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Sensaciones de una gesta

Cuba no solo le ganó al plantel norteño, así, a secas, sino que puso a su rival en una posición en la que nada podía hacer por la victoria

Autor:

Javier Rodríguez Perera

Es domingo, en la noche, exactamente las 7:08, según marca mi reloj. Falta menos de un minuto para que el partido concluya, y prácticamente todos los aficionados que se encuentran en la habanera Ciudad Deportiva están de pie. Gritan, aplauden, festejan. Mientras eso ocurre, Reynaldo García, el armador de la selección nacional cubana de baloncesto, conduce el balón, sin presión casi, verdaderamente tranquilo. Dos defensas estadounidenses intentan gardearlo, pero desisten rápido, conscientes de que no hay nada que buscar. Reynaldo rebasa la mitad de la cancha y para de driblear.

A unos cinco o seis metros de García, Jasiel Rivero, principal figura del equipo antillano, agita sus manos hacia una parte de las gradas y luego, en señal de euforia plena, con su derecha lanza un golpe al aire. Jordan Bell, un interior que cumplió 29 años en enero y que en 2018 fue campeón con Golden State Warriors en la NBA, en un acto espontáneo, le extiende su diestra al villaclareño Yoel Cubilla como muestra de felicitación, a la vez que le dice cuatro o cinco palabras, bien en español, bien en inglés.

El avileño Pedro Bombino, que estaba en la banca, entra a la duela parsimoniosamente. Camina con sus dos manos en posición diagonal y los puños apretados, como si fuera un héroe sabido en hegemonía. Realmente, pensándolo bien, esos gestos de Bombino ilustraron lo que él fue en la tarde-noche dominical, un héroe hegemónico para su equipo.

Cada una de las escenas descritas, aunque parezca increíble, sucedieron antes del pitazo final del encuentro entre Cuba y Estados Unidos, correspondiente a las ventanas clasificatorias para la FIBA AmeriCup 2025. Ya luego de cumplirse el minuto 40, no hace falta describir tanto lo ocurrido en el tabloncillo de la Ciudad Deportiva. Lo que usted imagina, pasó. En resumen: se fundieron en abrazos los que terminaron de esculpir tan exquisita obra deportiva, con los que contemplaron felices desde el banquillo, cuerpo técnico incluido.

Cuba no solo le ganó al plantel norteño, así, a secas, sino que puso a su rival en una posición en la que nada podía hacer por la victoria, cuando la pizarra marcaba poco más de un minuto para el cierre. El tanteador conclusivo, 81-67, admite muchas frases de elogio para los triunfadores.

Y digo más, si derrotar a un conjunto estadounidense por diferencia de 14 puntos es motivo obligado de celebración, porque ese país siempre ha tenido un básquet top —aunque haya viajado a La Habana con una selección que no es de sus mejores—, hay un
elemento que hizo de esta victoria algo extraordinario y que pocos han analizado: desde que Reynaldo García marcó los dos primeros puntos del desafío, los discípulos de Onel Planas nunca estuvieron debajo en el marcador. Los que quieran hablar, que hablen, pero ante esta realidad, creo yo, las palabras para demeritar sobran.

Este fue el primer éxito de la Isla, como local, ante un elenco de la nación vecina y el segundo de por vida. Según la página web LosDeportes.info, formaciones masculinas de ambos países se han enfrentado, desde 1951 hasta la actualidad, 24 veces y la primera sonrisa de los antillanos ocurrió en los Juegos Panamericanos de Cali 1971. En ese entonces, el desafío terminó con pizarra de 73-69.

Planas: «salimos de las cenizas»

Onel Planas, un entrenador guantanamero que dirige a la selección nacional hace poco tiempo, después de conversar con varios periodistas y recibir mil y una felicitaciones, le regaló a JR tres minutos, en los que sus declaraciones siempre estuvieron mezcladas con las emociones de sentirse una parte vital del memorable triunfo.

«Esto es algo histórico. Muchas personas no creyeron en mí, pero trabajando y solo trabajando, hemos conseguido esta actuación. Les insistimos a los muchachos que no descuidaran la parte física y aguantaron el partido. Las rotaciones fueron muy productivas, pero, sin dudas, la defensa y la efectividad en los tiros libres fueron claves. La meta era vencer a Estados Unidos y se cumplió. Ahora toca ir con las mismas ganas frente a Puerto Rico y Bahamas.

«Bombino se ganó con creces que confiemos más en él. Yo lo dije bien claro, para “tumbar” a los cinco titulares hay que hacerlo muy bien en la cancha, y él lo hizo. Tanto Bombino como el resto de los jugadores se vieron con una mentalidad más enfocada y con más motivación. Supieron controlar sus emociones, el trabajo sicológico funcionó. Esto era un equipo perdedor y hemos salido de las cenizas», concluyó.

 

 

 

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