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Nikolas Cruz fue entrenado para matar

El asesino de Parkland formaba parte del equipo de tiro de la escuela subvencionado por la Asociación Nacional del Rifle y encabezaba un chat xenófobo y racista en Instagram, además de…

Autor:

Juana Carrasco Martín

Los detalles y pormenores se van conociendo a medida que avanza la investigación sobre la masacre del Día del Amor en el Instituto Secundario Marjory Stoneman Douglas, en la ciudad floridana de Parkland.

Este, era de esperarse: Nikolas Cruz, el autor del ataque que dejó 17 muertos y 14 heridos entre alumnos, empleados y profesores, pertenecía al equipo de tiro de la escuela que había recibido subvenciones de la Asociación Nacional del Rifle (NRA).

A la vez, ese equipo forma parte del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales Junior de la Reserva del Ejército (JROTC) en la escuela. En el momento de su arresto el joven de 19 años usaba un pulóver con capucha con el logo del JROTC.

En su cuenta en Instagram se destacaban las fotos con armas de fuego y cuchillos, de las que se sentía orgulloso, y en su perfil sobresalía una palabra: «aniquilador».  Uno de los mensajes del joven era aun más categórico:  «Voy a ser un profesional del tiroteo en escuela».

Entonces, podríamos decir que Nikolas Cruz fue entrenado oficialmente para su rol de asesino.

Algunos de sus condiscípulos —antes de que fuera expulsado del Stoneman Douglas High School— hicieron patente ahora evidencias de una conducta que bien pudiera catalogarse de peligrosa.

Es más, algunos aseguraron que se había comentado que si alguna vez alguien atacaba o tiroteaba la escuela, ese sería Nikolas Cruz.

El joven de 19 años de edad adquirió el arma utilizada, un AR-15, de manera totalmente legal, pues en la Florida no se le toman las huellas dactilares al comprador, no es necesario un permiso especial o esperar un período para comprar un arma de fuego. Solo debe tener 18 años como mínimo, y Nikolas Cruz los acababa de cumplir. En los registros demográficos no le aparecían ni arrestos por felonías ni advertencias por mala conducta, no había sido convicto por ningún delito, ni tenía estatus de inmigrante ilegal; tampoco había sido declarado con defectos mentales, ni había sido llevado por ninguna institución ante un juez.

Pero en ese otro registro o trazos que fue dejando en las redes sociales, se podía llegar a la punta del ovillo si el FBI hubiera tomado bien en serio la advertencia que hiciera un ciudadano en Mississippi, Ben Benninght, a quien le preocupó un video en YouTube con eso de ser «un tirador de escuela profesional». Una requisitoria en los chats de Cruz le hubiera bastado al más famoso cuerpo de vigilancia y espionaje interno en Estados Unidos para ir en su busca o mantenerlo bajo control de seguridad.

Cruz —cuyos padres adoptivos fueron Roger Cruz, muerto en 2004 y Lynda Cruz, fallecida el pasado noviembre, pero su madre biológica, según dijo el muchacho en una de sus páginas, era judía—, también estaba afiliado a Republic of Florida (ROF), un grupo de supremacía blanca, que confirmó esa membresía, y se describe como «una organización para los derechos civiles de los blancos, que lucha por una política identitaria para los blancos» y busca crear un «estado étnico blanco» en la Florida. La mayoría de sus miembros son jóvenes.

Pero esto no tiene connotación delictiva en Estados Unidos. Es más, al igual que la posesión de armas, lo ampara una Constitución, celosa de estas  «libertades» ciudadanas.  En ROF, Nikolas Cruz hizo también un entrenamiento con armas en los Everglades.

Añada el chat privado, racista, homófobo, antisemita y xenófobo encabezado por el joven en Instagram, el cual estaba integrado por seis personas muy activas en esa red y muy jóvenes, y donde ocurrían conversaciones como las destacadas por CNN.

El chat se llama Murica Great —la primera palabra por el emoticon de la bandera estadounidense, aclaraba el reportaje—, donde una constante de Cruz en sus comentarios era expresar odio a «judíos, negros e inmigrantes».

Hablan de matar mexicanos, mantener a las personas de raza negra encadenadas y cortarles el cuello, y cuando uno de los integrantes del grupo comentó su odio a los homosexuales, Cruz le respondió: «Dispárales en la nuca». Dice CNN que los cientos de mensajes de chateo no eran de ninguna manera bromas.

Por cierto, en el primer mensaje de ese chat, Nikolas presumió de haberle escrito al presidente Donald Trump y haber recibido una respuesta a su carta; sin embargo, la Casa Blanca no hizo comentario alguno sobre el asunto, cuando la CNN indagó al respecto.

Como es su costumbre, la declaración de Trump llegó a través de Twitter y no mencionó en ningún momento la necesidad, cada vez más perentoria, de aprobar una ley de control de las armas en manos de la ciudadanía, las que en 2017 provocaron más de 33 000 muertes.

No pocos tuiteros respondieron al Presidente, porque consideraron que sus comentarios culpaban a las víctimas de la tragedia, y no al asesino y mucho menos a la incontrolable y enfermiza tenencia de armas.

Trump sugirió que la tragedia pudo evitarse «si los vecinos y los compañeros de clase» de Nikolas Cruz hubieran reportado «la errática conducta» a las autoridades. «Ellos sabían que él era un gran problema», escribió Trump. «¡Debieron reportar siempre a las instancias de la autoridad una y otra vez!».

Y qué caso se le hace a quienes «una y otra vez» advierten de la peligrosa connotación de una sociedad sobrearmada, en una nación que se jacta de ser la primera fuerza militar del planeta y, bajo esta administración trumpiana, quiere todavía más…

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