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Somatón parece, pero no es

La Dirección Nacional de Seguridad Vial pone en marcha un programa de revisión técnica de la transportación masiva de pasajeros en el sector privado. Un examen a fondo de camiones y camionetas que «tiran» pasaje revela por qué estos medios inciden en el incremento de la accidentalidad en Cuba

Autor:

Haydée León Moya

GUANTÁNAMO.— Por vez primera en muchos años Alexeider de La Cruz García salió casi al amanecer desde las profundidades de la zona montañosa de El Tíbet de Filipinas sin un pasajero encima de su carro particular.

Son apenas las ocho de la mañana de un viernes reciente cuando el joven camionero parquea, sobre la rampa de la Empresa de Ómnibus Urbanos de la ciudad capital en este territorio, el Ford del año 56 en el que «tira» pasaje, recorriendo caminos, terraplenes y carreteras no siempre transitables.

Saluda a quienes lo esperan allí y les pide que «metan manos a la obra, porque ahora, a la segunda, va la vencida».

Y varios hombres a la vez revisan aquí, comprueban por allá e informan a Alexeider que está aprobado. Ponen de nuevo en sus manos varios documentos y le sugieren solucionar algunos detalles que son solo cuestión de poner bonito y darle un poquito más de confort al camión, uno de los 177 que en Guantánamo tienen Licencia Operativa vigente para transportar pasajeros.

El joven de El Tíbet de Filipinas, un lugar recóndito del municipio montañoso de Niceto Pérez, es bien avispado y conversador: «Vine a reinspeccionar, porque cuando los inspectores fueron hasta mi municipio me indicaron resolver algunos problemas técnicos del vehículo que aconsejaban no transportar personas en tales condiciones. Eso fue hace dos semanas más o menos, y mire, ya está ahí», dice.

Aunque ya tiene de nuevo en sus manos todos los documentos que lo autorizan a ejercer este trabajo por cuenta propia, sabe que debe tapizar los asientos de la cabina y darle unos toques de pintura al exterior del carro.

«Uno siempre cree que sabe dónde le “duele” al camión, pero ellos son los que saben y todo lo que señalan favorece la seguridad del carro, la mía y la de los pasajeros, más cuando es en las montañas», comenta Alexeider, y sale a cargar su Ford del año 56 rumbo a El Tíbet de Filipinas.

Comisión que examina

Estas historias se repiten con igual o parecidas características en el traspatio de la Empresa de Ómnibus Urbanos, desde inicios de año. No es exactamente una planta de revisión técnica lo que funciona allí, como el llamado somatón, sino una comisión técnica que tiene por estos días un encargo muy puntual y revelador.

Héctor González López, jefe del Departamento Provincial de Inspección Estatal del Ministerio de Transporte (Mitrans), explica de qué se trata.

«Esta revisión, que comenzó el pasado enero, responde a un operativo indicado por la Dirección Nacional de Seguridad Vial para frenar la alta incidencia que tienen estos medios de transportación masiva en el incremento de la accidentalidad en Cuba», expresa.

Agrega que un estudio reciente de las estadísticas da cuenta del fatal saldo de 788 personas fallecidas en 2015, como consecuencia de alrededor de 30 accidentes ocurridos diariamente, con un promedio cada uno de dos muertos y 22 lesionados.

Esa realidad, dice, ha puesto bombillo rojo en el sector privado de la transportación de pasajeros. En Guantánamo, por ejemplo, de los 250 incidentes fatales registrados en la vía, en 130 tuvieron participación los carros particulares.

«Pero lo más grave —advierte el representante del Mitrans aquí—, es que en los accidentes en los que han estado involucrados estos medios de transportación masiva se registra la mayor cantidad de fallecidos y lesionados.

«Por eso, en cada provincia cubana se creó una comisión integrada por especialistas del Registro de Vehículos, inspectores de la Unidad Estatal de Tráfico, popularmente conocidos como «los verdes», de Inspección Estatal de Transporte «los azules», los del Consejo de la Administración Provincial, y la Empresa de revisión técnica automotor. Este equipo de expertos examina minuciosamente los sistemas de frenos, luces y transmisión, así como otros requerimientos que establece la Ley 109 sobre Seguridad Vial», argumenta.

