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Gobierno Israelí crea ambiente de guerra contra Líbano

La escaramuza sembró alarma en Washington, París y en las propias Naciones Unidas, donde se registraron llamados a evitar una escalada de los tiroteos

Autor:

Leonel Nodal

Los enfrentamientos armados entre el ejército de Israel y el movimiento Hezbolá ocurridos el domingo último generan  una inquietante atmósfera de confrontación, que puede pasar de las escaramuzas a una guerra de grandes proporciones.

Eso es cierto, puede ocurrir, pero también puede consistir en otro recurso del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para  ganar votos en las elecciones generales del 17 de septiembre.

Las guerras en Israel exaltan las pasiones políticas y Netanyahu es capaz de recurrir a cualquier pretexto para intentar romper el persistente empate técnico que revelan las encuestas entre su coalición liderada por el derechista Likud y sus opositores del llamado agrupamiento Blanco y Azul, que tampoco son muy diferentes.

El conflicto se originó por el bombardeo israelí la semana pasada a una localidad siria, donde, según voceros del Estado sionista, efectivos de Hezbolá, que apoyan al Gobierno del presidente Bashar al Assad, recibían misiles y drones suministrados por Irán, importante aliado de Damasco.

A seguidas, el gobernante israelí dio luz verde para el ataque de dos de sus aviones no tripulados armados contra los suburbios del sur de Beirut, bastión del movimiento libanés chiita.

La incursión violatoria de la soberanía del espacio aéreo del país árabe fue calificada de «declaración de guerra» por el presidente de Líbano, Michel Aoun.

El novelesco argumento se inscribe en la persistente     campaña apoyada por Estados Unidos, sobre la creciente amenaza que supuestamente representa Irán para su aliado Israel.

Washington, al igual que Tel Aviv, califica de terrorista al movimiento Hezbolá, aunque se trata de un partido político con una amplia representación parlamentaria.

Su poderío militar creció a partir de su creación en la década de 1980, cuando inició una guerra de desgaste contra la ocupación militar del Líbano por el ejército israelí, al cual obligó a retirarse en el año 2000, después de sufrir numerosas bajas.

Inmediatamente después del ataque de los drones israelíes a Beirut, el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasralah, confirmó la destrucción de un centro de prensa del Movimiento y advirtió que la agresión no tardaría en recibir la respuesta apropiada.

«La época en la que los aviones israelíes venían a bombardear el territorio libanés se acabó», advirtió en un mensaje difundido por la televisión del Movimiento.

Tras una semana de tensa espera, el domingo último Hezbolá  informó a la opinión pública que había destruido un «vehículo militar» del ejército israelí en el norte del Estado hebreo.

Hezbolá difundió este lunes en su cadena de televisión, Al Manar, un video que mostraba presuntamente el ataque con misiles antitanque del tipo Kornet, seguido por otro lanzado desde una posición diferente.

Siria expresó «su orgullo por la operación llevada a cabo por la resistencia libanesa» contra Israel, según informó la agencia de prensa oficial Sana.

En otra truculenta historia, el ejército israelí aseguró que los disparos del Hezbolá no causaron bajas, y alegó que  impactaron un vehículo que simulaba ser militar y en el que se encontraban muñecos disfrazados con uniformes.

Al propio tiempo, replicó con el disparo de cien obuses hacia los terrenos desde donde supuestamente partieron los cohetes de Hezbolá, en el sur de Líbano, donde solo provocaron incendios en campos despoblados.

La escaramuza sembró alarma en Washington, París y en las propias Naciones Unidas, donde se registraron llamados a evitar una escalada de los tiroteos.

La acción militar de Hezbolá fue seguida este lunes de una nueva declaración de Nasralah, quien advirtió que la próxima  respuesta alcanzará a cualquier parte del territorio israelí.

«El mensaje es claro: si ustedes atacan, todas las fronteras, sus soldados, sus colonias, el interior (del territorio) o su corazón, podrán ser amenazados y convertirse en objetivos», precisó Nasralah.

No hay dudas de que el Primer Ministro israelí ha chocado con un hueso duro de roer, que puede arruinarle su pretensión de sacar provecho electoral de unas escaramuzas agresivas poco costosas en términos militares.

Por el momento, sus tropas salieron ilesas, pero basta una baja en sus filas o en las colonias implantadas en la Palestina ocupada, donde residen muchos de sus partidarios,  para que su triunfalismo se desmorone de un golpe y se vea ante la alternativa de enfrascarse en una guerra de mayores proporciones, sin un resultado final satisfactorio.

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