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Irá por la presidencia de Chile un exdirigente de la «revolución de los pingüinos»

Las primarias del domingo dieron el triunfo a candidatos jóvenes de izquierda y derecha

Autor:

Juventud Rebelde

SANTIAGO, julio 19.— Las posiciones unidas, al parecer, serán posibles también de parte de la izquierda más sólida, con vista a las presidenciales que tendrán lugar el próximo noviembre en Chile, a juzgar por las reacciones del triunfador Gabriel Boric y de su contrincante Daniel Jadue, luego de las primarias de Apruebo Dignidad, este domingo.

A Boric, un joven de 35 años que se dio a conocer como uno de los líderes de las manifestaciones estudiantiles de 2011 —que siguieron a las de 2006 e iniciaron la movilización popular chilena hasta hoy— el triunfo como candidato de la coalición izquierdista no le opacó la mirada estratégica.

«Gracias a quienes hoy han confiado en nosotros. Tomo este triunfo con alegría, humildad y sobre todo con sentido de responsabilidad. Gracias también a @danieljadue», con quien he conversado y trabajaremos unidos. Para ganar en noviembre hay que convocar más aún. Seguimos!», posteó el miembro de la alianza Frente Amplio en Twitter.

En igual sentido se pronunció Jadue, de alcalde La Recolecta y representante del Partido Comunista, quien escribió en la propia red social: «Ha sido un día histórico. El proyecto para transformar Chile sigue en pie. Felicitaciones a Gabriel, aquí estaremos a disposición para seguir avanzando!», postura que amplió al usar de la palabra junto a su comando de campaña, una vez conocidos los resultados: «La tarea fundamental está en otro lugar, por lo que les pido que nos dispongamos a seguir trabajando para ganar la presidencia en noviembre con Gabriel Boric».

Ambos aspirantes defienden un modelo que ponga fin a la crisis neoliberal, y abra paso a la justicia social.

Claro que por fuera de esta coalición quedan agrupaciones que no están en Apruebo Dignidad y son ubicadas entre la centroizquierda y la centroderecha; las que seguro presentarán candidatos por fuera de la coalición, como el Partido Socialista y la Democracia Cristiana, agrupaciones que, según observadores, ya tienen aspirantes formales en Paula Narváez y Carlos Maldonado y, posiblemente, la presidenta del Senado, Yasna Provoste.

Precisamente, en una carta de su Partido Socialista dada a conocer el lunes, Narváez felicitó a los ganadores pero recordó que «el cuadro está incompleto, porque falta un sector político fundamental en la historia política de Chile, y es el que yo represento, que es el socialismo democrático y el progresismo, que no puede renunciar a estar en esta elección presidencial que se inserta en un momento histórico».

Narváez lamentó la ausencia de un acuerdo que le impidió a su partido participar en estas primarias, y dijo que es necesario «que a través de un mecanismo democrático, podamos definir una candidatura única de la Unidad Constituyente y el progresismo, para poder estar en la primera vuelta de noviembre en la elección presidencial».

El Partido Socialista perteneció a la denominada  Concertación para la Democracia, que tan escaso sabor de cambio dejó como gobierno durante el largo periodo conocido como transición a la democracia, desde la salida del dictador Augusto Pinochet en 1990 hasta la llegada de la derecha con Sebastián Piñera, en su primer mandato de 2010.

Sichel por la derecha

En estas primarias, por el contrario, hubo predilección por los que analistas han bautizado como candidatos emergentes e identificados como más moderados. Por la derecha ganó la postulación otro político joven, cuyo triunfo tampoco se esperaba: Sebastián Sichel Ramírez, de 43 años, quien ha militado en varios partidos, fue ministro de Piñera y ahora se presentó como independiente, desplazó al favorito que dieron las encuestas entre los cuatro aspirantes de Chile Vamos, el reaccionario Joaquín Lavín.

Otras lecturas de las primarias fueron, por ejemplo, la asistencia en 700 000 electores más a los comicios de la izquierda que los registrados en la votación de la alianza oficialista, lo que ha sido entendido como triunfo de la izquierda si bien la participación total, ubicada en el entorno del 21 por ciento, no logró desbancar lo que el diario español El País llamó «abstención estructural».

Por su parte, el periódico local La Tercera reportó que hubo nuevos votantes en la región metropolitana y en el área urbana, en comparación con las primarias de 2017.

Según el análisis del rotativo ibérico, los guarismos que dejaron las primarias chilenas representan, en general, «un triunfo de los postulantes moderados de sus respectivos sectores políticos.

«Pero sobre todo, representa un profundo cambio generacional para la izquierda y la derecha: es la primera vez en la historia de la democracia chilena que hay candidatos a la presidencia que aún no habían nacido cuando se produjo el golpe de Estado de Augusto Pinochet, en 1973», apuntó.

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