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El día que comenzó la historia del Che

La celebración del natalicio del Che constituye un día muy especial para el Complejo Escultórico que, por lo general, mantiene ese día una alta afluencia de público

Autor:

Nelson García Santos

He visto al niño y al joven empinar sus ojos hacia la estatua del Comandante Ernesto Che Guevara que, al pasar las nubes, parece que avanza hacia Sudamérica; frente a su nicho he observado la lágrima desprendida de sus corajudos compañeros de batallas, la emoción de jefes de Estado, de renombrados intelectuales y hasta del ser más humilde.

He tenido el gran privilegio de estar allí desde los inicios de la construcción del Monumento; en su inauguración, cuando llegaron los restos del Comandante Guevara y sus hermanos de lucha, y en cada ocasión en que miles de villaclareños les rinden tributo.

Este 14 de junio se cumplen 94 años de su natalicio, pero cada día resurge más renovado este hombre dotado del encanto supremo de motivar a unos y otros.

Son muchísimos los gestos impactantes sobre la admiración y el cariño que se le profesa al Comandante, que he presenciado a lo largo de casi 15 años. Y los hay que se clavan en la memoria.

El instante más especial, solemne e íntimo que viven los visitantes sobreviene en el recinto donde reposan los guerrilleros, un espacio sencillo que semeja la selva boliviana.

Frente al nicho del Che Guevara hay a quienes les brotan las lágrimas, parejas que se abrazan o susurran y otros que muestran en sus rostros signos de abatimiento.

Resulta difícil, a estas alturas, tener la dicha de encontrar algo inédito que contar. Sin embargo, siempre hay historias menos conocidas, como esa de muchísimos que asumen el homenaje al Che en la intimidad más absoluta.

Personas de los más disímiles países le donan objetos de particular valor sentimental, y en la actualidad sobrepasan los 700. La muestra la integran poemas, canciones, cartas, flores, banderas, prendas personales, condecoraciones, dibujos de niños, pinturas al óleo, velas…

El centro de documentación del Complejo Escultórico registró, como el primer objeto de esta colección, a los pocos días de la llegada de los restos del Che, una flor roja enviada por Chichina Ferreira, la primera novia del Comandante Guevara. La envió con su amiga, Lilia G. Chávez, quien a su vez le dedicó un poema titulado Tu final.

La celebración del natalicio del Che constituye un día muy especial para el Complejo Escultórico que, por lo general, mantiene ese día una alta afluencia de público donde el espíritu guevariano aflora con especial ahínco desde que se inauguró el libro de visitantes el 17 de octubre de 1997, cuando llegaron los restos del Che. Fidel escribió aquel día: ¡Hasta la victoria siempre!, mientras Raúl le dedicó un ¡Hasta siempre Comandante!

Comenzó así una tradición que ha permitido que innumerables personalidades de la política, la cultura y el deporte expresen sus más íntimos sentimientos de admiración al Guerrillero Heroico.

«Tu pueblo que es mío», decía el Che a Fidel… y ¡cuánto aportó a la obra revolucionaria en los breves años que estuvo entre nosotros! ¡Y cuán valiosas sus enseñanzas, su ejemplo, vivos hoy en la conciencia de este, su pueblo; presentes en lo mejor de la formación de cada nueva generación de cubanos!.

El libro ha dejado ya para la historia un testimonio valiosísimo sobre el Che y en ese muestrario de lo hilvanado en medio de la emoción está, por ejemplo, lo escrito por Vilma Espín Guillois: «Que siga siendo por siempre este lugar donde se atesoren sus reliquias, los recuerdos de su vida, consecuente siempre con sus convicciones, lugar donde niños y jóvenes puedan beber de su ejemplo».

También lo expresado por Inti Peredo, hijo de Inti Peredo, combatiente de la guerrilla boliviana, cuando aseveró que «nunca la historia se vuelve tan aplastante como al entrar a este lugar. Se sienten los gritos de combate, el galope de Rocinante, el tableteo de ametralladoras victoriosas. Jamás existirá un lugar más apropiado para gritar a los cuatro vientos Hasta la victoria siempre».

Así, entre estas sentidas ofrendas, Che Guevara está colosal, desde que partió, con nuevos bríos, desde la selva boliviana.

 

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