Entre el ajetreo del día a día, en medio de menús y precios escritos en la tablilla informativa de una pizzería capitalina, una frase sobresalía entre todas: «Los médicos consumen gratis». La línea, escrita con sencillez, detuvo a este reportero y una amiga-colega, que habíamos llegado hasta allí para atenuar nuestro apetito y compartir un rato. ¿Un guiño publicitario o un acto genuino de reconocimiento? Decidimos averiguarlo.
Al preguntar, desde el otro lado del mostrador nos llegó una respuesta firme: «Sí, es cierto». No era una promoción ni una estrategia de marketing, sino un acto de gratitud sincero hacia quienes, en algún momento, tendieron la mano en situaciones críticas a los dueños de este negocio. Uno de ellos contó que la iniciativa nació después de que un equipo médico lo salvara de un trágico accidente; el otro respondió que era paciente oncológico y que los médicos que luchan contra el cáncer merecen más que un simple «gracias».
Ante nuestra pregunta sobre cómo saber si pertenecen o no al ejército de batas blancas, con inmenso placer nos hablaron del mecanismo que utilizan para que nadie les pase gato por liebre. «Solo deben presentar su identificación profesional. Así garantizamos que el beneficio llegue a quien realmente cuida vidas», nos aclaró uno de ellos.
Mientras disfrutábamos de nuestras pizzas reflexionamos sobre el significado de este pequeño gran gesto. En una sociedad donde muchos se quejan de la falta de solidaridad, donde el individualismo parece imponerse, este negocio eligió actuar. No esperan reconocimientos ni aplausos, simplemente decidieron retribuir, en su propia medida, el bien que recibieron.
Con ellos se desmonta el mito de que cuando las personas dejan de trabajar en puestos estatales automáticamente se aíslan de los compromisos con su comunidad, con el país y sus sueños. El caso de este establecimiento, como otros existentes en Cuba, nos alerta contra visiones preconcebidas o estereotipadas, porque demuestra que el compromiso no
tiene sector. Se puede tener un «negocio» muy particular y un sentimiento muy social.
Incluso, se puede trabajar en un ambiente y un espacio que debería ser muy social, por el tipo de propiedad, y actuar ya no solo como un egoísta, sino además como un antisocial. En vez de darse y dar a los demás, coger de los demás para el bien propio, como demuestran casos indignantes de corrupción en el sector o en responsabilidades públicas.
Por ello es tan importante hacer cada vez más eficaz y socialmente sensible el sector público nacional, considerado la base de nuestro modelo de sociedad, a la vez que desarrollar un sector privado comprometido con nuestro proyecto de nación. Se trata de lograr una integración armónica de ambos sectores al modelo socialista cubano de desarrollo. No importa si el negocio es pequeño o grande; lo que cuenta es la voluntad de hacer algo por los semejantes.
Al despedirnos, el cartel seguía ahí poderoso. «Los médicos consumen gratis», una frase que, más que una política comercial, es un tributo a quienes se dedican al más noble y humano de los oficios: salvar vidas y preservar la salud. Por eso, en tiempos en que muchos se preguntan: «¿qué puede hacer una persona por cambiar las cosas?», esta pizzería tiene una respuesta simple, pero profunda: empezar por agradecer. Porque, al final, los gestos más pequeños suelen ser los que dejan, a veces, la huella más grande.