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«Locos» en África Occidental

Integrantes de las brigadas médicas que combatieron el ébola sostuvieron un encuentro con los asistentes al XI Pleno del Comité Nacional de la UJC, que concluye este domingo, con un homenaje a Maceo y Che

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Cuentan que muchos, incluyendo sus familias, los tildaron de «locos» al conocer que viajarían a África Occidental para cuidar la salud de otros seres humanos, con riesgo de su propia vida. Las informaciones que veían o leían del virus del ébola, que en varias regiones de ese continente causaba la muerte a miles, ponía a todos en tensión.

Sin embargo, meses después de su regreso a casa todos están convencidos de que valió la pena el riesgo, resistir las altas temperaturas, los pesados equipos de protección, la añoranza de la familia y, sobre todo, sienten la inmensa felicidad de recordar cómo muchos enfermos lograban vencer la epidemia y regresar a sus hogares sanos y salvos gracias a sus cuidados.

Son esas las experiencias que compartieron un grupo de profesionales cubanos que integraron las brigadas médicas que en Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia enfrentaron lo que fue considerado por la Organización Mundial de la Salud como la mayor emergencia médica mundial en los últimos tiempos, con los asistentes al XI Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

En la reunión del máximo órgano de dirección de la UJC entre congresos —que sesiona en el Centro de Convenciones Lázaro Peña y constituye un homenaje a otros dos grandes héroes de todos y para todos los tiempos: Maceo y Che— este domingo se realizará una evaluación del cumplimiento de los acuerdos del IX Congreso y de la labor de la organización en estos últimos cinco años, así como también un repaso de todo el proceso orgánico camino al X Congreso de la organización, incluida la reciente discusión del documento Las razones para luchar y vencer se multiplican cada día.

Como antesala del debate hoy, los profesionales de la Salud, contaron además que a su llegada al África Occidental demostraron que podía ofrecerse un trato cercano y humano, que en oportunidades les era negado a los pacientes, quienes eran recluidos prácticamente sin asistencia alguna. Los cubanos no solo brindaron atención médica de calidad, sino también el apoyo, cariño y amor, que tanto agradece una persona cuando está enferma.

Lo más sorprendente es que no asumen poses cuando cuentan esas historias, porque saben que han hecho el bien, pues rescatar una vida es como crearla, como narró el licenciado en Enfermería Alex Castañeda Castillo, quien aseguró que durante meses siguieron la intensa rutina del combate y los protocolos de protección, todavía vigentes.

Muchos eran jóvenes que aceptaban acudir a una misión sumamente riesgosa. Así con solo 25 años de edad, el también licenciado en Enfermería Víctor Lázaro Guerra Vierra, trabajador del Hospital Pediátrico Pepe Portilla, de Pinar del Río, decidió cumplir esa misión, mientras en el mundo otros flaqueaban frente al virus, como lamentaba la Organización de Naciones Unidas.

Lázaro Víctor se estremece cuando narra las anécdotas de esos pequeños que logró salvar de la muerte mientras sus padres morían. «Tuve que canalizar por vez primera la vena de un bebé de siete días de nacido. Es difícil ver morir todos los días a niños. Pero no había otra opción que ser fuerte ante cada momento y poner mucho empeño, como clave del éxito», dijo.

También contaron sus historias el primer teniente Rotceh Ríos Molina, especialista en Medicina Interna y trabajador del Hospital Militar Central Doctor Luis Díaz Soto, de La Habana, quien el martes último fue seleccionado como el último delegado directo al X Congreso de la UJC; y el mayor Félix Báez Sarría, el galeno que contrajo la epidemia y que tras restablecerse regresó a Sierra Leona para continuar junto a sus compañeros el combate contra la enfermedad.

A propagar el paradigma y la grandeza de estos hombres invitó Yuniasky Crespo Baquero, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, quien añadió que ellos son ejemplo de la profunda vocación internacionalista y del altruismo que ha fomentado la Revolución. «Ejemplos como los de ustedes invitan a hacer las cosas con dignidad, optimismo y por convicción», dijo.

Lágrimas, risas, abrazos… acompañaron el diálogo con esos héroes de nuestro tiempo, como los llamó Fidel, quienes se despidieron de los jóvenes convencidos que personas como ellos, comunes y corrientes, educados bajo los principios del humanismo y el internacionalismo, estarían dispuestos a hacer lo mismo que les tocó y hasta cumplir misiones más difíciles.

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