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Trenes nacionales: Cuando la puntualidad no distingue

Garantizar la transportación diaria de cientos de personas en el país es el objetivo de los trenes nacionales; sin embargo, sus retrasos en los horarios de salida y llegada al destino afectan la calidad del servicio

Autores:

Raciel Guanche Ledesma
Héctor Alejandro Castañeda Navarro
Rosmery Pineda Mirabal

Apenas rozan las dos de la tarde en la estación de ferrocarriles La Coubre y, a golpe de vista, el ajetreo del personal de servicio y pasajeros que se disponen a viajar hacia distintas latitudes del país es en extremo acelerado. Mientras varios viajeros rectifican sus pasajes, otros permanecen atentos a la llamada para subir a bordo del tren Habana-Guantánamo.

La Coubre luce en realidad pequeña en su acogida a tanto personal. Una vez el viajero rectifique su boleto, ya no podrá salir de la estación e inicia una espera que en ocasiones puede tardar varios minutos u horas. Es entonces cuando algunos, entre equipajes inmensos y aprovisionamientos para un recorrido tan largo, solo aguardan impacientes por montar los confortables coches.

En un primer momento de nuestra visita, el Habana-Guantánamo lleva ya dos horas de retraso y aún el tren no llega a la terminal. Por amplificadores informan que existe tardanza debido a problemas con la locomotora. «Eso es casi habitual en este tren», nos dicen varias personas.

Desde noviembre último, fecha en que reiniciaron los servicios ferroviarios de pasajeros luego de un prolongado tiempo de paralización a causa de la pandemia, no han sido pocas las dificultades enfrentadas para un medio de transporte que ha visto crecer las demandas de viajeros progresivamente durante este período.

Mientras las horas trascurren en La Coubre, algunos se inquietan y otros intentan descansar como pueden. Y es que, si un problema atañe a este sistema de transportación, por demás vital y económico para todos, es su puntualidad tanto en el horario de salida como a la llegada a su destino.

Entre el más de medio millar de personas que deben viajar en la jornada se encuentra María Durive, quien hará todo el recorrido hasta Guantánamo después de un año sin montar estos trenes. Ella explica que el horario del Habana-Guantánamo es 2:50 p.m. y ahora informan que debido a una rotura se prevé salga a las siete de la noche.

«A pesar de que las condiciones del tren son excelentes, nos golpean mucho las demoras excesivas. En mi caso, estoy operada de una rodilla y tengo que sentarme fuera porque la estación se encuentra llena», comenta.

En una situación similar permanece Marisol Rodríguez, que irá hasta la zona más oriental del país, Baracoa. Para un trayecto que sobrepasa las 20 horas, el tiempo de retraso suele traducirse en fuertes agotamientos e incomodidades para las personas, como le sucedió a esta mujer.

Buscando respuestas

Mantener hoy la vitalidad del transporte interprovincial en el país, ya sea a través de ómnibus nacionales o trenes, constituye una tarea en extremo complicada. Por eso, si algo influye de forma directa en los retrasos y en su puntualidad de llegada al destino, son las condiciones en las que se encuentra el parque de locomotoras.

Según el propio ministro de transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, en intercambio con Juventud Rebelde en febrero último, la situación de las máquinas hoy es muy delicada. Y esto por las dificultades económicas que imposibilitan adquirir a tiempo las costosas piezas de repuesto.

La disponibilidad afecta la calidad del servicio, dice, y aunque por distintas vías se busca garantizar dichas piezas y existe voluntad humana e innovación dentro de nuestros talleres, estos equipos son muy complejos.

Entre la población pocos conocen o argumentan esas realidades, y exigen en varios casos con razón. Pero tampoco imaginan el esfuerzo que en cuestión de horas un grupo de consagrados a la mecánica de locomotoras y de jóvenes iniciantes en esas labores, debieron hacer para garantizar la salida del tren en la jornada.

Y es que Cuba cuenta con seis locomotoras para la transportación de pasajeros, adquiridas hace más de una década. De ellas apenas cuatro se encuentran en funcionamiento, según dio a conocer Orgiel Pérez Milanés, director de transportación de Rutas Nacionales. En varias ocasiones durante los viajes, se suceden situaciones por roturas de mayor o menor dificultad que comprometen los horarios y son estas personas las encargadas de solucionarlo.

