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Los 15 de Fernanda

Los Estudios de Animación del Icaic se las han agenciado para que la fiesta sea en grande en honor a la gustada serie infantil, por ello no solo presentarán cuatro nuevos capítulos y descubrirán el secreto de los ganadores del concurso que convocaron para tan esperado onomástico, sino que además han convidado a La Colmenita

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Fernanda anda de cumpleaños. Llegó a sus 15 años y para no romper la tradición, lo celebrará vestida de largo hoy 21 de abril, a las diez de la mañana, en la Casa de la Música de 31 y 2, en Plaza de la Revolución. Los Estudios de Animación del Icaic se las han agenciado para que la fiesta sea en grande en honor a la gustada serie infantil, por ello no solo presentarán cuatro nuevos capítulos y descubrirán el secreto de los ganadores del concurso que convocaron para tan esperado onomástico, sino que además han convidado a La Colmenita para asegurarse de que no escasee la alegría.

Si la familia de los Estudios anda que no cabe de felicidad, qué decir del creador de Fernanda, el maestro Mario Rivas Monzón, conocido por títulos como Máximo Gómez su última campaña, El bohío, Apuntes para una historia, El árbol de la vida..., pero, sobre todo, por los ya 30 episodios protagonizados por la pequeña con alma de detective, algo dominante, pero siempre justa e imparcial. Y claro, también por Fernanda y el extraño caso del Doctor X y Míster Jai, el primer largometraje producido completamente con tecnología digital.

«Fernanda viene caminando desde finales de los 90. Mi hijo, Daniel Rivas, me sorprendió un buen día con los diseños de unos personajes que había dibujado con una línea negra que contorneaba las figuras», cuenta a JR Mario Rivas, quien llegó al Icaic en 1967 con el sueño a cuestas de convertirse en director, aunque en verdad solo venía con el aval del Banco Nacional. 

«Lo cierto es que quedé maravillado con lo que mi hijo mostró (empezó en el diseño pero luego se hizo director en la Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual). Como creí que valía la pena, empezamos a trabajar hasta lograr los personajes principales. Decidimos que Fernanda sería una “mechá” en la investigación, una detective en miniatura, y que se dedicaría a resolver casos muy infantiles llenos de fantasía», afirma este creador que desde Cubanacán se trasladó, en 1970, al entonces departamento de Animación del Icaic para una de las casas de 23, entre 8 y 10, en el Vedado, cuando todavía estaba lejana la materialización de los estudios, que nacieron en 2003.

«Claro, esa estética sencilla que había empleado Daniel enfrentaba algunos contratiempos a la hora de animar con la técnica tradicional, justo por aquello que lo hacía más atractivo: estaban elaborados a base de líneas. Para esa fecha (hablo ya de 2003), había escrito tres guiones y le había mostrado el proyecto a dos grandes directores: Tulio Raggi y Juan Padrón. Entre los tres habíamos ideado una especie de comisión para discutir nuestras obras, y habíamos acordado que lo que hiciéramos debía ser aprobado por los otros dos. Ambos dieron el visto bueno y comenzaron las andanzas de Fernanda», nos narra quien se graduó de Historia del Arte en el primer curso para trabajadores organizado por la Universidad de La Habana, «porque aquel muchacho que abandonó Santa Clara en cuarto año de Bachillerato para venir a la capital, debía superarse».

Lídice Marrero, productora desde el mismo nacimiento de la serie, recuerda que «la preocupación mayor de Mario era el tamaño de la cabeza de los personajes (muy redonda y más grande que los cuerpos), que podía deformarse si se animaba a mano. Entonces Mandy (el subdirector Armando Alba), decidió conformar un equipo con un grupo de animadores que se defendía en el mundo digital y les entregó ordenadores de oficina para probar qué salía.

«Así arrancó con su primer capítulo, y luego otros dos, los cuales demostraron que, efectivamente, el proyecto era factible. Fernanda le abrió las puertas a muchos otros animados que vinieron después», asegura la egresada de Periodismo que entró como asistente de dirección en Ficción, en el departamento de Audiovisuales del Icaic, hasta que llegó la maternidad. Fue a su regreso, en 1999, que empezó en los Estudios como asistente de producción de Paco Prats: «un mundo desconocido, pero que me hechizó de inmediato.

«Desde ese primer capítulo asumí con una pasión enorme mi responsabilidad como productora. Para mí también fue una experiencia nueva. Al inicio nos demorábamos en la realización de los episodios, porque estábamos aprendiendo. Fernanda fue una escuela. Casi todos los animadores la han tenido en sus manos; los actores, en su mayoría, son los mismos: Irela Bravo, Teresita Rúa, Ana Nora Calaza, Rigoberto Ferrera, Carlos Cabal. Pero también hemos ido incorporando otros. Siempre estamos tratando de revitalizar la serie», insiste Lídice, quien informa que para este aniversario 15 la Egrem ha preparado especialmente un disco que reúne las diez últimas entregas.

