Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cinco de los grandes periodistas cubanos

En la jornada de la prensa y a las puertas del X Congreso de la UPEC, breves apuntes sobre las huellas de reporteros que hicieron historia

Autor:

Luis Hernández Serrano

Como se acerca el X Congreso de quienes trabajan con la noticia para formar e informar a los cubanos y dar a conocer a Cuba y al mundo lo desconocido, unas líneas cronológicas sobre cinco reporteros que se ganaron la admiración y el cariño de nuestro pueblo en distintas épocas y órganos de prensa.

PABLO DE LA TORRIENTE BRAU

Nació el 12 de diciembre de 1901 en San Juan, Puerto Rico y su abuelo, en un ejemplar de La Edad de Oro, le escribió: «¡Tú serás cubano: que la vida de José Martí te sirva de ejemplo!». Y fue, además de cubano, reportero, cronista, cuentista y corresponsal de guerra. Sus luchas a favor de los campesinos precaristas perseguidos en el oriente del país por latifundistas, autoridades del gobierno y politiqueros corrompidos, marcaron su existencia solidaria y noble y le costaron cárcel y destierro. Entre sus más valiosos testimonios periodísticos figuran los del mal llamado Presidio Modelo en Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) en su obra La Isla de los 500 asesinatos.

Fundó “Frente único”, revista de bolsillo de la Organización Revolucionaria Antimperialista. Mereció el Premio Justo de Lara en 1936 por su artículo Guajiros en Nueva York. Fue secretario personal del célebre historiador Fernando Ortiz. Loló de la Torriente dijo de él que “Es mucho más que un estilista, escribe sin la preocupación del estilo porque más que escritor se siente un conductor de conciencia”. Peleó en la llamada Guerra Civil Española contra la agresión fascista de los alemanes a Madrid. Una bala le atravesó el corazón y le salió por la espalda. Murió siendo Comisario Político el 19 de diciembre de 1936 y le pusieron en su pecho inerte la medalla de Capitán de Milicia. El poeta español Miguel Hernández, su amigo del cuerpo de zapadores en la misma lucha antifascista, le escribió un hermoso poema en una de cuyas estrofas sostiene: «¡Este es de los muertos que crecen y se agrandan / aunque el tiempo devaste su gigante esqueleto!».

NICOLÁS GUILLÉN BATISTA

Una vez confesó: «Nací en una imprenta… y soy periodista,  además de poeta. Lo que más ha influido en mi vida ha sido nuestra Revolución».

El Che, al morir, llevaba en su mochila varios poemas guilleneanos. Famosos son sus tres tomos Prosa de Prisa, su crónica sobre Benny Moré y la entrevista con Waldo Frank.  Guillén nació en Camagüey el 10 de julio de 1902. Se inspiró, adolescente, en el olor a tinta de impresión de los talleres tipográficos del diario La Libertad que dirigía su padre, veterano de la Guerra de Independencia, fallecido cuando él tenía 15 años. Ante eso diría: «Quizá no sepas, padre, / que cuando tú partiste / yo empezaba a ser triste».

Fue tipógrafo en el periódico El Nacional. Fundó la revista Lis, y colaboró con las revistas literarias Orto, Castalia, el rotativo El Camagüeyano, Diario de la Marina, Vanguardia Cubana, El Mundo, Información, Bohemia, la Gaceta del Caribe y El Nacional. Fue jefe de información del semanario humorístico El Loco y después del periódico Hoy, además de articulista de Resumen, del Partido Comunista. Dirigió Mediodía, revista literaria mensual de izquierda. Motivos de son y Sóngoro cosongo agradaron al pueblo. En 1958, exiliado, escribió su poema al Che que terminaba: «Como si San Martín la mano pura/ a Martí familiar tendido hubiera». Viajó a la URSS y recibió allí el Premio Lenin de la Paz. Regresó a Cuba en 1959.

En 1961 fue Presidente de la UNEAC. Sus últimos años de vida los dedicó al Periodismo y a la Poesía. Murió el 16 de julio de 1989.

ALEJO CARPENTIER VALMONT

Dijo que la Revolución cubana le dio sentido a su existencia como hombre, intelectual y escritor, y que antes de Fidel, La Habana era una vasta casa de juego, con campesinos que se morían de hambre.

De Alejo diría Gabriel García Márquez: «Mi libro preferidísimo es El siglo de las luces, en el que me inspiré para escribir Cien años de soledad».

Nació en La Habana el 26 de diciembre de 1924. Su padre, Jorge, fue un arquitecto francés, violonchelista en Europa y alumno de Pablo Casals. Su madre, Lina Valmont, rusa, profesora de idiomas, pianista y ex alumna de Medicina en Suiza. A los 13 años inició el bachillerato. A los 18 publicó artículos, ensayos y críticas musicales en los diarios La Discusión y El Heraldo de Cuba y diferentes revistas. Participó en la Protesta de los Trece, en 1923 y firmó el Manifiesto del Grupo Minorista.

