Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

A Cuba hay que pensarla desde el municipio

Autor:

Dayán González Ramírez

A pensar como país, que es pensar por Cuba y los hijos de esta tierra, nos ha llamado Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Atinadas reflexiones han salido de este llamamiento, algo que ha de hacer cada cubano para dar más por la Mayor de las Antillas.

Es imperdonable conformarnos con lo alcanzado o refugiarnos en las agresiones imperialistas para justificar una actitud mediocre o deficiencias en el trabajo. No basta con la voluntad y el accionar de la máxima dirección del país; en cada pueblo, en cada municipio y en cada provincia es necesario pensar por Cuba y hacer más por ella cada día.

Los tiempos actuales, tal como lo predijo Fidel, son de grandes y decisivas batallas que requieren conciencia, conocimientos y espíritu revolucionario.

Cuba se encuentra en un momento de actualización económica sin abandonar el socialismo. Como un motor que se repara o modifica sin perder su estructura original, atraviesa por un proceso de pruebas y rectificaciones.

Esto no es nuevo en la historia de la Revolución, pero exige decisiones acertadas y una entrega total de cada cubano a su trabajo, en especial de los que tienen el honor y el deber de conducir el proceso en el municipio: eslabón decisivo en el éxito del proceso.

El Presidente cubano nos ha llamado a desgajar diariamente los problemas, y esto debe hacerse como nos enseñó Raúl, sin prisa pero sin pausa. Con la participación consciente de todos los cubanos. El inmovilismo, la falta de iniciativa y la ingenuidad es algo que los cubanos no podemos permitirnos en medio de un bloqueo —y es real, amén de las justificaciones—, que se arrecia cada día.

La generación entre las que se encuentran mis padres tuvo el reto de criarnos y educarnos durante un crudo período especial en tiempo de paz y el mérito de haber resistido y defendido la Revolución.

Hoy el reto es hacer avanzar a Cuba en medio de una guerra económica y mediática bien estructurada y financiada. Para eso es imprescindible un gobierno local proactivo, que vele por el cumplimiento de la ley y que cada día se preocupe por las inquietudes del pueblo y se ocupe por su solución.

Todas las personas que están en cargos de dirección son servidores públicos y se deben al pueblo. ¡Esa es una verdad más grande que un templo! Cada municipio o provincia tiene sus peculiaridades y la cotidianidad genera nuevos problemas que requieren soluciones precisas y oportunas.

Debemos ser capaces de incentivar que cada empresa sea más eficiente, que cada plan sea más apegado a las potencialidades de las entidades. Hay que erradicar, por ejemplo, la pérdida de cosechas en los campos por mala planificación, que afecta el bolsillo de las familias y el de cada cubano, que a veces no encuentra un mango, y a unos pocos kilómetros se están echando a perder esperando por Acopio o por el combustible que la firma de un funcionario tiene retenido y que da margen a los especuladores que lucran con el trabajo del pueblo, en algunos casos gracias a la desidia o incompetencia de algunos.

No es posible que un transportista privado suba los precios del pasaje a su antojo y existan decenas de guaguas en el municipio parqueadas porque ya realizaron un viaje, o se alquilen a empresas por dos horas y eso sea suficiente para abonar lo planificado. La recién aprobada Constitución establece una mayor autonomía para los municipios, y esta debe ser aplicada con responsabilidad no solo por las autoridades, sino por todos los pobladores.

El Estado tiene el deber de establecer un mayor control, y lo está ejerciendo. Dirigir en Cuba nunca ha sido fácil, pues el imperio siempre ha tratado de desconcentrarnos y distraernos, pero los cubanos hemos demostrado que con la Revolución todo se puede.

Si mis abuelos fueron capaces de derrotar a los mercenarios en Girón, de enfrentar la guerra bacteriológica y de resistir los momentos más difíciles de la economía, nosotros somos capaces de desarrollarnos, de continuar la Revolución y de reducir las dificultades cada día, porque el pueblo de Cuba es revolucionario, es fiel al legado de Fidel y junto a la máxima dirección del país estamos convencidos de que somos continuidad.

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