En estado de gracia

Mario Rivas admite que se puso a saltar de felicidad cuando comprobó que el digital sería un excelente aliado. «La prueba quedó perfecta con estos diseños muy nobles para ser trabajados: la estructura de los demás personajes es igual a la de Fernanda, solo había que cambiar las expresiones y los detalles que los caracterizan: los moñitos de Fernanda y su vestidito rojo; Cuso con su traje corto y el ombligo afuera, Tocho con la gorra, y Rastrillo con su bemboncito...

«Los primeros capítulos los asumimos mi hijo y yo, porque él dominaba muy bien la computación. Como les digo en broma a muchos: lo mío es delete, doble click, abre Word, escribe y se acabó, lo otro es gritar: “Marta (mi esposa), mira a ver que me trabé aquí” (sonríe).

«Sin embargo, no había susto. Cuando la época de 35 mm, yo no era editor ni fotógrafo; animaba pero no era lo que se dice un animador de verdad. Dirigía porque sabía exactamente lo que deseaba. Es como un director de orquesta, que no es el concertino ni el mejor trombón o trompetista... Ese fue un tiempo de abundante experimentación, lo cual me dio no pocas horas de vuelo, aprendí a hacer todo aquello que ahora con lo digital se resuelve de una manera tan sencilla.

«En el caso de Fernanda, me encargo de la puesta en escena completa de la película, la traigo hecha en papel porque no tengo esa habilidad, y menos con mi edad (cumplió 80 el pasado 19 de enero), se escanea y sale en la pantalla. Entonces les dejo las instrucciones a los animadores: “Aquí Fernanda salta, cae y sale corriendo por la derecha”», explica este artista portador de la Distinción por la Cultura Nacional y la Medalla Alejo Carpentier, que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba.

La preparación de la película por parte del director es lo que recibe Lídice. «A partir de un argumento, Mario escribe un guion y de ahí extrae los diálogos. Él me los entrega junto al story board. Comenzamos con la grabación con los actores para ir armando los clips de sonido por plano (donde aparecen los personajes y las acciones correspondientes).

«Con el story board el productor hace un desglose de guion y conforma una tabla que reciben los animadores y aquellos que intervienen en la realización para que conozcan qué tiempo lleva el plano, qué fondo se utilizará, qué personajes aparecen, etc. Como existe el antecedente de 26 capítulos y un largometraje, entonces Fernanda cuenta con una biblioteca extensa de animación, donde aparecen otros personajes, fondos, los cuales se reutilizan para los nuevos proyectos, de ese modo no solo se agiliza la producción, sino que también se abarata».

Es el mismo Rivas quien se enfrasca en conducir las grabaciones de las voces. «No los convoco a todos, sino que vamos haciendo llamados. Antes de empezar le hago el cuentecito a cada uno. Ellos cogen su lista de diálogos y yo les voy pidiendo la intención, mientras Lídice, con el guion general en su poder, vela porque no se olvide nada. Es ya mucho tiempo, 15 años, y ellos, amén de ser excelentes profesionales, conocen muy bien sus personajes, saben cómo actúan, de qué manera hablan, etc. Después uno selecciona las mejores tomas con el sonidista», nos relata Mario antes de darnos la buena noticia de que ya ha presentado el proyecto de un segundo largometraje cuyo título hasta el momento es El mensaje a Figueroa.

—Mario, ¿siempre pensaste que Fernanda iba a funcionar?

—Nunca se sabe. A Fernanda la hicimos en estado de gracia. Salió bien desde el primer guion, El fraude escolar, y luego vino el de la desaparición de la música en el cumpleaños… El resultado fue una muy agradable sorpresa. Nos quedamos impresionados con la recepción.

«Si comparas las primeras entregas con las de ahora te percatas de que, a diferencia de como casi siempre sucede, aquí no ha habido necesidad de transformar a los personajes, porque quedaron muy bien caracterizados. También se dio en la diana con el casting para las voces. Por suerte yo había trabajado toda la vida con Teresita Rúa, Irela Bravo, Xiomara Palacios, Ana Nora Calaza..., y conocía las posibilidades de cada cual. Me cuesta imaginarme a Fernanda con otra voz que no sea la de Irela; Teresita Rúa es fabulosa en Rastrillo al darle esa gracia tremenda, al igual que Rigoberto Ferrera con el Tocho; a veces lo tengo que mandar a parar, ¡porque él le pone!... Es que se divierte...

«También concebimos la serie y la llenamos de intertextualidades, de manera que aparecen referencias al cine negro o a clásicos del séptimo arte; están asimismo, por ejemplo, los afiches de los personajes favoritos de Fernanda, Sherlock Holmes (como aquel también tiene su violín) y Hércules Poirot... Y todo ello la hace una serie atractiva para los adultos. Porque la chiquilla no es únicamente estudiosa, buena consejera, justiciera, sino además, muy instruida: hasta suelta frases en latín con las que deja “perdidos” a sus amigos. Por los comentarios de la gente te das cuenta de que la disfrutan, y eso es lo más grande que le puede pasar a un creador».

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