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¿Conocemos la historia o la repetimos?

En la asamblea municipal de balance 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas en Puerto Padre, en la provincia de Las Tunas, se debatieron temas tan importantes como la enseñanza y el conocimiento de nuestro pasado, imprescindibles para construir presente y futuro

Autor:

Juan Morales Agüero

PUERTO PADRE, Las Tunas.— Cuando escuché las intervenciones de algunos delegados en la asamblea municipal de balance 11no. Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en este municipio, vinculadas con el conocimiento de la historia, pensé en la novela cubana que está saliendo al aire por el canal Cubavisión. En efecto, Entrega, nombre del referido audiovisual, cuenta cómo un joven profesor llamado Manuel entusiasma a sus alumnos para que la asignatura les resulte atractiva e interesante.

El argumento de este nuevo dramatizado no es, ni por asomo, obra del azar. Quienes lo concibieron están al tanto de que la historia continúa siendo un tema pendiente en la agenda de nuestros jóvenes. Conozco a muchos que dominan santo y seña de los jugadores del Real Madrid, y a muchas que conocen los nombres de los íconos de la moda, pero son incapaces de hablar con hondura sobre las tradiciones de su comarca.

En la asamblea puertopadrense, Daimara Delgado, profesora de Historia del preuniversitario Ernesto Guevara, se preguntaba: «¿Qué nos hace diferentes a otras naciones? Nos hace diferentes nuestra historia, y, con su desconocimiento, nos arriesgamos a perderla. ¿Para qué están los archivos y los museos? Para investigarla allí. Y en esa tarea los historiadores locales deben colaborar».

Pero, ¿atañen solo a los jóvenes los deberes en esta sensible cuestión? Francamente, opino que no. Cierto es que en el aula es donde se gesta el primer contacto con nuestros derroteros históricos y se conoce la biografía de sus próceres. Pero los apuntes y los manuales no son suficientes. Hay que salir del recinto para conocer in situ la génesis y el desarrollo de la localidad, de la mano de los instructores de arte, los profesores, los intelectuales, los combatientes, en fin…

Dariel Jomarrón, también profesor de Historia y presidente del Movimiento Juvenil Martiano en el municipio, retomó el tema para decir que la institución a su cargo no solo estudia el pensamiento del Héroe Nacional de Cuba, sino que además favorece y potencia el conocimiento y la divulgación de todo lo ocurrido en nuestro país en las últimas centurias.

«¿Cómo vamos a ignorar nuestra historia si todos los padres de esta Revolución, desde Céspedes hasta Fidel, fueron jóvenes?», se preguntó. «La juventud ha tenido un extraordinario protagonismo en cada una de las etapas de su devenir, sin que una generación sea necesariamente idéntica a la precedente. Pero mantenemos la misma raíz y eso es lo que nos hace continuadores. No podemos desconocer eso».

Sobre la historia de la localidad, dijo: «He escuchado decir que los jóvenes no manifiestan interés por conocerla. Pero, ¿se les explica qué era Puerto Padre antes de 1959 y qué es ahora? ¿Se les habla de cómo este territorio desarrolló su infraestructura y dignificó a su pueblo? ¿Se les detalla cómo se convirtió en un importante polo turístico? ¿Se les dice cuántos de sus hijos descollaron en la música, las letras, la política, la economía y la docencia? La historia no se enseña mecánicamente, sino con amenidad y originalidad. Y es la historia local la que alimenta la historia nacional».

Cuando el debate del tema —al que asistió Yenisey Cruz Carreño, segunda secretaria del Comité Nacional de la UJC—, llegó a su final, pensé que en Puerto Padre hay muchos émulos de Manuel, el profesor del Historia de la telenovela cubana de turno. Y que, como él, someten al límite sus neuronas para que nuestra trayectoria nacional ocupe el lugar que merece en la formación de nuestra juventud. Porque, como dice la conocida frase, «el pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla».

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