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Sandy sigue siendo una pesadilla

Daños físicos a las infraestructuras de los negocios y de las viviendas, y los producidos al ánimo y a la salud mental, siguen siendo escaras no sanadas en buena parte de las regiones estadounidenses por donde pasó hace un año el devastador fenómeno meteorológico al que nombraron la «supertormenta»

Autor:

Juana Carrasco Martín

Ha pasado justo un año de que la terrible tormenta Sandy tocara tierra en Estados Unidos y se le considerara el segundo huracán más mortal y destructivo en la historia de ese país, cuando provocó 72 muertes directamente y otras 87 relacionadas con este fenómeno meteorológico en ocho Estados, además de pérdidas por 65 000 millones de dólares en los 24 territorios de la Unión, afectados por la fuerza de sus vientos y las aguas que penetraron desde el océano e inundaron poblados y ciudades, sobre todo en las zonas costeras del este.

Desde Wisconsin hasta Canadá en el norte, y desde Florida hasta Maine, unas 650 000 viviendas fueron destruidas o dañadas por el huracán que penetró con fuerza 3 e hizo colapsar también el sistema de transporte público y dejó sin energía eléctrica durante semanas a ocho millones de personas.

Imposible recuperar las vidas humanas cobradas por el devastador fenómeno meteorológico, pero siendo Estados Unidos la primera economía mundial, bien pudiera pensarse que 12 meses son suficientes para haber resuelto buena parte de los problemas dejados en el camino, mas la realidad es otra, y para muchas familias Sandy sigue siendo la peor pesadilla de sus vidas.

Al repasar informaciones y reportajes que han ido apareciendo en algunos medios locales, por estos días del primer aniversario de tan trágico suceso, se puede obtener una panorámica de cuánto ha quedado olvidado entre los escombros que dejó a su paso, y también hay imágenes fotográficas para su constancia, tanto de lo reconstruido como de la destrucción aún intacta en no pocos lugares.

El canal televisivo por cable NY1 y la filial Philly de la CBS han hecho una serie de reportajes sobre Sandy un año después; también fotógrafos que estuvieron testimoniando el paso del huracán, han vuelto a los mismos escenarios para ver de primera mano qué ha sucedido en ese paisaje de destrucción en el lapso transcurrido desde octubre de 2012, un nuevo testimonio que, más allá de los escombros ya recogidos, deja constancia de que la reconstrucción no avanza lo suficiente, simplemente porque no pocos de quienes perdieron sus viviendas carecen de los medios financieros para volver a levantar el hogar, las perentorias necesidades de la vida y la tranquilidad y el sosiego mental…

Donde domina el capital…

Al huracán otoñal otra devastación se suma. Los intereses del capital no reconocen ni siquiera la caridad, mucho menos la solidaridad. Decenas de miles que perdieron sus viviendas con Sandy no han logrado aún recuperarlas o levantarlas nuevamente, en muchos casos porque las aseguradoras no responden a esa contingencia natural o los bancos siguen cobrando implacablemente las hipotecas, por lo que si no pagas, pierdes hasta lo derruido y todavía estás en deuda.

NY1 afirma que meses después de Sandy, hubo otra inundación; esta vez en viviendas cuyos dueños no pudieron pagar las hipotecas. Está claro que si no hay ganancias escasea la intención de ayudar a la gente a salvar sus casas.

La televisora ejemplifica con una propietaria de dos apartamentos que rentaba, Patricia Joseph, quien se había gastado previamente 50 000 dólares en reparaciones, pero Sandy se llevó las residencias y también los ingresos de sus inquilinos, tuvo que acudir a la hipoteca y a su prestamista, pero no pudo evitar la ejecución de la hipoteca. Lo perdió todo, y por supuesto no está sola en esa tragedia personal.

Según el Centro de Vecinos de la ciudad de Nueva York, en los cinco distritos de esa urbe la actividad de ejecuciones de hipotecas aumentó un 33 por ciento en este último año, comparado con el precedente, y la mayor parte de ellas ocurrieron en Queens, uno de los distritos más afectados por Sandy, porque el costo de los daños excedieron lo que pudieron obtener de los seguros, en aquellos que estaban cubiertos para esa contingencia.

Todd Bilgore, su esposa y sus dos hijos, vieron cómo cinco pies de agua entraban en su hogar en Brooklyn, y aún hoy están refugiados en casa de su madre, lo que les parece «una eternidad», porque este paramédico no ha podido reunir los cien mil dólares que le costarían las reparaciones y la aseguradora solo le ofreció 38 000 dólares.

NY1 afirma que aún están en peligro ante las hipotecas muchas personas que eran dueñas de sus viviendas, dañadas hace un año.

En Nueva Jersey, desde el pasado 25 de octubre y hasta el martes 29, que marcaba el día en que la supertormenta entró en ese estado, miles de voluntarios de diferentes grupos sociales a través de todo el territorio han estado realizando actividades de limpieza de los estragos que todavía perduran.

