Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Distracciones fatales

Salir de casa y regresar sanos y salvos debe ser nuestra aspiración diaria, y para lograrlo es necesario tener los cinco sentidos en la vía, siendo conductores o peatones

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Pocos minutos faltaban para que el timbre de su escuela secundaria sonara, y ella llegaría tarde si no se apuraba. Descemer Bueno cantaba en sus oídos y al ritmo de la canción no bailaba, pero sí apresuraba el paso.

El tren, puntual, sonaba su sirena. Ella no volteó la mirada, sus audífonos no le permitían escuchar y al cruzar la línea del ferrocarril sus pocos años de vida quedaron suspendidos en la nada. Ella no llegó tarde a la escuela, no pudo llegar.

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Él ya había dado varias carreras, desde el paradero de Playa hasta el Capitolio, como es habitual. Llevaba el dinero en su mano izquierda y manejaba el timón con la otra. Sus tres pasajeros iban callados, disfrutando el videoclip más reciente de Chayanne que se proyectaba en la pequeña pantalla del DVD portátil del carro.

También él quiso mirar y ajustar el volumen, incluso retroceder la grabación hasta el principio para ver lo que no había podido. No se percató de la luz roja del semáforo y la moto que echó a andar en la calle perpendicular a la suya fue el blanco de su entretenimiento.

Dos de sus pasajeros contaron lo anterior, pues ni él ni la mujer que iba en el asiento delantero pudieron hacerlo. El joven y su novia, los de la moto, tampoco supieron nunca por qué ese chofer no se fijó en la luz del semáforo.

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Sonó el celular y yo respondí, como siempre hago, explicó él, mientras le colocaban un yeso en cada pierna. «Lo que pasa es que la muchacha que estaba cruzando la calle en ese momento se detuvo casi en el medio porque estaba hablando también por su móvil; yo me di cuenta… pero casi cuando estaba encima de ella. Todo fue muy rápido, no pude frenar a tiempo, y quiero averiguar cómo está, si se puede salvar».

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Se le cayó el cigarro y trató de buscarlo entre los pedales sin soltar el timón, recordó el hijo del chofer que en estos días cumpliría 45 años. «Casi no tuve tiempo yo tampoco de reaccionar a su lado y desviarle el timón, si acaso, para que la viejita no se lastimara», rememoró mientras curaba sus heridas.

La señora ignoró el paso peatonal y sin poder andar muy rápido se lanzó a cruzar la calle llevando a su perro, dijeron dos testigos. «Quedó parada en la línea amarilla, titubeando, sin saber hacia dónde caminar, y su imprudencia le salió cara».

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Nos distraemos en la vía con frecuencia. Nos entretenemos escuchando música con audífonos, hablando por el celular, encendiendo un cigarro, graduando el volumen de la radio, hablando con quien va detrás, comiendo, pensando en la discusión que tuvimos en el trabajo, buscando los espejuelos en la guantera…

Como conductores de cualquier tipo de vehículo o como peatones, nuestros cinco sentidos deben estar en función de lo que hacemos, porque cuando es la vida la que está en juego, la nuestra y la de los demás, no podemos dejar de prestar atención porque perdemos en pocos segundos la posibilidad de reaccionar y evitar un accidente.

Razones de un descuido

Muchos factores pueden incidir en el origen de una distracción. Investigaciones en el campo de la psicología afirman que las personas extrovertidas suelen tener mayores dificultades para mantener la atención y, por tanto, son más propensas a las distracciones.

También los estados afectivos y emocionales inducen a ejecutar maniobras precipitadas o erróneas. La fatiga, la depresión, el estrés, la ansiedad, el sueño... provocan falta de atención y riesgo en nuestro desplazamiento en la vía.

Tener una edad avanzada o dejarnos dominar por el ímpetu de la juventud puede propiciar que nos entretengamos, sin dejar de mencionar todo aquello que queremos hacer al mismo tiempo que manejamos o caminamos.

La mayoría de los conductores se distrae en algún momento, pero pocos se han detenido a pensar en el tiempo de esa distracción y mucho menos en la distancia recorrida sin mantener concentrada su atención en el control y dirección del vehículo, advierte la teniente coronel Teresa Albentosa, jefa del departamento de Educación Vial de la Dirección Nacional de Tránsito.

