Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Javier Dueñas

Frente al espejo

Facilitar siempre

El domingo 19 de septiembre publicamos el trabajo La «costra» del arroz perdido (José Alejandro Rodríguez, Acuse de Recibo). Decía en su segundo párrafo: «Relata Vidal que ante el llamado a disminuir las importaciones de arroz, a inicios de 2009 dispuso de 1,60 caballerías (una caballería equivale a 13,43 hectáreas) para su cultivo. Y tras establecer contrato legal con el Complejo Agroindustrial (CAI) Arrocero Fernando Echenique, recibió un paquete tecnológico que le permitiría, según estimados, cosechar 2 500 quintales (un quintal equivale a 100 kg)».

Las expresiones entre paréntesis no son del redactor. Las introdujo este servidor siguiendo las Normas de Redacción de JR, las cuales pautan el uso del Sistema Internacional de Unidades (SI), que Cuba trata de implantar desde 1982. A este pertenece el kilogramo, y no la caballería, el quintal, la libra, la legua… La hectárea es de un uso tan amplio que el Comité Internacional de Pesos y Medidas aceptó su empleo y el de unidades como el minuto, la hora y el día junto a las del SI.

Algunos lectores aclaran que un quintal son cien libras —el dato correctamente expresado es 46,009 4 kg—, pero varias fuentes precisan que son cien kilogramos. Y es que —para mayor agonía— abunda el uso del quintal sin precisar si se trata de quintal métrico. Poniendo a un lado mi sonrojo por la pifia, lo mejor sería emplear siempre los kilogramos. ¿Ayudaremos entre todos a poner a un lado el uso de medidas arcaicas y evitarnos más dolores de cabeza?

Por razones diversas se ha impuesto el uso de caballería y quintal, pero de ahí a que todos entendamos qué significan va un buen trecho. Los artículos también pueden leerse allende los mares. ¿En qué aprietos se ve otro hispanohablante para entender términos con un carácter tan local? ¿Y si ahora a un moscovita se le ocurre utilizar la versta para medir distancias en Rusia?

Entre otras ventajas, el SI ayuda a uniformar una magnitud, permitiendo su comprensión global y salvándonos de extravíos lingüísticos y hasta comerciales. Recordemos que la aldea no es el mundo… Facilitemos siempre la comunicación.

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