Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No todos los caminos conducen a más leche

El éxito de la producción lechera nacional pasa por Camagüey. Lograrlo depende de eliminar los problemas que atentan contra indicadores de eficiencia y calidad

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— El año 2011 fue desafiante para los ganaderos camagüeyanos, quienes debieron producir leche en condiciones de extrema sequía, combinada con otros factores que incidieron en el incumplimiento del plan.

Lo lamentable es que si este territorio incumple, el país también lo hará. Camagüey aporta cerca del 30 por ciento de la leche destinada a la industria láctea cubana.

La provincia posee más de 190 000 vacas y unas 100 000 novillas, que representan el 15,58 por ciento de la masa vacuna cubana, en la que se destaca una elevada concentración de 145 000 vacas lecheras», confirmó el Doctor Humberto Fernández Cruz, subdelegado de Ganadería en Camagüey. Sin embargo, el plan de leche se incumplió, y con un decrecimiento con respecto a 2010.

«De un plan de 95 millones de litros de leche que debían producirse, solo se acopiaron unos 80 millones, muy por debajo de los 94 millones producidos en 2010», enfatizó el directivo, con más de tres décadas ininterrumpidas en el sector.

Acerca de los factores que influyeron en este resultado, JR dialogó con este funcionario, quien representa aquí a un creciente sector pecuario de más de 31 500 hombres y mujeres, de ellos unos 20 000 productores que entregan directamente leche a la industria láctea.

—¿Qué otros elementos determinaron el incumplimiento del plan?

—La sequía experimentada durante más de ocho meses nos complicó el escenario productivo. Una realidad que determinó que más de 150 000 animales al unísono tomaran agua trasladada en pipas durante  2011. En esta situación, una res nunca beberá el agua que necesita, ya que para producir ocho litros como promedio, el animal requiere beber unos 120 litros de agua diarios y lo que realmente tomaron fue como promedio unos 40 litros. Por eso la importancia de prepararse para una sequía extensa.

«La contradicción mayor está en que los agropecuarios, conociendo de los desastres que originan las sequías, no se prepararan para estas, más si existe una tendencia a que se repitan todos los años.  Mientras se alarga la seca, comienza y se acrecienta también el déficit de alimento.

«Actualmente cumplimos el plan de siembra de alimento animal, con unas 10 000 hectáreas plantadas con voluminosas (principales alimentos concentrados enérgeticos y proteicos para ganado), que son las que más hacen falta, pues aportan mayor volumen de comida con calidad en un menor tiempo. Para esto el país nos asignó un grupo de sistemas de riego que ayudarán al desarrollo de las siembras y a cosechar más comida».

—Sin embargo, la provincia inició 2012 con carencia de forrajes...

—Sí, se necesita tener unas 50 000 hectáreas de pastos para garantizar la alimentación fresca del animal en el período seco y solo tenemos unas 20 306 hectáreas dedicadas a ello.

«La creación de potreros aquí es un problema para Camagüey. Solo 1 016 unidades tienen reservas para la rotación de sus rebaños en cuatro potreros. El resto de las más de 11 000 unidades tiene menos de esta cantidad, indicador muy negativo, porque hay que producir a base de pastos y forrajes, pero en potreros. Se implementan medidas para su realización, pero es muy lento su fomento por la maleza, la carencia de recursos y la falta de determinación en quienes tienen la responsabilidad de crearlos y exigirlos.

«Si este déficit de potreros no existiera podríamos rotar al animal cada tres días como máximo y no cada 15, como hoy lo hacemos. Este desbalance imposibilita tener pastos frescos encargados de aumentar la eficiencia y producción por vaca. Comida fresca es igual a más leche».

—¿Cómo se explica que con los mayores volúmenes de agua embalsada del país falte en las vaquerías?

—La infraestructura para trasladar esa agua está muy deteriorada y en otros casos ni siquiera existe. Es una realidad que se debe revertir. El país se desangraría si intentara llevar agua por conductoras a todos los escenarios ganaderos, debido al alto costo de su tecnología y consumo energético.

