegue en 2013 se realizó en 134 países.

Este último dato lo puso el mayor Matthew Robert Bockholt, del departamento de Relaciones Públicas del USSOCOM, en un mensaje de correo electrónico a Nick Turse, editor jefe de TomDispatch.com, que investigaba el tema a través de documentos del Gobierno con acceso público, boletines informativos y reportes de prensa.

La preferencia por esta forma de hacer la guerra es sumamente atractiva para la Casa Blanca, pues en medio de la crisis de credibilidad que sufre el Gobierno estadounidense tanto entre su ciudadanía como a nivel global, es más factible reforzar el papel de agencias como el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, un subcomando especializado en el rastreo y asesinato de presuntos terroristas), el que, a diferencia de la CIA, por ejemplo, no tiene que rendir cuentas al Congreso y solo debe hacerlo ante el Consejo de Seguridad Nacional del Presidente.

Así sucedió durante la administración de George W. Bush: el JSOC despachaba directamente con el vicepresidente, Dick Cheney. El periodista Seymour Hersh, de la revista New Yorker y reconocido por sus penetrantes investigaciones, apuntó que con la autoridad de Cheney las FOE «han entrado a los países sin hablar con el embajador o con la CIA, buscan la gente en una lista, las ejecutan y abandonan».

La independencia que implica no tener que pasar por el examen del Congreso cobra particular importancia en un contexto en el que algunas agencias gubernamentales se han debido enfrentar al cuestionamiento de legisladores cuando los resultados de sus misiones no han sido favorables o, sencillamente, saltan al conocimiento de la opinión pública nacional e internacional.

Silenciosos y letales

En 2005, el vicepresidente Cheney se refirió a las FOE como «el tipo de fuerza que queremos formar para el futuro, una fuerza más ligera, más adaptable, más ágil, y más letal en su accionar».

Habían pasado cuatro años desde el derrumbe de las Torres Gemelas, un hecho que catapultó el crecimiento del USSOCOM. En 2001, este mando, cuyo cuartel se encuentra en la Base de la Fuerza Aérea MacDill, en Tampa, Florida, tenía en su plantilla unos 33 000 empleados, y se espera que para este año llegue a los 70 000. Buena parte de ellos son los conocidos SEALs (los teams de aire, tierra y mar de la Marina), Rangers, Aviadores de Operaciones Especiales, Boinas Verdes…

Lo mismo ha ocurrido con su presupuesto: de 2 300 millones de dólares en 2001, ascendió a 6 900 millones en 2013 (10 400 millones si se incluye la financiación suplementaria).

Para el año fiscal 2015, el  Pentágono podría elevar mucho más este financiamiento. El secretario de Defensa, Charles Hagel, solicitó el 5 de marzo pasado al Congreso más de 7 700 millones de dólares para las FOE, un diez por ciento por encima de lo asignado en 2014, así como el incremento de su personal.

Las FOE se encargan de diversas misiones que van desde la supuesta lucha contra el terrorismo, el reconocimiento especial, las operaciones psicológicas, entrenamiento de tropas extranjeras hasta la guerra no convencional.

La Circular de Entrenamiento TC-1801 de las FOE, publicada en noviembre de 2010 bajo el título La Guerra no Convencional, admite que estas fuerzas son las únicas específicamente designadas a ese tipo de conflagración, debido a sus capacidades y potencial para infiltrarse en territorios extranjeros, entrenar a los grupos subversivos y coordinar las acciones de estos.

Varios manuales y documentos militares rectores de este tipo de guerra refieren las diversas acciones de las que se encargan las FOE, entre ellas, la guerra de guerrillas, el sabotaje, la subversión y la inteligencia. La magnitud de su maniobra está en dependencia de los escenarios en donde se mueven. Por ejemplo, cuando no existe un escenario de guerra convencional, se focalizan en objetivos psicológicos y políticos; y si operan en medio de la conflagración, sus misiones son básicamente para dar soporte y apoyo a las operaciones militares convencionales.

USSOCOM 2020, la red global

USSOCOM podría crecer mucho más. Los proyectos de su jefe, el almirante William McRaven, son ambiciosos. El hombre que ideó y dirigió la operación Tridente de Neptuno, para cazar y asesinar a Osama bin Laden, quiere crear una red global de fuerzas de operaciones especiales con aliados y socios en todo el mundo, en fecha tan temprana como 2020.

En esencia se trata de establecer una telaraña operativa con agencias gubernamentales estadounidenses y extranjeras para garantizar que USSOCOM pueda incrementar su presencia en el planeta.

A ello contribuirán una serie de frentes abiertos en distintos continentes: SOCAFRICA (para África); el comando subunificado del Comando Central de EE.UU. en Medio Oriente, SOCCENT; el contingente europeo, SOCEUR; SOCKOR, dedicado exclusivamente a Corea; SOCPAC, que cubre Asia-Pacífico; y SOCSOUTH, que conduce misiones de operaciones especiales en el Caribe y centro y sur de América. El JSOC no se especializa en una región específica, puede estar en cualquier lugar del mundo.

Es una división similar a la que ha hecho el Pentágono en el mundo: EUCOM, el Comando de las Fuerzas Armadas para Europa y Rusia; PACOM para Asia; CENTCOM para Oriente Próximo; SOUTHCOM para América Latina; NORTHCOM, para EE.UU., Canadá y México; y AFRICOM para la mayor parte de África.

En esa ambiciosa red que planifica USSOCOM también entran los propios Estados Unidos. Este 2014 William McRaven quiere establecer el SOCNORTH, pues de acuerdo con la estructura existente de comandos especiales por áreas geográficas, ninguna cubre a la potencia norteamericana. Y como en casa también hay peligros, y el discurso político no se cansa de hablar de amenazas a la seguridad nacional, EE.UU. quedará incluido en un comando que también atenderá a Canadá, México y partes del Caribe.

Según el sitio digital de NORTHCOM, desde diciembre de 2012 ya existe SOCNORTH subordinado a ese comando militar; pero en 2014 alcanzaría su capacidad operativa inicial, lo que contribuirá a mejorar el mando y el control de las fuerzas de operaciones especiales en el área de responsabilidad de NORTHCOM.

Nick Turse, editor jefe de TomDispatch.com, apunta que a pesar del rechazo del Congreso a crear una sede satelital de USSOCOM para los 300 miembros de las fuerzas especiales que trabajan en Washington D.C. al coste de diez millones de dólares por año, el comando ha estacionado equipos de apoyo y contactos en toda la capital «en un intento de empotrarse cada vez con más fuerza» dentro de esa ciudad.

En un panel de discusión sobre el tema celebrado en noviembre de 2013, en la Biblioteca Ronald Reagan, en Simi Valley, California, McRaven aseguró que USSOCOM se ha introducido en 38 agencias dentro de Washington y mencionó que las relaciones con la CIA y el FBI son «fenomenales», de acuerdo con el reporte de American Forces Press Service, recogido en la página web del Departamento de Defensa.

En toda esta red tampoco queda fuera el STRATCOM, que incluye operaciones espaciales (satélites militares), guerra de información, defensa antimisiles, comando, inteligencia, vigilancia y reconocimiento, así como ataques globales y disuasión estratégica y control del arsenal nuclear de EE.UU.

Una de sus sucursales, CYBERCOM, se encarga de crear ciberarmas y de controlar Internet. Es un sector en crecimiento dentro del Complejo Militar Industrial y de Seguridad.

La guerra no ha dejado de ser para Estados Unidos un método para alcanzar sus objetivos geoestratégicos. Solo que ahora la prefieren secreta.

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