Las distracciones en la conducción son causas principales que desencadenan accidentes. «Cuando se circula a 60 kilómetros por hora, el vehículo se desplaza 17 metros en tan solo un segundo. Si la velocidad aumenta a 120, el vehículo recorrerá 34 metros en el mismo tiempo. Por tanto, una distracción de tan solo tres segundos cuando se circula a 60 kilómetros por hora nos lleva a recorrer 51 metros sin control, y así sucesivamente; una simple cuenta matemática nos puede hacer ver la magnitud del problema».

La Ley 109 regula todo lo concerniente a la seguridad vial y tiene entre sus principales objetivos el perfeccionamiento del sistema de prevención y educación vial de toda la población y fortalecer la capacitación de los conductores y demás implicados, con el fin de elevar los conocimientos sobre la vialidad y el tránsito, requerimiento indispensable para disminuir la accidentalidad y sus consecuencias.

«En Cuba las distracciones al conducir, transitar a pie o viajar como pasajero, figuran entre las infracciones más frecuentes. Estadísticas de la Dirección Nacional de Tránsito muestran que la influencia de la distracción en la accidentalidad aumentó en los últimos tres años y su tendencia es ascendente.

«A partir del análisis de los datos recogidos entre los años 2009 y 2013, más de 16 000 accidentes fueron ocasionados por conductores distraídos que no prestaban la debida atención al control y dirección de su vehículo, los cuales dejaron un saldo de 742 personas fallecidas y 10 610 lesionadas», detalló Albentosa.

El Código de Seguridad Vial dispone: El que conduzca cualquier vehículo está obligado a mantener concentrada toda la atención en su control y dirección y evitar todo motivo de distracción.

«El artículo 102 de la mencionada legislación le prohíbe al chofer mantener otra posición que no sea la de frente ante el volante; llevar personas encimadas que le impidan la adecuada seguridad o visibilidad en la conducción; conducir con una sola mano sobre el volante (excepto en el momento de hacer las señales establecidas para los giros, dar marcha atrás, reducir velocidad o detenerse).

«Otros incisos del referido artículo vedan acciones tales como mantener menos de cinco metros de distancia por cada 15 kilómetros por hora de velocidad, entre vehículos que circulen uno detrás de otro; entablar conversación con otra persona mientras el vehículo está en marcha, si se trata de un vehículo de transporte público o colectivo de pasajeros; abrir la portezuela de un vehículo, dejarla abierta o bajarse de este sin antes cerciorarse de que ello no constituye un peligro para sus ocupantes y otros usuarios de la vía; conducir con menores de 12 años de edad en el asiento delantero y transportar a menores de dos años de edad sin acompañamiento de personas adultas o sin aditamentos especiales destinados a estos fines».

El uso de teléfonos u otros medios de comunicación mientras el vehículo está en marcha; escuchar música a un volumen que moleste o impida la debida concentración en la conducción, y usar medios informáticos, de comunicación o audiovisuales (como los DVD portátiles) que interfieran la debida atención a la conducción son otras de las acciones penadas por la ley.

«Además de los que se enuncian de forma expresa en el Código, existen diversos factores que pueden provocar las distracciones, que si bien no se especifican en el artículo 102, sí se agrupan en su numeral 12: «conducir distraído o realizar cualquier otro acto o maniobra que pueda impedirle atender la conducción».

Con los cinco sentidos en la vía es el eslogan de la nueva campaña de información y vigilancia que desarrolla durante este mes la Dirección Nacional de Tránsito, de conjunto con la Policía Nacional Revolucionaria y otros organismos, con la inclusión de operativos de control del 8 al 15 de este mes y operativos especiales de control los días 10 y 14 de octubre.

«Sin embargo, no hay que esperar a que nuestras fuerzas actúen, porque salir de la casa y regresar sanos y salvos debe ser nuestro anhelo diario, en la medida en que evitemos el incremento de accidentes provocados por andar distraídos, hechos que en la actualidad ascienden a seis millones cada año en el mundo».

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