Un ejemplo es el del maquinista del tren Habana-Guantánamo, Amable Hernández Socarrás, quien explica que, de existir algún desperfecto en el trayecto y de estar en sus manos o de la tripulación arreglarlo, se intenta a toda costa. Pero, tienen que esperar hasta ser enviada otra locomotora cercana.

No solo las máquinas son centro de una problemática que incluye factores más allá de nuestras posibilidades humanas y de país. El propio bloqueo estadounidense afecta de manera frontal la compra de piezas y materiales para recomponer, por ejemplo, tramos de la única vía férrea que incluye el tránsito de trenes de cargas y pasajeros.

Esto último ha hecho que se busquen alternativas para su cuidado. Y una de ellas es la disminución de la velocidad de los trenes. Anteriormente la marca establecida era de 90 kilómetros por hora, luego 80 y ahora fue necesario reducirla hasta los 70 como velocidad máxima, recordó Guillermo Quintana Pacheco, conductor del Habana-Guantánamo.

Como es de suponer, aunque aún se mantienen los horarios de salidas y llegada tal cual se diseñaron durante el reinicio de la transportación ferroviaria, estos problemas muchas veces suelen convertir la puntualidad en un espejismo. «Antes el recorrido hasta Guantánamo oscilaba las 17 horas, hoy sobrepasa las 21», reconoce.

Cuidar lo que tenemos

No es menos cierto que Cuba ha invertido en los últimos años millonarias cifras en esta modalidad de transporte, y solamente basta montarse en los confortables y muy cuidados coches chinos. Como además es real que, a pesar de las dificultades, los trenes nacionales no han dejado de prestar servicios y mantienen estabilidad diaria en sus itinerarios.

Pero si la población exige sobre sus horarios y comodidades, también debe profundizar en la autorresponsabilidad individual. Esa que a medida que avanza el recorrido suele irse resquebrajando en algunas personas, producto quizás del agotamiento del viaje o por la propia indisciplina.

Sobre el tema, Leruska Fernández García, jefa de brigada de ferromozas del tren Habana-Guantánamo, explica que la población mantiene conductas en ocasiones un poco irregulares. Las mayores dificultades están con los fumadores y las personas que viajan con grandes equipajes, señala.

En el caso de este último problema, detalla que son varias las cajas y grandes maletines que los viajeros intentan subir a los vagones. Y sobre ello tiene que haber una mayor conciencia para cuidar lo que tenemos y nos ha costado tanto esfuerzo como país, agrega.

A día de hoy esa situación de los equipajes se encuentra en un proceso de estudio. Pero al no existir en la actualidad un coche extra para transportarlos, como antaño, se evalúa la posibilidad de cobrar el sobrepeso, al igual que sucede en Ómnibus Nacionales.

Sin dudas, quedan aún incomprensiones por parte de las personas, muchas veces debido a la falta de comunicación o de sentido común. Pero en general quienes exigen también reconocen la labor que se realiza para garantizar a precios módicos en estos tiempos, el aseguramiento de dos meriendas durante los agotadores trayectos.

Según Xiomara Rodríguez Fortuna, ferromoza del tren Habana-Guantánamo, las meriendas oscilan por viajes en un total de 1 800. Y para que el pasajero tenga derecho a una de ellas debe recorrer 250 kilómetros, o sea el que viaje desde La Habana hasta Santa Clara le toca una sola, mientras los que van hacia el oriente le corresponden dos.

No obstante, hay quienes todavía no comprenden este mecanismo, sobre todo, los pasajeros que bajan en paradas como Jaruco y Matanzas. Todo encuentra su respuesta en el kilometraje recorrido, pues tiene lógica preservar el poco aseguramiento para esas personas que viajan más lejos. 

Lo cierto es que a pesar de los problemas que atraviesa el transporte y las inconformidades propias que esta situación genera; los trenes nacionales intentan garantizar a toda costa un servicio diario que beneficia a cientos de personas en el país.

Fotos: Roberto Suarez

Al no existir en la actualidad un coche extra para transportar los grandes equipajes, las personas suben con ellos a los vagones.

El problema mayor en los trenes nacionales está dado con los retrasos, debido al estado de las locomotoras.

Es admirable el esfuerzo que deben realizar un grupo de consagrados a la mecánica de locomotoras para garantizar la salida en hora de los trenes.

Los vagones brindan a los pasajeros confortabilidad y un servicio a bordo de buena aceptación.

Tras rectificar su pasaje, el viajero no puede salir de la estación e inicia una espera que en ocasiones puede tardar minutos u horas.

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