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Animación conquista premios Lucas

En la categoría de mejor dirección fueron nominados dos obras de excelencia: Extraña forma de vida, que hizo Ivette Ávila para Lindiana Murphy, y En tu vestido, creada por Pao Fraga para la canción que él mismo interpreta

Autor:

Joel del Río

Ninguno de los siete videos musicales que compiten por el premio al mejor del año es una animación. Sin embargo, en la categoría de mejor dirección fueron nominados dos obras de excelencia: Extraña forma de vida, que hizo Ivette Ávila para Lindiana Murphy, y En tu vestido, creada por Pao Fraga para la canción que él mismo interpreta. Y además, para testimoniar el avance de la animación en los terrenos del clip, el jurado decidió extender el número de nominados hasta seis en la categoría de Animación, cuando usualmente se incluye solo un trío o cuarteto, y a los dos mencionados se suman Free style guasotánamo, interpretada y animada por Darode; La lagartijita, de Katia Hernández y Enrique Smith para Miriela Mijares; La sitiera (de Mayo Bous) para The Mavericks, y No se hablará (de Ramiro Sardoya e Ivette Ávila) para Carlo Fidel Taboada.

Tal y como se adivina en la anterior enumeración de títulos, este año trascendimos el prejuicio, devenido lugar común, y viceversa, respecto a que la animación es un terreno dedicado en exclusiva a los niños, cuando en esa categoría específica, la de música para los niños, solo se incluyen tres obras: a las mencionadas En tu vestido, y La lagartijita, se añade Una vaca y una foca. Esta última, dirigida por Isis Chaviano, grafica el mundo de los sueños, y sigue la huella de las cosas bellas, esas que permiten abrir todas las puertas que uno encuentra, por decirlo parafraseando el texto de la preciosa canción de cuna, compuesta por Yusa e interpretada, con irreprochable elegancia, por Rochy Ameneiro y Martin Moya. En el subtexto, la ineludible defensa de la familia diversa.

A similar halo poético, nada pueril, y evidentemente interesado en proveerles a nuestros niños asideros estéticos y éticos que apuesten por el amor a la naturaleza, el refinamiento y la dignidad,  aporta La lagartijita, un poema musicalizado de Nersys Felipe. El video clip, como es natural, aunque a veces lo olviden algunos animadores dedicados a estos menesteres, no solo ilustra la narración sobre nacimiento y primeras experiencias de este diminuto ser de roja corbatica, sino que además le aporta al texto de la canción dinamismo e imaginación netamente audiovisuales, e incluso se crean varios personajes que añaden peripecias y atractivo a la historia, y la inundan de muy simpática frescura.

Diversas galaxias, en el casi infinito universo de la animación (no necesariamente concebida para los niños, aunque esté compitiendo en esa categoría) pulsa En tu vestido aunque el stop motion predomina sobre las otras modalidades llamadas a cuento. Así, con dos protagonistas enamorados y una mariposa de testigo, cuyos cuerpos se arman a partir del enrollado de pequeños alambres de colores, se representa, sin que falte un solo matiz o inflexión, el cortejo romántico y los piropos vinculados con ciertas cubanísimas esencias. La aparente rusticidad del producto, con ese lago de nailon azul y aquel sol de papel amarillo, suministra otra de las claves humorísticas y ornamentales que le confieren gracia, y hasta originalidad, a la tonada tradicional Palmarito (conocida por algunos como Guacanayara) de Rafael Gómez «Teofilito», patrimonio espirituano y de toda Cuba.

Además de concursar en las categorías de mejor dirección y mejor animación, En tu vestido fue incluido entre los mejores videos para niños, y en la categoría de música tradicional, mientras que otras animaciones resultaron nominadas en renglones donde raramente incursionan este tipo de productos, como No se hablará en mejor video de trova; Extraña forma de vida (mejor video de canción) y Free style guasotánamo, como mejor video de pop house electrónico, los tres dirigidos a un espectador adulto. En esta tríada, los dos primeros fueron dirigidos por Ivette Ávila (auténtica revelación en este año, aunque sabemos que viene trabajando en esta área desde hace bastante tiempo), y el primero fue codirigido por Ramiro Sardoya, y ambas obras colindan con la animación de vanguardia, la plástica y el videoarte.

A la manera de la animación con papel recortado comienza No se hablará, con círculos de color que bailan a ritmo de guitarra, sobre fondo neutro. Por obra y gracia de la animación, los círculos se transforman en otras figuras, hasta conformar una máscara, tal vez un rostro, una comparsa de espíritus
flotantes, un coro de guitarras… todos los elementos convocados para evocar la ausencia, el recuerdo de alguien que ya no está ni volverá a estar. Y cuando no queda más que el corazón reseco, que el poeta dejó colgado de la rama mustia, aquella rama que nació de la guitarra, reaparecen los círculos de color, en un epílogo que se comunica con el prólogo en su palpitante vitalidad, elogio sutil del ciclo de la vida, imposible de comprender sin tener en cuenta la inevitabilidad de la muerte. Triste y hermoso, como buena parte de las obras de arte que en el mundo han sido.

