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Vida en medio del fuego

Prevenir incendios, estar preparados y contar con medios técnicos modernos para extinguirlos son alternativas para evitar sus efectos

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Cuando en 1696, a solo siete años de fundada la villa de Santa Clara, se creó un local llamado El Cuartelito, en el lugar que hoy ocupa el teatro La Caridad, se colocaba la primera piedra en el largo camino del desarrollo de los servicios de prevención y extinción de incendios en nuestro país.

En recordación de este hecho histórico se asume el 13 de noviembre como la fecha que marca el nacimiento oficial del Cuerpo de Bomberos de Cuba, día en que se homenajea a todo aquel que contribuye, desde la prevención o la acción, a salvar vidas en medio del fuego.

En esta ocasión, y a partir de ese día, se desarrolla a lo largo de todo el país una jornada de celebración del aniversario 314 de la fundación de esta institución, en la que están implicados los centros de trabajo y la población en general.

Sin embargo, se suman más motivos a la celebración. Como parte del proceso de perfeccionamiento en el que se ve inmerso el Cuerpo de Bomberos se renuevan las estructuras organizativas y de funcionamiento del mismo, se inicia un gradual ascenso en la asignación de medios técnicos modernos y se implementan medidas más rigurosas para preservar los bienes de la sociedad, elementos que permitirán un mejor resultado en la lucha contra incendios.

Inversiones en tecnología

El 7 de febrero de 1897 el francés Gabriel Veyré filmó lo que hoy conocemos como la primera película del cine cubano. Bajo el título Simulacro de incendio, y con una duración de menos de un minuto, se trata de una grabación de un día de entrenamiento de un equipo de bomberos de aquella época.

Una sencilla carreta tirada por cuatro caballos era el medio de transporte para que llegaran «rápidamente» los salvadores y sus cántaras de agua para extinguir el fuego. Esos eran los medios para ejecutar tan noble labor.

Ciento 13 años después, no solo el séptimo arte nacional se enorgullece de su evolución, sino también el Cuerpo de Bomberos de Cuba, que en la actualidad, además de su sistemático trabajo preventivo, hoy dispone de modernos vehículos de extinción y medios de protección al bombero que contribuyen a elevar la calidad del enfrentamiento.

Según explicó el teniente coronel Rolando Menéndez, de la Dirección Nacional del Cuerpo de Bomberos de Cuba, desde hace cuatro años se han hecho significativas inversiones para renovar medios con más de un cuarto de siglo de explotación, aunque más de un 70 por ciento de estos mostraban buen estado.

«En su mayoría procedentes de China y Rusia, contamos con carros autocisterna y especiales para actividades de rescate y salvamento, izaje y el enfrentamiento de incendios con hidrocarburos que, como sabemos, no pueden extinguirse con agua, sino con otros recursos como polvo y espuma. Estas técnicas permiten un traslado rápido y mayor eficacia en el enfrentamiento.

«Entre los medios de protección al bombero de reciente adquisición podemos mencionar las capas, los equipos de respiración artificial que emiten señales de alerta en caso de desperfecto o de agotamiento, y que se encuentran conectados de manera inalámbrica con la pizarra electrónica de control que colocamos afuera, con capacidad para 15 equipos, y que registra el estado de cada unidad.

«Tenemos modernos útiles de extinción con una gran diversidad de pitones para el extremo de las mangueras, en dependencia de la magnitud del incendio y el producto con el que se extingue, y otros que se emplean en trabajos de rescate y salvamento en alturas, profundidades marinas y derrumbes. Para el trabajo de los inspectores también se han adquirido herramientas como la cámara termostática, que permiten determinar lugares con recalentamiento en las líneas eléctricas».

Enfatizó Menéndez que el costo de estos implementos asciende a alrededor de 15 millones de pesos convertibles (CUC) en el caso de los medios de protección, y a 26 millones de CUC en la obtención de los carros, lo que demuestra que, a pesar de la situación económica del país, es una de sus prioridades garantizar condiciones materiales para el desarrollo de la labor contra incendios.

