Teatro La Proa en la mañana, Peña del ratón Federico en la tarde y luego el parque Hábitat, al que habrá que dedicarle páginas de este diario por la maravillosa labor que realizan sus gestores en beneficio de los pequeños y las familias. Fue esa la jornada del sábado reciente que compartieron un padre y su pequeño.
No es un acuerdo de paz, es cierto. Es un cese temporal de las hostilidades, un respiro, una tregua de guerra durante seis semanas. Un alto de los cruentos bombardeos aéreos israelíes sobre Gaza, demolida casi totalmente. Un verdadero abuso de poder de Israel sobre más de dos millones de civiles palestinos con absoluta impunidad, consentida por Estados Unidos, que durante 15 meses le ha suministrado bombas de demolición de 2000 libras, cohetes, cañones, todo tipo de armamento.
¿Un huevo de Naboth? ¿Y eso qué es? Irremediablemente su rostro mostró preocupación y ansiedad por saber. «No debe angustiarse por eso, es una lesión o tumoración benigna. No implica consecuencias mayores», explicó la doctora, y ella respiró aliviada. No obstante, no estará tranquila hasta recibir el resultado final de la valoración de su muestra.
Cada época tiene sus héroes. Unos y otros igual de ilustres. A más humildes, más grandes. En ocasiones, armados de farol, de cartilla y manual; a veces de guantes, fajas de seguridad y varas de fibras de vidrio dieléctrico para la conexión y desconexión de líneas; o solo de su fuerza y habilidad.
Fueron días muy difíciles e intensos los que se vivieron en Cuba en el año que terminó. Días de incertidumbres, en que no sabíamos cuándo veríamos al fin la luz, y con esto no me refiero solamente a la necesaria luz que proviene de la electricidad.
Cuando hace 32 años Daniel Diez Castrillo (1946-2023) se fue a las montañas de San Pablo de Yao, en Buey Arriba, a iniciar un proyecto comunitario bien atrevido, algunos lo llamaron loco. Y a los que subieron junto a él, incluso, les pronosticaron un fiasco.
Somos dueños de nuestro destino. Hoy es arriesgado afirmarlo, no tengo dudas, pero lo asumo. En los últimos tiempos hemos visto flaquear voluntades a la par que el desaliento sustituye convicciones, mientras ganan terreno ciertas matrices de opinión empeñadas en anunciar con amargura el abandono —tras la asunción de variantes de mercado y sus desigualdades asociadas— de los principios socialistas que nos vienen guiando, incluso, desde antes del triunfo revolucionario.
A algunos pudiera parecernos que esa mujer delgada y de tono dulce que recién ha llegado a la presidencia de México, poco conocida a nivel internacional hasta que fue postulada por Morena, sería estremecida por las atronadoras y a veces sarcásticas advertencias del rugiente mandatario que tendrá en breve como colega.
No vamos a renunciar al deseo de que seamos felices. No vamos a renunciar a luchar para que alcancemos la felicidad. Ninguna condición nos va a hacer cejar en el empeño. Sé que muchas personas piensan así. No importa cuán mínimo sea lo que se logre con el esfuerzo compartido. Un paso es suficiente para dar otro más. Por eso, ahora que empezó el año 2025, plasmo aquí esta «Desiderata desde la crisis».