Ha terminado 2024, un año muy retador para Cuba y marcado por grandes contingencias: el bloqueo de manera permanente, dos huracanes, tres sismos y tres desconexiones del Sistema Electroenergético Nacional (SEN). Sin embargo, en medio de estas adversidades, como siempre, emerge con total fuerza la convicción del pueblo cubano por vencer y seguir combatiendo. ¿Dónde radican los resortes, la resiliencia y los atributos de los cubanos para enfrentar situaciones como estas?
Así ha llamado el prestigioso analista Carlos Fazio, en uno de sus recientes artículos publicados en La Jornada, a la política altisonante, posesiva y llena de desprecio que Donald Trump anuncia para América Latina, incluyendo a Groenlandia: «Doctrina Monroe 2.0».
Criatura insular; de corazón poético, sufrido, romántico, ingobernable, el cubano —desde que se adivinó a sí mismo— no ha protagonizado elección más sincera que estar dispuesto a morir si de vivir se trata.
Aquel 5 de enero salté muy temprano de la cama y le halé la colcha a papá para despertarlo y susurrarle felicidades al oído. Encima de la mesita de noche estaba su gorra de policía y sus charreteras. Las volví a ver ya en sus hombros unos minutos más tarde cuando llegó la patrulla que lo recogería para el trabajo. Vestido con su uniforme azul, me dio un beso y salió de casa a su labor cotidiana, prácticamente anónima. Aunque la fecha suponía algún festejo, ese día para él no fue diferente al de la jornada anterior.
Deseo un feliz año nuevo en el que, si Dios quiere, todos los niños, al encender sus aparatos digitales, reciban un baño de Mozart, Pixinguinha y Noel Rosa; aprendan a diferenciar entre impresionistas y expresionistas; vean espectáculos que reconstruyan La Balaiada, la Confederación del Ecuador y la Guerra de las Emboabas; y se vayan a dormir después de decir sus oraciones.
El 2024 no fue un año cualquiera, no fue sencillo ni fácil para casi nadie en Cuba. Sobre la inflación y las carencias recayeron los daños que provocaron dos huracanes y dos sismos; el sistema electroenergético nacional colapsó varias veces y en cada momento se evidenció lo más grande que tiene este pueblo: ese sentimiento de solidaridad, de ayudar al que la está pasando mal, de compartir lo que se tiene aunque sea poco, porque somos cubanos y esa cualidad pesa más que los problemas.
Cuidemos el planeta, Más salud, Palestina libre, Un nuevo año con mucho amor y dinero, Vive intensamente, Quiero a mis amigos en mi país, Vivamos sin guerras, Que mis hijos siempre estén bien, Felicidad para todos los cubanos, Que no falte la risa… y pudiera seguir con la lista infinita de deseos que se han escrito al aire libre, en plena Habana Vieja. Caligrafías diversas, tintas de distintos colores, letras mayúsculas y minúsculas, estrellas y corazones en las oraciones. El artista alemán Martin Steinert instó a hacerlo.
¿Cuándo se van a resolver los problemas de la instalación hidráulica y sanitaria en nuestra residencia estudiantil? ¿Por qué no existe una flexibilidad en el uso del vestuario para acceder a los locales durante el estudio en horas de la noche? ¿Qué se va a hacer para mejorar el transporte desde y hacia la universidad? ¿Por qué no somos más sistemáticos en las actividades recreativas?
Recuerdo aquel día en que «Papito», el sobrino de mi abuela, a la que considera una madre, llamó para avisar que Maritza y Reynier (su mujer y su hijo) vendrían a pasarse unos días a nuestra casa en La Habana.
… No perdono a la vida desatenta no perdono a la muerte, ni a la nada.
Antonio Machado
¿Cómo es posible, Héctor Eduardo Pérez Mata, que hayas llegado tarde a nuestra cita? ¿Acaso te olvidaste ponerlo en tus planes ...