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La santa y clara agua

El villaclareño Silvio Arabí Jiménez (Carretera a Camajuaní Km. 1, Rpto. Minagri, Santa Clara) escribe a nombre de más de 200 familias que esperan una solución a su problema del agua.

A finales de la década de 1980, narra Silvio, comenzó la construcción de su reparto. A tres organismos —Ministerio de la Agricultura (Minagri), Ministerio del Azúcar (Minaz) y Ministerio del Interior (Minint)— pertenecían los hogares edificados. Comenzaban los años 90 cuando concluyeron las labores con la instalación del alcantarillado y la red hidráulica, con dos cisternas y un tanque elevado.

«Al mes de iniciado el abasto de agua comienza la agonía del barrio, debido a la gran cantidad de salideros en la conductora principal, por lo que se suspende este», evoca el lector.

«Según investigaciones realizadas, se conoce que esa tubería de ocho pulgadas de diámetro, que fue comprada por los compañeros del Minaz en La Habana (…) era de uso, por lo que no pudo aguantar la presión», relata.

Desde esa fecha, continúa el villaclareño, los habitantes del sitio han elevado el problema a todas las instancias y niveles correspondientes. La respuesta ha sido que no hay presupuesto para acometer la tarea.

«En estos 20 años se han construido pozos por parte de los vecinos, pero el agua de estos está altamente contaminada, según las pruebas (…) de Salud Pública. En la última rendición de cuentas del delegado se informó que la rehabilitación de redes en Santa Clara está prevista para después de 2016», se duele el remitente.

Silvio reconoce las dificultades económicas que atraviesa el país, pero cree que en tanto tiempo se pudo encontrar alguna alternativa viable para solucionar la crisis de muchos. Y confía en que aún se hallen atajos.

Buscando la herradura

En la calle donde vive Edelis Duarte Díaz (17 No. 1035, Entronque de Herradura, Consolación del Sur, Pinar del Río) andan buscando una herradura de la suerte, que les indique el camino del agua potable y de los servicios comunales.

Al momento de escribirnos, hacía cuatro meses que no les llegaba el líquido imprescindible, mientras que a otras arterias del mismo poblado llega sin dificultades.

En cuanto a la recogida de basura solo pasan colectando la individual de las viviendas, pero la hierba que se acumula, duerme el letargo. También, apunta la pinareña, es delicada la situación con los carros-fosas que deben evacuar los albañales de las viviendas.

«Las fosas están reportadas desde abril. Se ha llamado y hasta hoy (12 de octubre), el carro no ha ido.

Sobre la carencia de agua, evoca que ya una vez el director municipal de Acueducto estuvo en su casa para dar seguimiento a una queja. Después de ese día, todo fue muy bien en la calle 17. Pero la bonanza no tuvo el más mínimo fijador.

Y ante ambos casos, de cara a los nuevos horizontes a que se dirige el país, este redactor añade que tal vez las fórmulas participativas —donde los residentes del sitio decidan, ejecuten y controlen lo que será su propio beneficio, siempre con el apoyo estatal imprescindible—, podrían venir como solución duradera.

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