Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tanmy, cubana de pura cepa

La joven violinista cubana conversa con Juventud Rebelde sobre sus proyectos y su primera producción, Cambios

Autor:

Giovanni Fernández Valdés

A la joven violinista Tanmy le gusta afirmar que es una cubana de pura cepa. Siempre dispuesta al diálogo y con la inquietud de quien comienza un nuevo momento de su vida al realizar conciertos y presentaciones con su grupo, la autora de Primavera ha decidido, con su CD Cambios, renovar su quehacer musical e intentar una propuesta en la que fusiona ritmos tradicionales de la Isla con el jazz y la trova más contemporánea.

La novel intérprete y miembro de la Asociación Hermanos Saíz —que ha interpretado su instrumento en la Camerata Romeu y en la Sinfónica Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán, dirigida por el maestro Guido López-Gavilán— decidió conversar sobre sus proyectos y su primera producción, Cambios.

—¿Por qué llamar al grupo Pura Cepa?

—Desde pequeña mi padre y mi madre me inculcaron la importancia de la familia y de estar unidos. Pura Cepa es algo que está naciendo de la tierra… Pienso que había como un apagón de la música más tradicional cubana. Intentar rescatar estos ritmos es como volver a la cepa, a lo auténtico del cubano como el danzón, el son, el chachachá. Son géneros inevitables en nuestra forma de ser y actuar. Pura Cepa es ir bebiendo de esas raíces y también hacer la música con el corazón.

—¿Por qué rescatar la música tradicional en estos tiempos?

—Creo que si hubiera nacido en esa época, hubiera sido muy feliz. A veces mi alma me hace sentir de esa época, aunque me haya tocado nacer en esta vida más movida. Desde chiquitica me encantaban la orquesta Aragón, la Jorrín, a las cuales mi mamá y mi papá escuchaban en la casa. Ya después que elegí el violín estudié la técnica clásica y obras imprescindibles para interpretar este instrumento, pero siempre me llamaron la atención la forma de expresión del violín en esas melodías que escuchaba de Jorrín y en los danzones.

«Cuando empecé a componer, me di cuenta que sentía cierta influencia de esos grandes de la música cubana, aunque al principio tenía una suerte de miedo porque, como esta música va por un camino diferente de lo que se está haciendo, pensé que el proyecto no iba a ser posible. Al final, creo que mi propuesta ha sido poco a poco aceptada».

—¿Cuándo te decidiste a componer?

—Venía tocando con la Camerata Romeu, que fue lo primero que realicé mientras estaba en la escuela. Dentro de la Camerata empiezo a tener contacto con temas cubanos, a tocar sones y otras cosas bien tradicionales, pero después conocí a Robertico Carcasés, quien ha colaborado con los proyectos de Yusa y otros jóvenes artistas.

«Cuando él tuvo que producir los discos de ellos, necesitó introducir cuerdas y ahí tuve la oportunidad de ver esos trabajos. Luego participé en la grabación de esos discos y estuve en los conciertos que se hicieron. Esas y otras vivencias me hicieron volcar mi carácter apasionado en forma de canciones. Así, mis primeros temas fueron Desierto y Sola, que son desgarradores».

—¿Por qué pensar un tema como Cubana de pura cepa?

Cubana de pura cepa es el tema que más quiero y lo canto y cantaré en el mundo entero si me dan la oportunidad, porque me encanta ser cubana. Tiene que ver con la raíz: me he criado amando a la patria, a mi tierra y a lo que soy con mucho orgullo.

«Coincidió con que Alexis Leyva Machado (Kcho) nos había invitado a la Isla de la Juventud a apoyar musicalmente en el trabajo de la brigada Marta Machado (tras los ciclones que pasaron por allí en el año 2008). Entre quienes actuaron estaba Kelvis Ochoa con su guitarra, y me dije: “Bueno, voy para allá con mi violín y me sé los violines de Kelvis, así que por lo menos puedo tocar, hacer los coros…”. Como no había luz eléctrica ni nada, por los destrozos, no era para complicarse pues era todo acústico. Así me fui para allá.

«La experiencia y ver todo lo que había pasado me motivó a escribir el tema. No sé si habrás escuchado bien la letra, pero es como si la niña de la canción anduviera perdida y de momento algo la estremece. Es como poner los pies en la tierra y darse cuenta de algo: sentir esa emoción de la gente queriendo ayudar, haciendo las cosas de verdad, por pasión, fue lo que me hizo componer Cubana… Fue un suspiro que me salió tras vivir eso. Lo otro importante fue que, como no había piano en ese lugar, lo compuse con el violín y es la única canción que interpreto con el violín en cualquier parte donde actúo. Le tengo mucho cariño porque creo que ha logrado recoger la esencia de mi ser. Me siento esa niña traviesa, yo soy esa canción...».

—¿Existe interés en los jóvenes por escuchar música tradicional?

—Pienso que no. Creo que lo que se puede hacer es realizar una propuesta, poquito a poco, combinándola con cosas más actuales. En mi caso, la reacción que veo en la gente no es de sorpresa, sino de aceptación. Por ejemplo, al hacer temas de son, trato de que sean bailables, que tengan que marcar el paso del casino.

«Si algún día crece mi proyecto, me gustaría que la gente lo mismo baile que disfrute de un bolero, un chachachá, una balada… Quisiera tener un repertorio que recoja los ritmos cubanos aunque incluya otros géneros. Esa es la música que me gusta».

—Háblame del concepto del álbum Cambios…

—Mi intención fundamental es que ese disco sea escuchado. Creo que los temas surgieron por sentimientos reales y la necesidad de expresarlos terminó derivando en ese álbum con temas de amor, de tristezas, de apoyar en algún sentido a la gente. Me gustaría que la gente conozca que existe y lo escuche. Después quiero ir por el mundo y enseñar mi música, hacer otro disco. También tengo pensado grabar dos o tres temas infantiles, para niños entre nueve y 11 años».

—¿Cuáles son tus proyectos futuros?

—Nos están llamando de varios programas de televisión y me mantengo haciendo promoción en la radio… Junto a mí están Diana Díaz, en cuyo trabajo confío mucho, y tengo en el bajo a Alfredo Nieves, ambos estudiantes del Instituto Superior de Arte. Héctor Ferrá toca la guitarra, José Julián las congas y Andy Gámez los drums.

«Estoy trabajando muy seriamente y me siento contentísima de musicalizar los poemas de Rubén Martínez Villena en el concurso lanzado por la disquera Ojalá. Lo esencial es continuar ensayando con Pura Cepa y perfeccionar los temas, prepararnos bien para hacer buena música y entregar el corazón en la escena».

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