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Médico, poeta y campesino

Yusbiel León Valdivies es un joven cienfueguero que cree con pasión en lo que pueden sacar sus manos de la tierra. Para él «el campo es el hogar más digno y espiritual del ser humano»

Autor:

Laura Brunet Portela

Cienfuegos.— «El cultivo más difícil es el que no se atiende o el que está fuera de su época, sea cual fuere. En la agricultura el machete no se puede tirar después que pasa el majá, porque te come», afirma Yusbiel León Valdivies, un joven de 35 años lleno de sabiduría popular y conocimiento científico para cultivar la tierra.

Este poeta, improvisador, escritor, director de la Casa de la Décima Luis Gómez en Cumanayagua, doctor en Medicina, especialista en Neumología y productor agrícola, tiene una extensa carta de presentación, pero se enorgullece de haber aceptado la herencia familia, reconocida por el tradicional cultivo de plantas ornamentales de su madre, Maribel Valdivies.

«Mis padres dedicaron gran parte de su vida a la agricultura, y mi ascendencia campesina me ha hecho siempre hijo de la tierra dondequiera que he estado», afirmó al recordar sus vivencias como representante de Cuba ante el Centro Regional para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de América Latina, en Perú.

Todavía muchos indagan sobre su buen juicio al colgar la bata blanca y echar manos a la tierra. Pero este hijo de Palmarito, en La Sierrita, una comunidad montañosa del Escambray, piensa muy diferente.

«La tierra es el sostén del hombre, física y biológicamente. Primero, es la fuente de empleo más segura, y sus frutos garantizan la alimentación familiar y local, con responsabilidad colectiva asumida, y sustento económico del hogar», comentó sin titubear.

León Valdivies ha dejado al lado las libertades que disfruta cualquier ciudadano común para dedicarse a su finca Maripa, con 5,40 hectáreas (ha). Allí ha logrado con éxito el cultivo de flores, maíz, maní, canavalia y soya. Mas reconoce que el escenario resulta muy retador para todos.

«Las condiciones actuales son desfavorables para la sostenibilidad de la mayoría, el acceso a recursos. Los precios hacen que los rendimientos sean bajos y esto a su vez provoca que el retorno de las inversiones físicas, no simples, independientes y estratégicas, se refleje en balances negativos», valoró.

Para este joven cienfueguero la respuesta está en la aplicación adecuada de los principios de la agricultura ecológica. «Esta forma de hacer la agricultura es complicada, primero porque hay más trabajadores agrícolas (explotan la tierra) que campesinos (aman, explotan y reponen su tierra) y se necesita que todas estas acciones y procesos sean paralelos. Estos procesos llevan más fuerza de trabajo en sus inicios y más constancia. Requieren de mucho más tiempo, porque el suelo es un ser vivo y no admite catalizadores que no sean de tipo biológico».

Por eso se ha armado de paciencia y constancia para disfrutar y compartir los resultados de su buena mano para la siembra. «Debemos prepararnos para tener nuestras reservas, aprovechar lo más mínimo que esté a la mano en la finca. Hay que fabricar, utilizar e implementar sistemas de producción de abonos orgánicos, aunque con efectos a mediano y largo plazos son mucho más sostenidos y saludables en el tiempo. Si no nos dirigimos a la agricultura ecológica, a la conservación del suelo, a los policultivos, los abonos verdes, estamos perdiendo lo más valioso que son los recursos naturales autóctonos».

—¿Has logrado aliar la ciencia y el campo?

—Sí rotundo, porque hoy nada se hace sin la indicación de la experiencia y la ciencia. Hemos hecho los estudios del suelo, del agua, de las pendientes, de los reservorios naturales, la siembra de abono verde en especial (canavalia ensiformis), policultivos y rotaciones de estos, control biológico de plagas, agricultura de conservación, preparación de silo, heno y mieles proteicas a partir de la cría de tilapias, meliponicultura. Pero todo con un científico y un campesino al lado. Esperar resultados lleva tiempo en la agricultura ecológica, pero estamos seguros de que cada vez se multiplicarán».

«La finca Maripa se ha convertido en una prolífica área de innovación, indagaciones de la familia León Valdivies para producir más con un menor impacto medioambiental. «Practicamos la ganadería regenerativa, un concepto nuevo e importante, con un principio de economía circular.  Desarrollamos abejas meliponas para mejorar la polinización, criamos peces para consumo y producción de pienso. Tenemos aves y cerdos criollos, volviendo a modelos de alimentación que no requiera importación de alimentos».

—El cultivo de la soya es otro al que han sido convocados los campesinos como garantía para el alimento animal, pero también tiene sus especificidades…

—En Maripa, este es uno de sus experimentos más recientes. Estamos sembrando con laboreo mínimo para evaluar resultados. Esperemos que rinda frutos como con la intervención sobre el suelo. Adaptamos a los productores a que el barco venía y con eso se hacía la cría. Pero nadie en el mundo pone el cerdo en el corral si no tiene la comida en el almacén. Está claro que la improvisación y la indisciplina conducen solo a la ineficiencia. Ahora en Cuba el único indicador fiel que tiene la agricultura es el plato en la mesa, los demás son números con más o menos fundamentos».

La aplicación adecuada de los principios de la agricultura ecológica aporta mucho en los resultados de los productos que se obtienen. Fotos: Cortesía del entrevistado

Son esas todas las razones por las que este poeta arrimado al surco habla, trabaja y cree con tanta pasión en lo que pueden sacar sus manos de la tierra. No obstante, considera que todavía hay cultivos que requieren mayor atención en Cuba, espacios para aportar sus criterios y tantas oportunidades como el resto.

«Somos los siembra flores, pero tenemos claro que nuestra misión también es la de hacer parir la tierra y cuidarla, un compromiso con la patria, el medio ambiente y la humanidad, lo demás no es muy significativo. Confiamos en que Cuba puede tener otra oportunidad en la exportación de flores, podemos volver a hacerlo como ocurrió en la década de los 90, cuando nuestra provincia lo logró con flores del Naranjo».

—¿Qué más necesita la agricultura en Cuba hoy?

—En este tiempo, si no se invierte sobre la tierra, no habrá frutos, porque un ser vivo sin comida, muere. Las mipymes tampoco han sido una solución, producen muy poco, y Cuba necesita producción, que se haga con sus propios recursos y adicionales que le impriman la rapidez que requiere el país».

Basta una pregunta para que León Valdivies presente su propia disertación sobre agricultura. Ha hallado en esta práctica acertijos y respuestas que lo mantienen buscando siempre cómo hacer más para su comunidad y el país. Él es de los que cree que los jóvenes cubanos no rechazan el trabajo agrícola, como muchos piensan.

«No creo que lo rechacen, es que no se educan en la importancia del campo, la dignidad de vivir en él y trabajarlo. Creo que estar aquí es una escuela para aprender de la vida, el medio ambiente y la comunidad. El campo es el hogar más digno y espiritual del ser humano».

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