Encontré a Ludwig Van Beethoven hace apenas unas semanas en la ciudad de Holguín, abrazando a los insólitos trasnochadores de las Romerías de Mayo con su Oda a la Alegría. El sordo inmenso que sedujo los oídos del mundo para siempre, deslizaba su himno en cualquier parque, con la resaca de tanto júbilo.
Cierto amigo veterano, a quien mucho estimo, cree firmemente que las insuficiencias del país se resolverían si los jóvenes cumplieran las tareas orientadas y no discutieran tanto. «Se pasan la vida protestando —me dice—, y no se preocupan por cuidar todo lo que hemos hecho».
Ahora mismo estoy viendo a Víctor Hugo, no al novelista francés de Los Miserables y de otras joyas literarias sino a un frágil muchacho santiaguero que en nuestra época universitaria resultó ser el estudiante más integral del grupo e, incluso, de toda la graduación de aquel año feroz del período especial.
Esperaban el mazazo, aunque no con tanta fuerza...
Unos 240 kilómetros separan a las dos Coreas a lo largo del paralelo 38. Esta semana se tensó aún más la situación en toda la península y en esa escasa franja divisoria, tras la incorporación de Corea del Sur a la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (PSI), instaurada por Estados Unidos desde 2003. En respuesta, la República Popular Democrática de Corea (RPDC) puso fin al acuerdo de armisticio que terminó la guerra entre ambas partes de la misma nación (1950-1953). El fantasma de una confrontación bélica planea por la zona, mientras un mecanismo injerencista, instaurado anteriormente por la administración Bush, se ceba con las diferencias.
Estamos tal vez llegando a una crucial percepción: el ahorro de electricidad no consiste solo en apagar bombillos. Por lo que, según el parecer de este columnista, las urgencias que impone actualmente el consumo excesivo necesitan de enfoques que impliquen la discusión pública. Más allá de cualquier advertencia, de cualquier señal o consigna sobre posibles días menos claros, hace falta que la conciencia del ahorro parta del interior de cada ciudadano, como expresión de una cultura y, por tanto, de una conducta responsable.
Desde el mismo nacimiento de este país, los gobiernos norteamericanos han logrado proclamar a todos los vientos, tanto nacional como internacionalmente, la hipócrita consigna de «haz lo que yo digo, no lo que yo hago». Sin importar los temas, las administraciones norteamericanas, tanto demócratas como republicanas, han repetido una y otra vez que Estados Unidos es un ejemplo de libertad, democracia, pluripartidismo, respeto a los derechos humanos y a la defensa de la paz mundial.
Un ladrón sale corriendo de la tienda con una bolsa repleta de dinero. Todavía suena la alarma cuando el caco choca bruscamente con un par de policías, quienes lo inmovilizan. Entonces un dulce rayo de honestidad surca el cielo y se posa sobre el infractor: «¡Oh!, discúlpenme. Sé que he obrado mal, por lo que me arrepiento de todo corazón. Devolveré el dinero y me iré a casa a tomar sopa».
Los japoneses llevan varios meses asistiendo al descalabro de las exportaciones, de la producción y de la demanda interna. El «imperio del sol» también está en aprietos.
Lo inédito de este play off de la Serie Nacional de Béisbol, al margen de todo lo que pueda ocurrir en adelante, resultó el precedente de acudir a la cámara lenta de la televisión para dar marcha atrás a decisiones de los árbitros.