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Meteoritos cubanos del siglo XIX

Salen a la luz nuevas evidencias de la caída de meteoritos en la isla

Autor:

Yasmani Ceballos Izquierdo

Era 2 de octubre de 1844. El suceso ocurrió en un lugar conocido como San Andrés, en uno de los tantos hatos y corrales que con el mismo nombre existieron en Cuba en aquella época. Según parece, los lugareños debieron haber visto una bola de fuego que cruzó el cielo y dejó un fuerte resplandor que fue apagándose al caer. El efecto pudo verse durante algunos segundos y después una gran explosión dispersó unos pocos fragmentos de roca que tocaron tierra.

Lo que para algunos fue una «estrella fugaz» se borraría después en el recuerdo, quizá opacado por el famoso huracán (conocido como Tormenta de San Francisco de Asís) que azotó directamente el occidente de la Isla durante los días siguientes (del 4 al 5 de octubre).

Sin embargo, algún curioso, testigo sin dudas de la caída en tierra, se tropezó con un extraño fragmento de roca, tal vez con la convicción o el desconocimiento de que era lo que en aquel momento se conocía como aerolito. Por su pequeño tamaño, aquel fragmento era de muy fácil traslado, y posiblemente pasó de «bolsillo en bolsillo» hasta que alguien lo trasladó a Estados Unidos, y así fue a parar a Arizona. Por aquellos años, algunos dueños de ingenios y hacendados en Cuba eran norteamericanos que viajaban con frecuencia y tenían relaciones con los científicos e ingenieros cubanos. Probablemente sucedió así. En aquella época estas cosas no eran más que curiosidades.

El enigma de las canas

Olvidado por más de siglo y medio, el fragmento de piedra se conserva en la colección del Centro de Estudios de Meteoritos en Arizona (Estados Unidos) con el número de catálogo 2051 y con una antigua etiqueta escrita a mano que dice «Las Canas, St. Andras, Cuba, 2 de octubre de 1844». Para el catalogador Laurence Garvie, quien participó en el análisis del reciente meteorito de Viñales, y es toda una autoridad en el tema, el meteorito Las Canas es especial y también debiera ser clasificado oficialmente.

Garvie afirma que su institución adquirió esta pieza de la colección Amherst/Shepard en el museo del Amherst College de Massachusetts. La información disponible no explica cómo llegó allí, y el catálogo y el archivo del museo proporcionan solo un número, pero no más datos, por lo que la forma de adquisición, y cómo y cuándo fue sacado de Cuba siguen siendo un misterio.

Lo que queda del meteorito, tal y como se encuentra actualmente, es un pedazo muy pequeño, con una masa de 0,3 gramos y cierta forma piramidal. Parece tener un remanente de color algo oscuro de una corteza de fusión y al interior un núcleo de grano fino y más claro.

Todo lo que queda del meteorito «Las Canas, St.  Andras, Cuba, 2 de octubre de 1844». Foto: Dr. Laurence Garvie

En la literatura del siglo XIX se divulgó poca información sobre las circunstancias de la caída del meteorito Las Canas. Fue reportado en 1859 como un «meteorito explosivo, aerolítico», mientras que algunos autores mencionaron la «caída de una roca en St. Andrews», y otros citaron en una línea: «Pierre à Saint-Andrews, Cuba» (lo cual significa piedra en San Andrés, Cuba).

«Las Canas, St. Andras» o simplemente «St. Andrews», es un término muy ambiguo, pero quizá esta localidad se refiera a Las Cañas en las cercanías de la actual provincia de Artemisa, que en el pasado incluyó un sitio con el nombre de San Andrés.

Además del registro en el catálogo en línea de la Colección de Meteoritos en Arizona, la única mención moderna a este raro meteorito es una correspondencia en una la lista de correo (https: // www. mail-archive.com/meteorite-list@meteoritecentral.com/msg88156.html).

Sin embargo, los resultados de un reciente análisis de isótopos y la composición mineralógica lo validan como un meteorito del tipo acondrita, y dentro del rango de una eucrita. La evidencia apunta a un nuevo, y hasta ahora desconocido, primer informe histórico de recuperación de meteoritos en Cuba, y además sería el menos común entre los hallados en territorio cubano, pues las eucritas son meteoritos procedentes del asteroide Vesta, formados por el enfriamiento de un flujo de magma fundido a más de 1 100 grados.

Otros enigmas en el camino

Tradicionalmente se han listado seis meteoritos para Cuba, todos a partir del año 1938. El aterrizaje de una lluvia de fragmentos el 1ro. de febrero de 2019, en el Valle de Viñales,  en Pinar del Río sumó un séptimo registro, y la investigación que sobre este vendría después arrojó un octavo: un meteorito descubierto en la zona oriental mucho antes de 1871, y cuyos fragmentos se encuentran etiquetados como «Cuba» en varios museos del mundo. Pero ahora la investigación sobre el meteorito Las Canas ha cambiado la cuenta a nueve.

Sin embargo, el nuevo descubrimiento también ha suscitado otro enigma: ¿Cayeron más meteoritos en Cuba en el siglo XIX? Al parecer sí. Aunque Las Canas ocurrió en 1844, la literatura disponible menciona que casi una década antes, el 14 de agosto de 1833, el impacto de un bólido destruyó la tercera parte de la iglesia parroquial de Baracoa, en la zona oriental.

Además, en la obra Naturaleza y civilización de la grandiosa Isla de Cuba, publicada en 1876, su autor, Miguel Rodríguez-Ferrer, proporcionó dos registros antiguos de caídas de meteoritos, desafortunadamente sin fecha ni muestras disponibles: uno lo refirió a un meteorito que cayó en una localidad mencionada como a «dos leguas de Cienfuegos, cerca de la confluencia del arroyo Saladito y río Salado», y el otro puede referirse al bólido de Baracoa, pero según la descripción de Rodríguez-Ferrer parece que se trató de una lluvia de meteoritos que causó grandes destrozos.

 

(*)Instituto de Geofísica y Astronomía, Cuba

 

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