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Veinticuatro horas en el puesto de mando

Estudiantes y profesores de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría trabajan intensamente para controlar y perfeccionar el manejo de las capacidades de ingreso en hospitales y centros de aislamiento relacionados con la COVID-19

Autor:

Monica Lezcano Lavandera

Apenas permanecen sentados más de cinco minutos. Los teléfonos suenan constantemente y la respuesta de los jóvenes no se hace esperar. En la sala situacional de la Dirección Provincial de Salud Pública de La Habana las nuevas generaciones llevan la batuta en tareas de primer orden. No importa el cansancio ni las adversidades.

Ser útiles al país, en medio del complejo escenario epidemiológico que vive, es la máxima para los estudiantes y profesores de Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae). Hace más de 21 días  asumen tareas imprescindibles en un puesto de mando creado para dar respuesta a temas relacionados con el enfrentamiento a la COVID-19.

Se trata, sobre todo, de aquellas referidas al control de las altas e ingresos de los pacientes, pues de ello depende un mayor dinamismo en las decisiones que se tomen con los enfermos. A modo de rotación por subgrupos, con turnos de 24 por 72 horas de trabajo, los jóvenes
«cujaeños» albergan más responsabilidad que nunca.

Ellos, que ya estuvieron en la Zona Roja, en centros de aislamiento y atendiendo a personas vulnerables, saben que sobre sus hombros recaen temas sensibles para el país, pero no pierden la serenidad, la misma con la que siempre han sabido ser protagonistas de las más diversas tareas.

Los sospechosos y enfermos capitalinos se han convertido en parte de sus familias, aunque no saben sus nombres o rostros. Si bien ayudarlos no solo depende de ellos,  se las arreglan para que todos los procesos que allí tienen lugar, se lleven a cabo con la mayor agilidad posible.

«Aquí hemos reforzado nuestras convicciones y hemos formado un gran equipo. Los trabajadores de Salud nos han recibido con los brazos abiertos y nos han asesorado muy bien», dice Leidys Laura Valle Carcache, estudiante de ingeniería en Metalurgia y Materiales, quien asegura que «este es uno de los procesos más nobles en los que me he involucrado».

Las tablas que Alejandro Rivas actualiza constantemente posibilitan un manejo más efectivo de los datos de los pacientes y sospechosos de la enfermedad. Este estudiante de ingeniería Biomédica, de 21 años, hace su trabajo con destreza, porque quiere que esta pandemia llegue a su fin.

«Recibimos el apoyo de familiares y amigos, quienes reconocen nuestro esfuerzo. Aunque debemos estar aquí 24 horas, no fallamos en el deber y mantenemos la concentración, porque han depositado en nosotros la confianza para asumir tales tareas», precisa.

Con un sistema de trabajo diseñado por ingenieros de varias especialidades, estos jóvenes mantienen un estricto control de sus estadísticas. Bajo la tutela constante de médicos y directivos de la dirección provincial de Salud, desarrollan dinámicas de trabajo verdaderamente productivas, para controlar y perfeccionar el manejo de las capacidades de ingreso en hospitales y en centros de aislamiento.

Entre reportes y partes de información, entre números y flechas, Naliet Castellanos, de 19 años, explica a Juventud Rebelde la voluntariedad con que ella y sus compañeros laboran en la sala situacional, pues Cuba confía en sus universitarios para salir adelante en esta ola de rebrote.

«Ha sido todo un reto trabajar codo a codo con el personal de  Salud, y conocer a fondo el esfuerzo que dedican al enfrentamiento del virus. Por nuestra parte, la disposición y el compromiso están garantizados, en aras de llevar al pueblo una mejor atención»,
precisa la estudiante de ingeniería Informática.

Este sistema de trabajo que han estructurado en la dirección provincial de Salud Pública, también se replica en los municipios y en las áreas de Salud —con el apoyo de otras universidades— para agilizar los tiempos de respuesta ante dificultades.

Según conocimos en la llamada sala situacional, la presencia de la Cujae se hace sentir, además, en la capacitación —de conjunto con la Universidad de Ciencias Informáticas— al personal de la Salud Pública en el manejo del nuevo sistema digital para la gestión de los PCR.

Estos muchachos —a quienes también los embarga la tristeza cuando escuchan las elevadas cifras de los partes médicos, y más cuando se trata de de pacientes fallecidos, graves o críticos— son un ejemplo vivo de que la batalla contra el nuevo coronavirus tiene en los jóvenes una importante fuerza.

Ya sea en puestos de mando, en áreas de Salud, en hospitales como voluntarios o en tareas vinculadas con la producción, se puede contar con las nuevas generaciones dispuestas siempre a demostrar que son el presente, como nos dijeron, casi al final de nuestra visita.

Y, es que, como expresó en enero último el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante un encuentro con estudiantes y profesores de la Cujae, «la experiencia de ustedes (…); es como lo “real maravilloso” de Carpentier, que nos parece tan cotidiano que no nos damos cuenta de la grandeza de lo que hacemos todos los días».

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