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Pio aún se siente, ¡completo!

Un abuelo agramontino, mientras celebraba un siglo de vida, confesó a JR con asombrosa claridad y alegría que serle útil a su familia ha sido su vida

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.- La familia Cervantes Cervantes, que vive en calle 8, número 13, entre 9 y 11 del reparto El Modelo, de esta ciudad, formó un rumbón en el que predominaron la alegría y el calor familiar.

No era para menos, el alegrón obedecía al cumpleaños número 100 del jefe de familia, Arginio Alpolinar Cervantes Cervantes, quien nació el 23 de agosto de 1916, en la finca La Candelaria, del municipio de Florida, en Camagüey.

Arginio Alpolinar, a quien todos nombran Pío, recibió en su vivienda, mientras se le festejaba su centuria, además de las numerosas felicitaciones de sus descendientes, parientes, amigos y vecinos, al periódico de la juventud cubana, para el cual no solo posó ante el lente, sino que dialogó con claridad asombrosa sobre sus secretos, tesoros y amores más apreciados.

Cuenta el muy popular Pío a JR, a quien los años no han podido quitarle ni su carismática sonrisa ni la mirada pícara, que es un hombre que se siente, -tal cual el refrán oriundo de esta extensa llanura-, « ¡Completo Camagüey!»; que con más de 90 años trabajaba sin parar en el patio de su casa y que la felicidad no hay quien se la tumbe. «Hay que vivir la vida con alegría», dijo pausadamente el anciano, mientras sus cuatro hijos, Haydee, Guillermo, Elio y Orestes, junto a su esposa; Estrella Divina Cervantes, de 87 años de edad, lo mimaban como a un bebé.

Pío, con una muy unida parentela integrada además por 8 nietos, 8 bisnietos…, expresó pacientemente, «me abstengo de la habladuría. Ser útil a mi familia es mi vida», comentó.

Entre sus secretos más sagrados destacan, «tomo tres vasos de agua al amanecer; uno por la fe, otro por la esperanza y el último por la caridad, refresco el día con un buen traguito, me lavo la cara con el agua del primer aguacero de mayo y no dejo de comer, aunque no tenga hambre», expresó el centenario anciano.

El padre multiplicado en tantos retoños ante la pregunta de qué cosa era Cuba para él, muy preciso respondió, «la patria sagrada».

Nacido en una familia también legendaria, en la que varios de sus hermanos superaron el siglo de vida, Pío no solo aseguró qué toca las claves y el tres en su grupo familiar, sino que además se esforzó por demostrarlo durante su «cumple» número 100, pues cantó sus tonadas campesinas, bailó con su esposa, sobrinas, nueras, cuñadas…, y hasta sacó buenos acordes a su guitarra y repiques a su tumbadora.

Fundador de los históricos Talleres Lenin, de esta ciudad, Pio alcanzó el Horario de la Conciencia por su consagración, trabajó siempre que se le necesitara por su enorme experiencia y en su casa se desarrollaron los antiguos talleres para la defensa de todo el pueblo, donde se confeccionaron mochilas, hamacas y hasta botiquines de primeros auxilios.

Decidido como pocos –aseguró Estrella, quien lleva a su lado 72 años de feliz unión conyugal- él no lo pensó dos veces y sin miedo entregó su fusil Markabu, de calibre 22, a los jóvenes revolucionarios, allá por el año 58, «porque siempre dijo que había que ayudar a que la revolución triunfara», recordó.

Y mientras este longevo agramontino asaba su puerco en púa, su familia le regalaba un cake bien sabroso, una buena yuca con mojo y un cariño inmenso, difícil de superar en respeto y amor por su longevo abuelo.

El centenario Pío, como se le conoce a Alpolinar, en toda la redonda, festeja junto a su esposa, Divina Cervantes, su cumple número 100.

Pío con 100 años de edad aseveró que la alegría no hay quien se la quite.

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