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Interioridades y exigencias del remo

Esta disciplina, que ha dado a Cuba decenas de medallas en certámenes regionales, es compleja y muy exigente, tanto para el físico del atleta como para el aspecto psicológico

Autor:

Juventud Rebelde

Corren las cinco de la mañana y ya se siente movimiento en la Pista de Remo y Canotaje José Smith Comas, del municipio habanero de Caimito.

El ajetreo se hace intenso una hora más tarde, y aunque el sol aún no aparece ya se escuchan el trote, las paletadas o el rechinar de las pesas en las diferentes instalaciones de este centro nacional de entrenamientos.

Para quienes no conocen las interioridades del remo pudiera parecer fácil hacer navegar una embarcación en las aguas mansas de un canal. Algo meramente recreativo.

Pero lo cierto es que, detrás de este bello deporte, existen horas, meses, años de intenso sacrificio y  jornadas de extenuante preparación.

Para adentrarnos un poco más en este mundo y observar in situ sus características, un equipo de JR vivió una jornada de entrenamientos junto a la preselección nacional de remos en su cuartel general.

Nuestro equipo llegó a la presa La Coronela —donde también entrena la selección mayor de canotaje— cuando aún el rocío bañaba los alrededores de esa instalación, rodeada por abundante vegetación y resguardada por el grupo de elevaciones conocidas como Loma del Esperón.

En ese momento los cuatro equipos (masculino y femenino, ligeros y peso abierto, respectivamente) ya estaban en medio del calentamiento matinal, y nos dispusimos a presenciarlo y conversar con algunos de los remeros.

«Nos levantamos a las 5:30 a.m. y comenzamos la primera sesión de entrenamientos. Luego corremos, remamos o hacemos pesas, en dependencia de lo que el entrenador mande», comentó Eyder Batista, monarca panamericano y finalista olímpico de Beijing 2008 en el doble par, peso ligero para hombres.

En ese momento estaban planificados 12 kilómetros de remo en la pista acuática (tres vueltas al circuito), con la atención en el fomento de la resistencia y la coordinación de los movimientos cíclicos de la remada.

Pero, ¿cómo asume un remero tal actividad?

«Es un deporte de un entrenamiento monótono, por eso nos concentramos en la técnica, el avance del bote y los miles de detalles que necesita esta disciplina», dijo Yunior Pérez, un granmense también multimedallista regional y finalista en la cita estival china.

«A veces, para hacer más dinámico el tramo en este tipo de entrenamiento de remo sobre resistencia, nos proponemos metas como mantener la distancia sobre una embarcación más grande, “forcejear” con otra igual a la nuestra o aumentar la ventaja respecto a los botes menores, sin violar los rangos de boga (ritmo de paletadas) que el entrenador nos diga», añadió Pérez.

Luego de esta primera sesión de trabajo —para unos en la pista acuática y para otros en el gimnasio—, los equipos hacen un alto para desayunar alrededor de las nueve de la mañana.

Dos horas más tarde se inicia la segunda sesión, que el día de la visita fue de una hora y de forma variable, en dependencia de lo realizado en las primeras horas del alba.

Esta vez estuvimos en el gimnasio, donde una decena de remeros realiza su trabajo de fuerza.

El plan es una faena de fuerza máxima, con pocas repeticiones y con el mayor peso posible, en un circuito de cuatro ejercicios.

Pero a medida que pase el tiempo las jornadas de adiestramientos con pesas tenderán al aumento de las repeticiones y la disminución de la cantidad de kilogramos, al punto de llegar a trabajos de cuatro tandas de 60 movimientos.

Ya después de una pausa larga para almorzar y descansar en sus habitaciones, entrada la tarde se reinician las acciones en la tercera y última sesión del día, la cual completa la planificación con una carrera alrededor de la instalación o, de lo contrario, regreso a la pista acuática para un trabajo que enfatice en el movimiento técnico.

Así culmina un día normal de preparación de este deporte, aunque la variabilidad de los planes hace alternar y modificar el orden del que nuestro equipo fue testigo. Nada fácil, exigente y agotador, ¿no creen?

Opinan los especialistas

«Este es un deporte complejo y muy exigente, tanto para el físico del atleta como para el aspecto psicológico», nos comentó Wilfredo Hernández, jefe del colectivo de entrenadores de la selección nacional.

«Un remero gasta en el entrenamiento entre 8 y 10 mil calorías, y baja alrededor de 5 kilogramos de peso por la pérdida de líquido, pues en la acción de remar intervienen todos los planos musculares del cuerpo y esto obliga a ejercitarlos fuertemente en las preparaciones previas», sentenció.

Por su parte Norge Marrero, comisionado nacional de esta disciplina, explicó algunos elementos interesantes del deporte. «El trabajo físico del remero es uno de los más fuertes, pues fisiológicamente es una actividad violenta dentro del desarrollo anaeróbico del ejercicio. Según varios estudios, en el remo la concentración de lactatos —forma ionizada del ácido láctico, que ocurre generalmente cuando la demanda de energía en tejidos (principalmente musculares) sobrepasa la disponibilidad de oxígeno en sangre— es mayor que en la carrera o el ciclismo, y por ende el agotamiento es mucho mayor».

Para Marrero, ser remero implica una alta cuota de sacrificio. «Los entrenamientos son intensos y, además, se necesita mucho trabajo psicológico por parte de los entrenadores, pues el carácter cíclico del ejercicio implica monotonía, y contra ella combaten a diario nuestros entrenadores, planificando jornadas variables y dinámicas», concluyó el federativo.

La mujer

La captación de remeras no siempre ha sido un trabajo fácil, pues son muchos los tabúes que enfrentan los entrenadores de base en este deporte.

El miedo a una potencial «deformación» del cuerpo de las féminas en esta disciplina, o a los altos volúmenes de ejercicios con pesas, limitan en gran medida el número de muchachas que abrazan este mundo.

«Para mí ha sido muy bueno practicar remo y no me ha afectado en nada», declaró la capitalina Yusmila Amescua, integrante por varios años de la preselección nacional.

«Me ha ayudado mucho en la disciplina y nunca ha puesto en duda mi feminidad», comentó.

Lo cierto es que el remo teje por sí mismo una realidad de la cual se enorgullecen los integrantes de esta familia: quien lo practica una vez, no quiere dejarlo.

Por supuesto que cada deporte tiene mucho de esta magia y un universo de sacrificios entre telones, pero un guiño a una disciplina que ha dado decenas de medallas en certámenes regionales, y que a diario se enfrenta a carencias materiales —el 40 por ciento del resultado competitivo depende de las embarcaciones— nunca es demasiado.

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