Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lecciones de fin de año

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

Los días finales del año son casi siempre un calco del anterior: frescos, ajetreados, musicales. El espíritu bullanguero crea una simbiosis perfecta con el cambio de chip que obsequia el calendario. Son días diferentes, en todo caso, que regalan una parafernalia peculiar, a lo mejor también un tanto más sentimental por tratarse de un período conclusivo en la vida de mucha gente.

Hace un año, recuerdo, soporté la angustia de un fin de 2021 funesto. Cuando todos alrededor celebraban el advenimiento de una nueva etapa, o brindaban por esperanzas venideras, mi familia sufría por una enfermedad grave y repentina que envió a uno de sus miembros más queridos a un hospital.

Detalles grises como este hacen que uno mire la vida de manera diferente. Y me niego a ver en esto un cliché. Pocas veces valoramos lo que tenemos hasta que las circunstancias nos colocan en situaciones difíciles. Y las lecciones, que la mayoría de las oportunidades llegan a modo de sermón, cuando suceden a partir de accidentes personales suelen calar hondo.

Por eso deberían ser más habituales las hermandades, festejos y buenos deseos que navegan entre la gente, y digo especialmente entre la gente cubana, cuando se va un año y llega otro. ¿Qué nos ha dejado, por ejemplo, este 2022? Me lo pregunto muchas veces y aparte de la citada enseñanza y la posterior madurez que te provoca, diría que sacrificios y aprendizajes.

Los vaivenes del calendario podrían fungir como una guía para afrontar lo que viene con mucho enfoque de ofrecerle importancia a lo que realmente lo tiene. ¿Las carencias nos afectan? Sí, afirmar lo contrario sería un eufemismo de gigantescas dimensiones, mas de ninguna manera pudiera ser este un factor que arruine nuestra cotidianeidad y espiritualidad.

Hace unos días, quisiera contarlo porque me pareció genial, un señor debió marcharse de una cola sin haber obtenido el producto que buscaba. Mientras el resto todavía refunfuñaba hacia los vendedores por la frustración de las horas perdidas en vano, el iba bromeando porque si ha llegado a sus 56 años «como un roble», es aplicando el lema de «coger poca lucha, que estamos en fin de año».

Esto no significa mirar para otro lado ante problemáticas existentes ni disimular, pero pudiera remediar en cierta medida, como decía antes, con la prioridad de valorar lo bueno y echar para un lado lo malo.

A los que tienen salud, disfrútenla y a los que no, luchen hasta el final con la fe y la mentalidad positiva suficiente para sobrellevar la dificultad. A los que tienen familia, sean felices en su compañía, que no hay mayor riqueza que esta. Lo demás es secundario. Aprendamos a ver la luz en cosas pequeñas. ¡Feliz año nuevo!

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