«En parte sería repetir el error del municipio de Sibanicú. Nunca ha llovido en ese lugar lo suficiente. Sin embargo, en la década de los 80 del pasado siglo se construyó una cuenca lechera poderosa sobre la base de una gigantesca conductora, que hoy está muy deteriorada.

«Actualmente el escenario productivo es diferente; se multiplica por la implementación del Decreto Ley 259, que posibilita la creación de fincas de manera individual y distantes unas de otras. Solo en Camagüey, el 65,3 por ciento de las tierras entregadas (más de 204 688 hectáreas) pertenece a la producción ganadera total, y de estas, 101 000 hectáreas están dedicadas a la ganadería vacuna».

«La provincia en sus planes de consumo de agua para la agricultura administra los grandes embalses hacia los extensos polos productivos, como el arroz y cultivos varios, y el resto hacia la producción ganadera, porque no es económico consolidar una infraestructura hidráulica costosa hacia cada una de las unidades productivas camagüeyanas, muy diseminadas.

«No podemos dogmatizar las soluciones. El hombre es el máximo responsable de buscar las más adecuadas según sus condiciones; por eso las que se implementen deben cumplir con requisitos de no agresión al medio ambiente, calidad, perdurabilidad y eficiencia económica y energética. Cada ganadero en su vaquería debe lograr la independencia de agua y la autosuficiencia alimentaria, a partir del agua real con que cuente.

«Se impone implementar el funcionamiento de los molinos de viento, la construcción de pozos de brocal (criollos), tanques chiquitos y medianos que almacenen agua, además de mantener una electrobomba, de manera que si falla una alternativa se pueda contar con la otra.

«Está probada la efectividad de estos molinos, que funcionan aquí desde la década de 1930. En ese sentido, el país apoya a Camagüey. Hoy tenemos unos 2 023 molinos de viento incorporados ya a la producción ganadera».

—¿No resulta contradictorio entonces la entrega de tierras sin cobertura de agua?

—No se pueden violar los estudios científicos acerca de las propiedades del suelo, como ha ocurrido en algunos casos con la entrega de tierra a campesinos, en zonas donde el suelo no retiene el agua y las precipitaciones tampoco son abundantes.

«Desde 2008 se han vendido a los usufructuarios más de 98 000 cabezas de ganado, que se han multiplicado por los nacimientos. Sin embargo, en esta acción comercial-productiva no siempre se han tenido en cuenta ni las condiciones del nuevo campesino para la tenencia y manejo de animales ni el lugar donde se ubicará su finca.

«Las contradicciones ya existen y creo que si no hay alternativas que solucionen la carencia casi permanente de agua en esas zonas, habrá que trasladar esas unidades hacia lugares fértiles, si fuera necesario. Lo cierto es que aquí se han creado fincas sin cobertura de agua, hasta con más de 60 cabezas de ganado.

«No solo es necesario tener en las fincas el agua que necesita el rebaño, sino que estas posean calidad higiénico-sanitaria para también garantizar la calidad de las producciones y la vida útil del animal. Pero si no hay otra fuente de agua, el campesino se ve obligado a trabajar con la contaminada. Ese es otro problema. Sin agua potable no hay calidad de leche.

«Un caso aquí muy latente es el de la Empresa Triángulo Uno, en la que algunas de sus microvaquerías tienen contaminadas sus fuentes de agua, y allí hay que trasladarla de forma permanente con pipas. Económicamente se afecta la economía de la empresa y es muy difícil lograr eficiencia.

«Con la introducción de la Resolución 152, que norma los precios de la leche según su calidad, existen campesinos que solo percibieron 35 centavos por litro, cuando podría ser hasta de más de 2,50 pesos, lo que indica que la calidad aún es pésima en varias fincas.

«El contrato deberá estudiarse con profundidad, transformarse o enriquecerse en lo adelante, para que de alguna manera incluya en su contenido no solo cantidad de litros a entregar hacia la industria, sino todo lo concerniente a la calidad de esta».

—¿Cuánto determina el rol de la empresa agropecuaria para incrementar las producciones?

—La asesoría, capacitación, control y exigencia al productor nace en la empresa; pero si esta no establece mecanismos prácticos y objetivos que comprueben y orienten al productor, perdemos terreno y mucha leche.