Comenta el funcionario del Mitrans que en esencia se trata de un examen profundo de los requisitos técnicos que deben cumplir los camiones y camionetas particulares con Licencia Operativa vigente, con la finalidad de comprobar y validar que andan seguros en la vía.

En el caso de Guantánamo los municipios con mayor cantidad de camiones y camionetas particulares en esas funciones son Guantánamo, Baracoa, El Salvador, San Antonio del Sur y Manuel Tames, en ese orden.

Según detalla el jefe del Departamento Provincial de Inspección Estatal, en una primera etapa se realizó la inspección en los municipios donde residen los porteadores privados. Se les indicó lo que debían corregir, y en dependencia de los problemas detectados se les retiraron los documentos que legalizan la actividad por cuenta propia hasta que los resolvieran.

En estos momentos —agrega— cumplimentamos la etapa de reinspección, y la primera revisión en el caso de los vehículos que al iniciar el operativo estaban parados por diferentes causas, pero fundamentalmente por estar en reparación.

El funcionario advierte que esta inspección es de carácter obligatorio para quienes transportan pasajeros y carga en los mencionados medios, y que debe concluir, en el caso de este territorio, en los primeros días de abril.

El ojo del grupo inspector

Ignacio Castillo del Valle, de Santa María, en las afueras de la ciudad de Guantánamo, llega a la inspección con la camioneta Cadillac del año 50 con la cual trabaja por cuenta propia. «Se ve reluciente y bien parada, pero vamos a profundizar», dice Alexis Berenguer Odelín, inspector del Ministerio de Transporte.

Mientras hacen su trabajo, el propietario también comprueba cada señalamiento. Lo comparta o no, toma nota de lo que debe hacer para andar más seguro en la carretera y porque «esto que están haciendo es más que necesario; ojalá lo hagan con sistematicidad», asegura.

«Hay quien no es muy receptivo, y cree que uno está, como se dice popularmente, para el daño, y es todo lo contrario», agrega por su parte Alexis Justis Rodríguez, de la Unidad Estatal de Tráfico.

«Casi todos estos medios tienen sus inventos. A veces funcionan bien, pero no siempre es así. Los problemas más comunes son las soldaduras en las barras de transmisión, donde nunca se deben hacer y mucho menos en los tramos intermedios», ejemplifica.

Inoel Ramírez, técnico de transporte e inspector estatal del Consejo de la Administración Provincial, asegura que el peligro de tales modificaciones es que están hechas sin un proyecto técnico y sin asesoramiento. Al menos en Guantánamo, la mayoría de esos carros antiguos que se usan en la transportación de personas eran originalmente de plancha o plataforma para carga.

Explica que el proyecto permite determinar la resistencia de los metales y cuál es la altura que debe existir entre la «cama» y el techo, entre otros requerimientos que por lo general se violan.

Los de la Comisión coinciden en que otras de las dificultades detectadas, y que han determinado que sean muchos más los que no salen aprobados que los medios que terminan la inspección con resultados satisfactorios y autorizados a seguir circulando, son los desperfectos en los mecanismos de la dirección de los vehículos, barras longitudinales y transversales soldadas, carencia de pasamanos, pisos no antirresbalables, y tubo de escape del mismo lado de las escaleras por donde suben los pasajeros, lo cual es incorrecto, porque puede provocarles quemaduras.

También señalan carencia de confort, aspecto que, aunque no en todos los casos invalida ejercer la actividad, igualmente se tiene en cuenta, especialmente en el caso de los que trasladan personas.

«Y no se trata de ir a los extremos, porque a veces los camiones o las camionetas necesitan un toque de chapistería. Pero si eso no pone en peligro la seguridad de los pasajeros, se les da oportunidad de seguir circulando hasta que, en un plazo dado, lo puedan resolver», puntualiza Héctor González, quien es, además, el máximo responsable de esa Comisión.

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