Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una «ayudita» para Ivanka

Ivanka escogió el mejor lugar: un país que alberga en su territorio bases militares estadounidenses y cuyo Gobierno se enorgullece de ser un buen socio de Estados Unidos

Autor:

Iraida Campo Nodals

Invitada por la vicepresidenta de Colombia y con una agenda de trabajo bien cargada, aterrizó en Bogotá Ivanka Trump. La visita tiene como objetivo, según ha informado la parte colombiana, buscar alianzas estratégicas con Estados Unidos y el acompañamiento a programas de apoyo para mejorar las perspectivas económicas de las mujeres de la nación sudamericana.

Esta es la primera escala de un periplo que llevará a la  hija y asesora del presidente de Estados Unidos a Paraguay y Argentina, países donde se propone continuar promoviendo lo que se ha convertido en su foco de atención: el empoderamiento de las mujeres.

Para impulsar su cometido, Ivanka escogió el mejor lugar: un país que alberga en su territorio bases militares estadounidenses y que el Gobierno  se enorgullece de ser un buen socio de Estados Unidos.

En este escenario la visitante realizará varias actividades públicas y privadas. Entre ellas se incluyó la efectuada el pasado martes y que dieron en llamar Empoderamiento económico de las mujeres. Si no conociéramos los personajes protagónicos de esta obra, se pudiera pensar que es un loable empeño el que mueve a la hija de  Trump. Pero detrás de todo este andamiaje mediático, en el que no ha faltado la constante descripción del ajuar que luce Ivanka, hay, a no dudarlo, gato encerrado.

No por gusto se escogió a Colombia, país fronterizo con Venezuela, y desde cuyo territorio la patria de Bolívar recibe constantes agresiones. Ivanka dice promover el empoderamiento de las mujeres a nivel global, busca equidad, justicia. Para ello viajó miles de kilómetros hasta llegar al sur del continente. En Colombia, donde en el Gobierno no se han respetado los Acuerdos de Paz, firmados en La Habana y donde continúa la matanza de líderes y liderezas sociales, Ivanka tenía que llegar con un objetivo noble: que las mujeres ocupen en la sociedad el lugar que por derecho les pertenece. Pero, ¿es ese el superobjetivo?

Si la preocupación son las mujeres y su estatus en las sociedades, pudiera comenzar por su propio país. Por solo citar un ejemplo y darle una «ayudita» podría enfocar sus mayores esfuerzos en conseguir que las mujeres y los hombres estadounidenses reciban igual salario por trabajo semejante, o que las trabajadoras tengan derecho a una Ley de Maternidad, legislación de la que ahora carecen.

Preocupada por los venezolanos migrantes que permanecen en Cúcuta, la visitante pasará unas horas con ellos para confraternizar y conocer más de cerca sus realidades. Igual pudo haber hecho con los miles y miles de hombres y mujeres que esperan desde hace meses en la frontera mexicano-estadounidense. Allí, de seguro, conocerá también historias de vida de muchas mujeres, pobres. Indígenas, negras, blancas, que con sus hijos e hijas en los brazos buscan lo que ellas creen que es el sueño americano, pero que ahora no es más que una pesadilla.

¿A quién quieren engañar con este teatral periplo? No hay que pensar mucho: Venezuela está a un paso de Colombia y Estados Unidos tiene los ojos puestos en esa tierra y ansía poner sus garras. 

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