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Estados Unidos afronta problemas para reclutar nuevos soldados

2 500 estadounidenses que ya cumplieron su compromiso en el ejército son llamados contra su voluntad para ser llevados a Iraq o Afganistán por otros 12 a 18 meses

Autor:

Juana Carrasco Martín

Ya les rasuran la cabeza donde llevan un pensamiento: Kill. Foto: AP Cero retirada, lo dice George W. Bush. Por el contrario, las tropas estadounidenses en Iraq han aumentado hasta llegar nuevamente a 138 000 los efectivos emplazados allí, bajo el argumento de que la violencia escala en Bagdad y en otras ciudades.

A comienzos de año tenían 127 000 soldados en el escenario bélico. Entonces, el Pentágono echó mano a su fuerza de reserva en Kuwait y envió un batallón a Bagdad y dos a Ramadi; hace apenas un mes la brigada del ejército 172 Stryker, con cuartel general en Alaska, que debía haber terminado ya su servicio en el escenario bélico, seguirá cambiando sus helados paisajes por los calurosos y desérticos, al menos durante cuatro meses más; mientras que el cuerpo de marines envía ya las órdenes para que miles de sus hombres regresen a filas a fin de combatir en «la guerra del terror».

Los alaskeños entrarán en el horno que es Bagdad y para los marines es la primera vez que utilizan el «re-llamado no voluntario» para Iraq, porque según el coronel Guy A. Stratton, a cargo de esa movilización, se han quedado cortos en unos 1 200 hombres, necesarios para llenar posiciones en los despliegues venideros, teniendo en cuenta que «esta va a ser una guerra larga»…

Lo habitual es que un marine se aliste por cuatro años y sirva otros cuatro como reserva regular —en la que recibe paga y entrenamiento periódico—, o en la Individual Ready Reserve (IRR) —donde solo está obligado a reportar un día al año. Pero también pueden ser vueltos a llamar «involuntariamente» al servicio activo en una emergencia nacional, y ese es el caso para los 2 500 que están recibiendo el nuevo aviso, entre los 59 000 marines en IRR. Ellos podrían estar en Iraq o Afganistán por otros 12 a 18 meses.

Ese llamado contra la voluntad, de jóvenes ya veteranos, es un signo evidente de que las fuerzas armadas de Estados Unidos están en problemas y se les dificulta persuadir a los reclutados. Según Los Ángeles Times puede ser considerado como un solapado servicio militar obligatorio. Por supuesto, su impopularidad es grande entre quienes consideran que ya han hecho su parte en la guerra.

Sin embargo, allá irán otra vez, a engrosar los 22 000 marines emplazados actualmente en el país mesopotámico. A patrullar las calles de ciudades sumergidas en la violencia, a asaltar viviendas, detener a sospechosos, y matarlos si es preciso o si deciden emplearse a fondo de acuerdo con el entrenamiento habitual. Los marines son esos que gritan como slogan en sus prácticas de combate «kill, kill, kill» (mata, mata, mata).

Por eso merece la pena recordar que la pasada semana el diario The Washington Post citaba al teniente coronel Jeffrey R. Chessani, comandante del 3er. Batallón del 1er. Regimiento de Marines, la unidad involucrada en la matanza de Haditha, ocurrida el 19 de noviembre de 2005 y en la que murieron 24 civiles iraquíes, muchos de ellos mujeres y niños:

«Yo pienso que fue muy triste, muy desafortunado, pero en aquel momento, yo no sospechaba ninguna mala conducta de mis marines… No tenía ninguna razón para creer que esto no fuera otra cosa que acción de combate», dijo Chessani, quien no consideró aquellas muertes como algo inusual, por lo que tampoco inició una investigación.

Parece que con estas declaraciones divulgadas por el Washington Post quieren limpiar al jefe militar y a sus hombres de ese crimen de guerra, y pudieran considerarse como parte de una campaña para evitar la alarma entre la población estadounidense.

También los abogados que ahora defienden a los marines bajo investigación criminal arguyen que estos siguieron las reglas en «un día difícil en un campo de batalla caótico»; y en otras argumentaciones se dijo que los hombres de aquel pelotón habían actuado bajo el stress de un servicio prolongado.

¿Qué puede entonces esperarse de los soldados y marines casi obligados a permanecer o a regresar a la primera línea de fuego porque George W. Bush y su gente consideran necesaria esa guerra? De seguro seguiremos viendo atrocidades tan o más horrendas que la de Haditha…

Y que espere el pueblo estadounidense sus propias víctimas, que provocarán en un futuro mediato los daños psicológicos de toda guerra donde matar es fácil, ya que el adversario se «deshumaniza» —decía un especialista— porque es de una etnia, religión o cultura diferente… Otra manera de justificar lo inaceptable.

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