El reporte de la CBS asegura que aún hay playas que limpiar, así como puestos de salvavidas que pintar y reconstruir en un área cuyo negocio principal está en el turismo durante los meses de verano.

También trae historias personales, como la de Elizabeth Nesse, quien además de luchar emocionalmente con lo ocurrido, no ha podido retornar a su casa en Toms River, una localidad entre la bahía y el río, por lo que dice: «Tengo el agua del océano, el agua del río, el agua del subsuelo y el lodo todo en mi casa». Ella es una de las muchas personas que necesitan, como mínimo, esa ayuda de limpieza para poder regresar a su vivienda.

Desde el comienzo de la tragedia fueron grupos de la comunidad, de las iglesias y organizaciones no gubernamentales las más dispuestas a seguir contribuyendo con los damnificados con alimentos, ropas y otros enseres para cubrir las necesidades de quienes todo lo perdieron, incluso sus fuentes de ingreso, ya fueran el trabajo o los pequeños negocios. Algunas se autonombraron «Ocuppy Sandy» y siguen laborando hoy en día.

Otras pesadillas

Save the Children, una organización independiente dedicada a velar por la niñez más desfavorecida en casos de desastres, y que desde que ocurrió el Katrina hasta la fecha ha ayudado a medio millón de infantes, hizo un análisis de los menores que presenciaron y fueron afectados por Sandy y llegó a la conclusión de que, tras un año, muchos de ellos luchan con el intenso miedo y el estrés que trajo consigo la de-vastadora  tormenta.

Daba cuenta de ese estudio la emisora PRNewswire desde Westport, Connecticut, un estado al norte del país hasta donde llegó la furia de los vientos y el agua.

«Sandy fue la más terrífica experiencia en las vidas de miles de niños. Pero el día que la tormenta golpeó fue solamente el comienzo de la conmoción y la turbulencia que muchos niños han experimentado desde entonces», dijo Carolyn Miles, la presidenta y administradora ejecutiva de Save the Children, el grupo que ha tendido la mano a 40 000 de las más pequeñas víctimas de Sandy.

«Los niños todavía tienen pesadillas y pánico cuando ellos oyen la palabra tormenta. Otros tienen depresión, están fuera de la escuela, o incluso se causan a sí mismos daños físicos cuando tratan de enfrentar la situación»,  añadió Miles, quien dio un dato clave: «Todavía nuestra nación continúa invirtiendo por debajo para proteger a nuestros muchachos».

En este sentido mencionó a los servicios de salud mental, pero también que en Connecticut, así como en Nueva York y Nueva Jersey, los dos estados más afectados por Sandy, cientos de centros de cuidados de la niñez fueron seriamente dañados y todavía luchan para ser reconstruidos y reabiertos. Por añadidura, la mayoría de esos centros no califican para recibir fondos federales que les permitirían recuperarse.

Save the Children da un dato contundente, los Estados han gastado en las necesidades de la niñez menos de un décimo del uno por ciento destinado por el Gobierno federal para la preparación ante los desastres; y esta organización apunta que solo Nueva Jersey ha tomado acciones en este 2013 para cubrir los requerimientos que protejan a los niños en escuelas y centros de cuidados infantiles.

En total, dijo Miles a PRNewswire, «tenemos la esperanza de que no llegue un desastre como Sandy para despertar a los 28 estados que todavía fallan por proteger adecuadamente a los niños».

La libertad está cerrada

Lo descrito por esos medios, son apenas pinceladas de lo que no se ha hecho y debiera haberse realizado con un mayor apoyo oficial, pero la realidad pesa demasiado para miles, mucho más cuando austeridad y recortes forman parte del panorama económico y del presupuesto estadounidense, tanto el federal como el de los Estados.

Quizá este símbolo dé la clave para una nación donde las ganancias valen más que las personas. Las noticias de NY1 trajeron por estos días esta información: «Todavía hay mucho trabajo que hacer para reparar a las islas Ellis y Libertad, cercano al año después del huracán Sandy».

«Inundada por la tormenta, la Isla Ellis todavía permanece cerrada al público… La Estatua de la Libertad está abierta, pero aún se necesitan hacer trabajos en partes de la Isla», agregaba.

Sin embargo, quizá más como una acción efectista, el Museo de la Isla Ellis fue reabierto este lunes 28, aunque un millón de fotografías y otros artefactos que documentan la entrada de 12 millones de inmigrantes a Estados Unidos, fundamentalmente europeos, desde 1892 hasta 1954, permanecen almacenadas, y no han sido reparadas las computadoras que utilizan los visitantes para investigar y conocer de sus ancestros.

Estados Unidos no ha podido resolver los estragos de Sandy, como tampoco cerró completamente las heridas del Katrina.

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