Inspiradísima estaba Ivette Ávila cuando realizó Extraña forma de vida, cuya protagonista es una mujer-marioneta, suerte de alter ego de la cantante-narradora, quien se queja, en este bolero filosófico versión de un fado portugués, de su corazón independiente, un corazón que ella no comanda, que vive perdido entre la gente. Cuando Lindiana Murphy dice en la canción que no acompañará más a ese corazón, y una mano corta los hilos de la marioneta, proliferan hojas, flores y ramas secas, entre ellas aparece la marioneta, ahora con movimientos propios, gracias al stop motion, que le permite levantarse sobre sus pies, y desandar, sola, un camino que se pierde en el bosque. Inteligente y lírica manera de acompañar el empoderamiento de una mujer, su negación a dejarse vencer por la aflicción y las dependencias. Extraña forma de vida debió quedar entre los mejores videos del año, pero mi voto es uno más en un coro de diez o 12 especialistas, todos con criterios muy sólidos y respetables.

Y que vote apasionadamente por esta y otras animaciones, tampoco significa que desdeñe el impactante y sombrío barroquismo de La Catrina (Abel y Víctor López, para Buena Fe), ni la imaginativa interculturalidad cubano-nipona que opera en Oborozuki (Joseph Rospara YukoFong y Rumberos de Cuba); ni el emotivo y épico blanco y negro de El mambí (Alejandro Pérez y Roly Peña, para Santiago Feliú), ni las dramáticas sugerencias apocalípticas de Laberinto (de nuevo el omnipresente Joseph Ros, ahora para un hermoso instrumental del Duo Martin), y también me parecieron rotundos los valores de Repentino, dirigido entre Daniel Santoyo, Mauricio Llópiz y Camilo Suárez para Real Project, Niurka González, Yasel Muñoz y el Ges (Grupo de Experimentación Sonora).

Ambicioso y muy sugerentes es Repentino, que vincula, desde la intención del collage significativo, tres planos expositivos: imágenes ligadas a nuestros sedimentos culturales más consagrados y polémicos, la historia de unos niños que juegan a la guerra en el interior de una nave o almacén vacío, y los bailarines de danza contemporánea que contaminan con la flexibilidad y el color de sus cuerpos la blancura neoclásica del interior del Capitolio. Como se alude desde el exergo a la memoria, y la facultad de rescribirla, a medida que avanza la pieza se combinan y confunden los iconos propios de cada plano expositivo, de modo que, al final, queda una sensación de combinación posmoderna entre elementos performáticos, narrativos y conceptuales en una obra de fuerte apelación a las sensaciones y el sentido estético del espectador.

La combinación de elementos simbólicos con las imágenes de las intérpretes cantando la canción para la cámara, es menos feliz, a mi entender, en Bolero a la vida (Joseph Ros, para el dúo ocasional de Omara Portuondo y Gaby Moreno), también nominado, junto con los cinco mencionados más arriba, entre los mejores de 2021. Hay un evidente canto de amor a la vida, que replica el texto de la canción, en todos esos juegos de agua ejecutados por unos bañistas completamente vestidos, mientras que otros parecen competir en una piscina o ejecutan cabriolas de nado sincronizado. Hasta ahí todo bien, incluso exultante y llamativo, pero luego se percibe algo así como un mareo, o un delirio que enturbia completamente la posible fábula.

Cuando a las representaciones saturadas de agua se suman una nadadora suspendida en el aire, un niño con salvavidas multicolor, peces de colores, y un joven que primero camina sobre las aguas y luego se hunde en la profundidad, hasta que termina abrazado, en inmersión, con una de las muchachas nadadoras, ¿o eran sirenas?, queda la sensación de que el video se concibió cual acumulación irrestricta de imágenes impactantes. Tal acumulación, sin orden ni concierto, puede ser una fórmula válida para el video clip, solo que, al menos yo, extraño la existencia de algún sentido totalizador, donde pueda discernir ciertos significados que hilvanen y expliquen, de algún modo, la sucesión de imágenes suntuosas.

Porque incluso los sueños pueden ser explicados desde una cierta lógica, y mi inconformidad con Bolero a la vida proviene de que el realizador crea varias expectativas de narraciones o fábulas (¿competencia deportiva?, ¿entretelones de un equipo de nado?, ¿naufragio?, ¿joven que flota primero y luego es seducido por las sirenas?) y todas estas posibilidades son desairadas de algún modo, y solo se atiende a la sumatoria de  imágenes deslumbrantes, oníricas, sensuales. No estoy muy seguro de que debamos pedir algo más, y si lo hago es por mi absoluta confianza en el talento y la sagacidad de Ros para, si le parece pertinente, controlar su tendencia al más desmelenado surrealismo a través de la lógica narrativa, o de la simple fidelidad a solo uno o dos temas, más que suficientes para un cortometraje de cuatro o cinco minutos.

Año excelente fue 2021 para los premios Lucas. Valga la fiesta en las postrimerías de un período marcado por las malas nuevas, y por el lógico declive en varias manifestaciones culturales. Una vez más, el proyecto saca la cara, en primer lugar, por la televisión cubana, y en última instancia, por la cultura nacional.

 

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