En 1927 fundó la revista Avance. Su primer libro fue Ecue Yamba-O. Escribió argumentos del ballet La rebambaramba y El milagro de Anaquillé. Y en Venezuela concluyó sus más célebres novelas: El reino de este mundo, Los pasos perdidos y El siglo de las luces. Más tarde El derecho de asilo, El recurso del método, Concierto barroco, El acoso, El arpa y la sombra y La consagración de la primavera.
En 1963 a 1968 fue director de la Imprenta Nacional de Cuba. Ejerció como diplomático cubano en otros países. Decenas de naciones han publicado las obras de Alejo en más de una veintena de idiomas.

La Universidad de La Habana le hizo Doctor Honoris Causa en Lengua y Literatura Hispánicas. En París obtuvo el premio por el Mejor Libro Extranjero y el Premio mundial Cino de Duca; en México el Premio Internacional Alfonso Reyes en ciencia y literatura; y en Madrid el premio Miguel de Cervantes, por el que lo felicitó Fidel, personalmente.

«Muchas condecoraciones caben en el pecho de un hombre, pero la más alta y valiosa de todas es la admiración, el cariño y el respeto de su pueblo», comentó. Murió el 24 de abril de 1980 en París.

JUAN MANUEL MÁRQUEZ RODRÍGUEZ

Nació el 3 de julio de 1915 en Marianao. A los 16 años  cayó preso con su padre por protestar contra Machado. Fue así el más joven de los presos políticos de la época.

En 1934 se opuso a la injerencia de Estados Unidos y al derrocamiento del gobierno revolucionario de los Cien Días.  En 1940 ingresó en la Facultad de Derecho. En 1944 presentó en la Cámara Municipal de Marianao el proyecto para impedir que una importante avenida habanera llevara el nombre del dictador Batista y propuso se llamara Ignacio Agramonte. Lo sancionaron a ocho años de cárcel, pero lo liberó el pueblo. En 1947 fue uno de los fundadores del Partido del Pueblo Ortodoxo de Eduardo Chibás. Declaró: «Soy miembro del Ala Izquierda Estudiantil y lucho por la revolución agraria antiimperialista». En 1953 lo volvieron a arrestar cuando se disponía a abandonar el país. Lo torturaron en junio de 1955, ingresó en una clínica habanera y Fidel lo visitó, inicio de la unión revolucionaria de ambos que prosiguió en Estados Unidos, donde acometieron la ardua tarea de trabajar en la creación de clubes de lucha libertadora. Organizaron células, recaudaron fondos y compraron armas.

A principios de ese año Juan Manuel viajó a México. Y el 25 de noviembre de 1956 zarpó en el Granma. Cayó prisionero dos semanas después en Juba del Agua, cerca de la subida a la Sierra Maestra. Lo torturan y asesinaron el 15 de diciembre en San Ramón, actual provincia Granma.

Manuel Navarro Luna expresó en un poema: «Me dicen que enterraron tu cuerpo de oriflama. / — ¡Juan Manuel Márquez!  /Me dijeron que estabas muerto! / — «¿Muerto?», me contestó con su voz de raíces/ tenaces/ «¡No muere nunca el hombre / que lucha por su Patria / para que su Patria se levante!»/.

FÉLIX ELMUZA AGAISSE

De abuelos sirios, padre palestino y madre cubana, nació el 24 de noviembre de 1917 también en Marianao.
 Se graduó en 1934 como tenedor de libros y en 1937 inició sus estudios de bachillerato. En 1946 la naciente Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling le otorgó diploma acreditativo de capacidad y aptitud.

Trabajó en los diarios habaneros La Prensa y La Discusión; en el semanario El Sol, de Marianao; en la emisora El Progreso Cubano (luego llamada Radio Progreso);   creó la revista Amena y fue compañero de lucha clandestina de Juan Manuel Márquez.
Conoció a Fidel en noviembre de 1955 durante su estadía en Miami. Los presentó Juan Manuel. Entre los tres se estableció plena identificación en los métodos para el derrocamiento de la tiranía. A México llegó el 13 de febrero de 1956.

Sobresalió allí en los preparativos de la expedición del Granma como uno de los jefes de las casas campamentos. En un accidente al caer por un barranco, sufrió una fractura incompleta del brazo izquierdo. El Che le curó las llagas en sus piernas luego del desembarco el 2 de diciembre. Tuvo once días con tifus.

Cuando Fidel y otros compañeros son arrestados el 21 de junio, evadió la persecución policial, y por orden de Raúl Castro trasladó a los restantes combatientes hacia Veracruz.

Luego de la sorpresa de Alegría de Pío cayó fusilado por gente del esbirro Julio Laurent en unión de otros cinco compañeros, en el Monte Macagual, en la tarde del 8 de diciembre. En los primeros días de 1959, la Asociación de Reporters de La Habana honró su memoria al denominar con su nombre el campamento que instaló en el edificio y que dio albergue al primer grupo de campesinos que el Poder Revolucionario invitó a conocer la capital de todos los cubanos.

El Frente Revolucionario del Colegio Nacional de Periodistas de Cuba creó ese mismo año las Milicias Periodísticas Félix ElmuZa.
FUENTE: “Grandes del periodismo combatiente”, de Baldomero Álvarez Ríos, quien fuera secretario de Relaciones Exteriores de la Upec y secretario general de la Federación Latinoamericana de Periodistas, Publicigraf, La Habana, 1993.

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