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Las gradas abuchean a Trump

Amantes del béisbol, políticos, intelectuales y medios de prensa internacionales, han rechazado la decisión del presidente norteamericano de detener la puesta en marcha del acuerdo entre MLB y Cuba

Autor:

Norland Rosendo

Hace menos de 15 días que la Administración de Trump decidió detener la implementación del acuerdo entre MLB y Cuba y todavía en las gradas del colosal estadio de béisbol que parte en dos el estrecho de la Florida se escucha el abucheo por un batazo que solo vieron picar en zona buena John Bolton, Marco Rubio y unos pocos más que, tratándose de Cuba, solo juegan en el campo de la política.

Pocas veces una decisión tomada por la Casa Blanca para apretarle la garganta a nuestro país había generado un consenso tan claro… en contra.

No solo seguidores del béisbol, políticos opuestos al bloqueo e intelectuales que buscan un acercamiento entre ambos pueblos, han rechazado la congelación del pacto, sino que varios medios de prensa muy influyentes y otros con una virulenta agenda anticubana han tenido que decir de alguna manera que Trump no golpeó bien la pelota del Acuerdo.  

Desde que The Washington Post filtró que el pacto de MLB con FCB se iba a bolina, quedó confirmado otra vez lo que todo el mundo sabe: Trump y su predecesor Barack Obama no leen lo mismo donde están las mismas letras, aunque ambos quieran, respecto a Cuba, la vuelta al capitalismo, y esa es otra verdad que, pese a las diferencias de enfoques, nadie puede soslayar porque pecaría de ingenuo. Y en política, las ingenuidades cuestan, y caro.

Obama dio luz verde a las negociaciones con la Federación Cubana de Béisbol (FCB), entendiendo que esta era una Organización No Gubernamental. El equipo jurídico de Barack concordó en que la FCB estaba registrada legalmente como tal y podía funcionar igual que otras organizaciones de su tipo en el mundo.

Pero los asesores de Trump tuercen las letras cuando se trata de Cuba, omiten algunas y añaden otras para que el señor del imperio lea al revés, le traducen con tachaduras, y él, que de español sabe lo mismo que de béisbol, termina creyéndoles.

Entre Bolton y Marco Rubio le dijeron a Trump tantas veces Digo donde Obama leyó Diego, que el viejo empresario apolítico mandó a su Departamento del Tesoro que le dijera a su Oficina del Control de los Activos Extranjeros (más conocida como OFAC, por sus siglas en inglés), que trasladara a la Oficina del Comisionado de la MLB que se olvidara del Acuerdo de diciembre pasado con Cuba porque la contraparte, la FCB, sí estaba subordinada al Gobierno.

Argumentaron que ese pacto podía engordar el presupuesto del «régimen» comunista y, según un tuit de Bolton cuando ya era inminente la decisión de la Casa Blanca, hasta podrían ir a parar a la Venezuela chavista. 

Quedó al descubierto, por si alguien tenía dudas, que su juego no era en el campo deportivo. Si no, hubieran dicho, por ejemplo, que querían un mecanismo para auditar los destinos del dinero que le correspondería a la FCB por cada fichaje. O mejor, que Cuba debía gastarlo comprando artículos y tecnologías para el desarrollo del béisbol en el mercado estadounidense.

Esta última idea hubiera sido, como el acuerdo mismo, mutuamente beneficiosa, y un éxito rotundo —pensando en su lógica electorera— para unos políticos que les crecen descomunalmente los ojos cuando más ceros ven en los cheques.

Trump desaprovechó un buen turno al bate para ser coherente con lo que él mismo pregona: migración ordenada, segura, legal. Les ha reabierto el negocio a los  traficantes que operan en la cuenca del Caribe, quienes les quitan a los jugadores un porcentaje mucho mayor que el que los clubes le pagarían a la FCB como tasa de liberación por la formación de los atletas.

La decisión de Trump impactó en el rostro de la MLB, una corporación muy poderosa e influyente dentro de Estados Unidos, que buscaba además de controlar un mercado pródigo en talentos jóvenes, mejorar su imagen, dañada por investigaciones sobre el vínculo de algunas franquicias con el contrabando de peloteros cubanos.

Cuando supieron que la Casa Blanca iba a congelar la implementación del convenio, reiteraron públicamente que su objetivo fundamental ha sido siempre «poner fin al peligroso tráfico de jugadores de béisbol cubanos que desean jugar béisbol profesional en Estados Unidos». 

El acuerdo entre MLB y la FCB no está totalmente muerto. Más bien duerme, anestesiado por una sobredosis de odio político e impotencia. Porque el béisbol, quieran o no Trump, Bolton, Rubio y demás secuaces, une a ambos pueblos.

El último batazo de Trump ha sido abucheado por millones. Acá y allá.

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