«Resulta trascendental para el trabajo que desempeñamos la adquisición de estos equipos técnicos, pero deben acompañarse de la preparación de nuestro personal, compuesto en su mayoría por jóvenes asignados a nuestras instalaciones durante el período de su Servicio Militar Activo. Ellos reciben inicialmente una preparación básica que luego se complementa con los cursos que desarrollamos durante el año. También pueden sumarse a nuestra fuerza laboral aquellos procedentes de la Escuela Nacional de Bomberos Mártires de la calle Patria, de la que egresan con nivel de técnico medio», añadió el teniente coronel Menéndez.

Prevención es garantía

Bajo el lema Un incendio siempre puede evitarse, se han organizado spots, concursos infantiles y jornadas de reflexión, porque nunca será suficiente lo que se haga para sensibilizar a la población con este tema.

Saber que en menos de un minuto los bomberos están en completa disposición combativa tras una llamada al 106 es una carta de triunfo que podemos mostrar, pero no es la garantía de que no ocurrirán daños. Por ello siempre será mejor evitar un incendio.

El mayor José Cardentey, primer especialista de Prevención del Cuerpo de Bomberos de Cuba, insiste en la necesidad de incrementar las acciones en el trabajo preventivo a pesar de que en el presente año, en comparación con 2009, se haya registrado una disminución del número de incendios ocurridos en el sector residencial, en el estatal y en el referido al patrimonio no forestal (maleza, pastos naturales y artificiales y áreas agrícolas), siendo Ciego de Ávila la provincia más destacada.

«Cuba muestra un índice de muerte de 2,9 por millón de habitantes, en contraste con el 50 por millón que tiene el mundo. Eso puede enorgullecernos, pero sobre todo incitarnos a trabajar para reducirlo cada vez más.

«Actualmente la labor preventiva está enfocada en tres líneas fundamentales. Una consiste en mantener nuestra fiscalización de las inversiones en el Polo Petroquímico de Cienfuegos y en los megaproyectos de Matanzas y Mariel, teniendo en cuenta el riesgo que entraña este tipo de construcciones, que necesitan de nuestra supervisión para su puesta en marcha.

«En las entidades estatales deben hacerse inventarios de riesgo de incendios y planes de prevención para evitarlos; deben implementarse planes de emergencia e identificarse los problemas que obstaculicen la protección de la entidad, así como activar brigadas que los ejecuten. Todo ello forma parte de la Resolución 39 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que establece las bases de la gestión de seguridad y salud del trabajo que deben desarrollar los directivos en los centros de trabajo y que no siempre la realizan con calidad.

«El Cuerpo de Bomberos, en otra de sus líneas de trabajo, debe fiscalizar el cumplimiento de esta legislación y tiene potestad para aplicar medidas, en dependencia de la violación detectada. Podemos solicitar sanciones administrativas, emitir denuncias, multas —cuya cuantía depende del grado de peligrosidad revelada— clausura de la entidad o paralización de esta», detalló el mayor Cardentey.

La formación de valores en edades tempranas en temáticas relacionadas con la protección contra incendios es otra de las acciones en las que trabaja el Cuerpo de Bomberos en coordinación con el Ministerio de Educación.

Añade el especialista que a partir de una base material de estudio elaborada por oficiales de bomberos se introducen estos contenidos en asignaturas afines en los niveles de primaria, secundaria y técnico-profesional, con el objetivo de familiarizar a los estudiantes con la importancia de prevenir un incendio. A lo largo de todo el país, apuntó, se han activado 237 círculos de interés y 157 brigadas pioneriles con el mismo fin.

«Vale destacar que el Sistema Nacional de Protección contra Incendios está constituido por el Cuerpo de Bomberos, que asume la parte activa en la extinción de un fuego; la Agencia de Protección contra Incendios, que se encarga principalmente de la fiscalización estatal; la Asociación de Bomberos Voluntarios, que desarrolla la labor preventiva en el sector residencial, en los objetivos no priorizados y que aporta fuerzas cooperantes al Cuerpo de Bomberos, y los organismos de la Administración Central del Estado.

«Es decir, la mayoría de nuestras estructuras se enfocan en la prevención para evitar no solo pérdidas materiales sino, y sobre todo, daños humanos y con ella sí puede hablarse de garantía», concluyó.

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