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Me he dejado atrapar

Autor:

Juventud Rebelde

A.M.: Llevaba mucho tiempo saltando de una relación a otra. Me iba bien, hasta que ellas querían matrimonio. Lo intenté en más de una ocasión, pero siempre necesitaba mi escape y terminaba. Finalmente, decidí dejarme atrapar. Pero esta quiere matrimonio por la iglesia y una formalidad que me es muy difícil. A pesar de mi esfuerzo, he terminado sintiéndome mal. Lo peor es que no quiero huir una vez más. Tengo 44 años.

Renunciar a esta solución histórica puede desencadenar otros malestares. Tal vez puedas valorar mejores modos de escapar y mantenerte en el corazón del vínculo elegido.

Las relaciones de pareja resultan difíciles de soportar a largo plazo. A pesar de los buenos encuentros, se presentan puntos de separación, desencuentro, soledad, falta. Cada cual logra un modo de enlazarse a pesar de eso. En tu caso, cierto «escape» te permite «permanecer». Si tu amada puede acceder a este juego no hay muchas razones para preocuparse.

Sucede que nos comenzamos a cansar de repetir las mismas historias, o que nos cuestionamos nuestro proceder. En circunstancias como estas, podemos iniciar una relación de ayuda profesional para comprender el sentido y las entrañables satisfacciones que ese síntoma aporta.

Dejarse atrapar no impide las ganas de huir. Pareciera que es más soportable estar dentro si sientes que tienes una vía de salida. Podría ser tu solución para soportar la formalidad matrimonial con ciertos grados de libertad. Pero es también el drama que te atrapa.

El malestar que presentas cuando te dispones a casarte por la iglesia señala una dificultad que te desborda. Ahora podrías pedir esa ayuda sicológica personalizada para analizar qué más puede estar sucediéndote, en relación al compromiso que quieres y rechazas al mismo tiempo.

Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica

 

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