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¿A dónde va la tesis?

Cabe preguntarse si los esfuerzos para concretar un resultado trascienden los archivos del Alma Máter

Autor:

Laura Fuentes Medina

Se ha vuelto común escuchar opiniones que devalúan la importancia del título universitario. «Está sobrevalorado», «Cualquiera lo puede obtener», «Sirve de poco si no garantiza la tranquilidad económica en el hogar».

Sí, la economía es importante, pero la preparación profesional no debe ser menospreciada. Encontrar soluciones creativas nunca ha sido tan acuciante, siempre desde el respeto y el entendimiento mutuo.

Las vueltas que puede dar la vida son, cuando menos, curiosas, y tropezar con un doctor como dependiente de alguna cafetería o una sicóloga trabajando en algún salón de estética como manicurista, ha dejado de ser extraño.

Más allá de si un profesional sacrifica sus sueños en pos de un desenvolvimiento económico mayor, lo contrario también merece respeto. Si el objetivo es el bienestar común, todo esfuerzo es poco.

Como diría el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la sesión inaugural de la pasada Cumbre del Grupo de los 77 y China, el 15 de septiembre de 2023, «disponemos de un sistema de gestión de Gobierno basado en ciencia e innovación, que ha devenido importante fortaleza para la preservación de nuestra soberanía».

Sin embargo, denominó «tarea de gigantes» a la vinculación del conocimiento con la solución de los problemas del desarrollo, por las limitaciones en la vida del cubano a raíz del bloqueo.

Cierto es que, quienes no han recorrido el camino a dicho mérito académico, poco pueden saber sobre los sacrificios que radican en ese «papel», como se suele llamar de manera peyorativa al título, incurriendo en una marcada falta de respeto a su trasfondo.

Afortunadamente, quedan preceptos arraigados que le otorgan notoriedad, y como buena tradición perpetuada en la memoria colectiva, encuentran su explicación en lo que está detrás: horas de insomnio, ansiedad, estrés, ayunas y ataques de nervios a la expectativa de respuestas necesarias.

Preocupación de estudiantes, familiares y amigos, que se remite, no a esos cinco años, sino a la trayectoria escolar vitalicia de generaciones en la familia, pues sería incoherente olvidar que los estudiantes de hoy son resultado de los sacrificados del pasado y serán los padres de los universitarios de mañana.

Cuando se ha vencido el quinquenio dentro de una casa de altos estudios, lo que se espera del universitario para probar su potencial académico es la realización de una tesis de investigación o trabajo de diploma.

A partir de la visualización profunda de una situación problémica que afecta a la sociedad, se indaga desde materias científicas específicas para lograr determinados objetivos, por lo general orientados a la solución de dicho problema.

Cabe preguntarse si esos esfuerzos académicos y las horas de cansancio para concretar un resultado trascienden los archivos del Alma Máter y llegan a un espacio que los haga disponibles para cualquier análisis, con libertad de acceso a nivel nacional.

Actualizar periódicamente los repositorios de tesis cobra gran relevancia, en aras de la eficiencia del trabajo científico, como también urge realizar reajustes más frecuentes en los bancos de problemas de investigación que se ofrecen para elegir los trabajos de diploma.

Hay que ser consecuentes con las necesidades del momento. Cambiar todo lo que deba ser cambiado no es una frase superflua: es una prerrogativa a tener en cuenta, y en este caso no hay espacio para la obsolescencia o para los letargos, pues la eficiencia no admite errores.

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