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El curioso caso de una fábrica de helado

El ingenio de los innovadores y racionalizadores santiagueros hizo posible esta historia cercana a lo real maravilloso

Autor:

Eduardo Pinto Sánchez

SEGUNDO FRENTE, Santiago de Cuba.— Como Benjamin Button, el personaje cinematográfico que nace anciano y muere niño, vio la luz hace cinco años una fábrica con «órganos» muy viejos, y gente sin experiencia para cuidarla. Así comienza la historia de la fábrica de helado II Frente, situada en uno de los municipios santiagueros con mejores resultados económicos y sociales.

El 11 de marzo de 2007, 42 hombres y mujeres materializaron lo que hasta entonces había sido un sueño de los pobladores de la serranía: construir un centro productor de lácteos. Así, con gastados equipos —desechados durante la modernización de industrias similares en Palma Soriano y Santiago de Cuba— y con apenas un tecnólogo de Alimentos que conocía algo sobre la fabricación de helados, comenzó a dar sus primeros pasos la extraña criatura.

No se trató solo de montar la fábrica sino de construir, con esfuerzo propio, una meseta para el laboratorio; y de conseguir un tanque en desuso que permanecía en una vivienda cercana. Hubo que sacar escombros y hurgar en cuartos de desahogo para dar con tuercas, tornillos y cuanto pudiera servir para darle vida al sueño de todos.

El único desafío que tenían sus trabajadores no era hacer funcionar la tecnología prácticamente obsoleta, sino lidiar con la heterogeneidad de aquellos hierros, procedentes de Estados Unidos, Italia y la desaparecida Unión Soviética.

Para los 14 miembros de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) en el centro, modificar o recuperar aquellos equipos se convirtió en un reto; por eso aunaron esfuerzos e ingenio. No podían permitirse rechazar aquellos aparatos con tantas décadas de explotación.

Paso a paso, pieza a pieza

Orgulloso como solo puede estarlo un padre de su hijo, Juan Manuel López Godínez, especialista en Tecnología de los Alimentos, expone las múltiples innovaciones que mantienen produciendo a la fábrica. «La mayor parte de la tecnología es recuperada. Se hizo, por ejemplo, un filtro de línea que la planta no tenía, el cual ha repercutido en que se paralicen menos las bombas y se utiliza como medio de protección de los equipos.

«También se recuperó una nevera con todos sus elementos, empleando recursos propios y materiales reciclados; se ha construido un banco de hielo para disminuir el tiempo de enfriamiento de la mezcla y se le devolvió “la vida” al carro de transportación de helados, que era un problema desde hace muchos años en el municipio.

«En la parte de la línea del proceso de producción —agrega— se han hecho transformaciones en algunas pizarras. Además, se instaló una nevera con manejo de forma automática y se recuperó la cristalería del laboratorio; y la bureta (tubo corto, graduado para medir cantidades variables de líquidos), que es tan compleja, se puso a funcionar con aditamentos médicos de sueros», puntualiza López Godínez.

Destaca además: «Hemos logrado la sustitución de bombas de pitón, que escasean en el mercado, y con una sola bomba expelente hemos logrado sustituir tres de aquellas, lo que significa un ahorro considerable de dinero, pues su valor es de aproximadamente 15 000 dólares cada una».

Un contenedor y un banco singulares

Desde La Habana llegó a la fábrica un contenedor refrigerado para el almacenamiento de helado. Como fue alquilado por la empresa láctea de Santiago de Cuba, sus propietarios exigen que no se hagan modificaciones en su sistema.

Pero en el verano de este año, ante el aumento de la demanda de helado, los trabajadores se enfrentaron a la pérdida constante de temperatura dentro de la nevera por la entrada y salida constante al contenedor.

Nuevamente hubo que echar mano a la inventiva. Con angulares subutilizados en la fábrica, restos de techo de zinc y tejas de fibrocemento crearon una cámara de predespacho en el interior, sin transformar el funcionamiento del contenedor. La solución, armada a partir de la puerta de un antiguo carro de distribución, posibilitó el acceso a la parte trasera de la nevera. De esta forma se conserva la temperatura y se logra un considerable ahorro de energía eléctrica.

Otro reto se les presentó cuando luego de la pasteurización y el enfriamiento de la mezcla a 35 grados Celsius con agua ambiente, debían bajar ese nivel a menos de 20 grados con sistema de enfriamiento, que hasta hace poco tiempo no tenían.

Gracias al movimiento de iniciativas creado en torno al Fórum de Ciencia y Técnica, hoy se logra este importante paso productivo con la creación de un banco de hielo con piezas y equipos de diversa índole, el cual también reduce la posibilidad de contaminación de la mezcla, riesgo que sí existe con un sistema de refrigeración industrial.

Para los años que siguen

La pequeña fábrica es un ejemplo de cómo la proyección del desarrollo local favorece el crecimiento económico y el ahorro de recursos para la nación.

«El uso de leche natural representa un ahorro mensual de 1 238 kilogramos de leche en polvo. Cada día la industria recibe casi 1 200 litros de leche fresca: 400 se utilizan para la fabricación del helado y 764 para la canasta alimentaria que se entrega por vía normada», especifica Yureicys Hechavarría, técnica en acopio de leche de la fábrica.

Según el tecnólogo López Godínez, con la leche que sobra después que cumplen el plan de entrega a la industria y a la población, «ahora proyectamos abrir una línea de producción de queso fundido. Es un proyecto a largo plazo porque necesitamos una ampliación de la industria, aunque ya contamos con el apoyo de las autoridades locales, el movimiento del Fórum, la ANIR, la Empresa láctea, los trabajadores y la población».

En estos momentos, además de a la localidad, la industria abastece a Songo-La Maya, y también el helado de II Frente llega a la cabecera provincial cuando ocurre algún problema en la fábrica Siboney. Para este año proyectan que su producción llegue al municipio de San Luis.

Es así como una fábrica que nació vieja camina hacia sus años mozos, y en gran medida, por la sangre joven que aportan más de la mitad de sus trabajadores.

Innovadores y racionalizadotes del centro protagonizan una hazaña diaria que está lejos de los circuitos cinematográficos del mundo, pero muy cerca de los santiagueros, quienes reconocen la excelente calidad del helado de II Frente.

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