«Hablamos de 11 557 unidades productivas, de estas unas 7 000 que entregan leche a la industria, repartidas en vaquerías que poseen desde dos vacas hasta más de cien, según su escenario productivo. Si no hay atención, ¿cómo logramos calidad en la leche y el acopio de esta hacia la industria?

«La falta de recursos no fue la única causa que originó que durante el pasado año la natalidad se comportara baja (de un 59 por ciento en la provincia); y que la mortalidad se registrara alta por no existir una buena atención ni a la hembra preñada en su último tercio de gestación ni al recién nacido, porque se exprimió la vaca y no se dejó leche al ternero, y el animal ni bebió agua ni comió la comida que necesitó en su momento. La falta de una cultura ganadera integral fue lo que más incidió en esto».

—¿Cómo se comporta la contratación en el sector ganadero en lo que va del presente año?

—Durante 2011 fue una realidad el desvío de leche hacia otros destinos. Si se hubiera respetado el contrato por productores y por quienes debieron exigirlo, otras serían las cifras acopiadas hacia la industria. La provincia solo promedió 3,94 litros por vaca: muy bajo. Esas son cifras para reflexionar en las bases productivas, que obligan a exigir lo dispuesto en el contrato.

«Ya este 2012 presenta también dificultades la contratación. Las cooperativas este año contratan directamente con la Industria Láctea, y a esta le corresponde demandar los incumplimientos del contrato con las cooperativas; pero, ¿cómo nuestras empresas exigirán el cumplimiento del contrato a sus productores, si entre ellas y sus ganaderos ya existen problemas de contratación?

«Es un tema que la provincia revisa al detalle, y que demanda esfuerzo de todos los implicados. Porque si no resolvemos este problema en las bases productivas, seguiremos con bajos rendimientos por vaca, poca eficiencia, y el no cumplimiento del plan, por mucho que se invierta en recursos y esfuerzos».

—Hay descontento  por la forma en que se acopia la leche, situación que influye en su calidad y en las actuales cifras de producción.

—Actualmente se reordenan las rutas de acopio, sobre la base de un diagnóstico que integra todos los tramos por donde transita este producto y los factores que inciden en la pérdida de su calidad.

«Este reordenamiento incluye las condiciones y lugares donde se ubican las fincas, los refrescadores y tanques de frío (los que deberán ser instalados o reinstalados en zonas de gran concentración de productores) y las distancias para el acarreo de su leche, además de otros elementos, en los que hay que lograr consenso para no afectar ni al ganadero, ni la calidad de su producto, ni a la Industria.

«Existen contradicciones en todo el sistema comercializador de la leche que deberán ser resueltas en su mayoría con este reordenamiento y con la implementación de la Resolución 412. Algunas incluso, dañan. Por ejemplo, el acarreo de importantes volúmenes de leche desde varios lugares distantes no se justifica económicamente, porque hay quien gana más por su acarreo que por su producción. Esta realidad urge de transformaciones, sustentadas siempre en la reflexión conjunta con el productor y en el estudio de cada elemento, para no equivocarnos».

—¿Este reordenamiento incluye los pésimos caminos?

—Los incluye, pero aún no hay una solución inmediata para los más de 1 400 kilómetros de caminos lecheros en pésimo estado, que afectan la conservación de la calidad del producto. La leche demora más de cuatro horas en llegar a la industria, cuando debería ser de una o dos horas como promedio, si las rutas estuvieran en buen estado. En tiempos de lluvia el problema se complica. No hay quien llegue a fincas intrincadas o incomunicadas. El plan de inversiones para esta actividad continúa muy bajo, y lo cierto es que cada año reparamos menos.

«Hablamos de varias zonas incomunicadas en los municipios de Vertientes, Guáimaro, Sibanicú y Camagüey, todas puntales en la producción lechera del país. Lo más contradictorio es que esta realidad sin logística no puede ser transformada, y a la vuelta de unos meses podrían ser más los territorios con zonas incomunicadas y con ello podría aumentar la desatención al productor».

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