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La cultura como talismán de los pueblos

Orlando Vergés Martínez, director de la Casa del Caribe, cualifica la magia y empeños de la Fiesta del Fuego, que acaba de convocar a su edición 45

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Con las llamas del diablo de paja, reduciendo a cenizas cualquier maleficio entre toques y cantos a la orilla del mar, esta oriental ciudad selló una vez más este 9 de julio su compromiso con la herencia de las culturas populares y el orgullo cubano por preservarlas animó a toda una región.

Fueron los ritos finales de la 44ta. edición del Festival del Caribe que, durante una semana, del 3 al 9 de julio, convirtió otra vez a Santiago de Cuba en espacio de encuentros, tribuna de resistencia cultural, abrazo entre hermanos que se autorreconocen en los sudores y ardores de una misma historia y en el que la cultura deviene talismán de los pueblos, puente de solidaridad.

Dedicada a la cultura popular de Curazao, la Fiesta que concluyó extendió por plazas, instituciones y comunidades la riqueza cultural de la hermana isla caribeña, juntó a académicos, artistas y practicantes religiosos; multiplicó saberes y desplegó las potencialidades de todas las manifestaciones del arte; reconoció a fundadores de este empeño, como Andrés Caldas; consolidó alianzas con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y demostró su poder de convocatoria al acoger más de 400 participantes, de 14 países, y una treintena de los grupos portadores nacionales, que son el alma del festejo.

La convocatoria de la edición 45 ya está pactada para julio de 2026, dedicada a las culturas populares y la diversidad étnica de Colombia, y como parte del coloquio El Caribe que nos Une se ha anunciado la realización del foro El Caribe como centro de la diáspora africana en el mundo. 

Así, como esa fiesta de identidades con el color y la intensidad del Caribe, se vivió aquí la Fiesta del Fuego, con la gran amalgama de eventos simultáneos, que consolidan su sello como el más integrador espacio de las artes y la cultura popular del país.

Tradición que se renueva

La actuación de los grupos portadores, que mostró unidos en una misma pasión a niños, jóvenes y adultos, evidenció que de manera natural la tradición busca y encuentra continuidad. Y la presentación, como parte del programa del evento, de tres expresiones contemporáneas de la cultura, como el grupo Síntesis, Elito Revé y su Charangón, y Ethiel Failde y su orquesta, que movieron multitudes en la urbe, entre ellas a mucha juventud, demostraron que, en diálogo respetuoso con las herencias, la tradición se renueva.

Y justo en esa revigorización constante de las culturas populares, que avala su lozanía, está la garantía de la supervivencia de la Fiesta del Fuego y su sostenimiento durante 44 años de manera ininterrumpida, a pesar de ciclones, sismos, golpes de estado, una pandemia, crisis económicas; así lo asegura sin tapujos Orlando Vergés Martínez, por más de 30 años vinculado a la cita.

En entrevista con Juventud Rebelde, el Director de la Casa del Caribe aseveró que el diseño del festival sigue siendo fiel a las esencias fundacionales de aquel grupo de teatristas santiagueros, que juntó nombres como los de Rogelio Meneses, Raúl Pomares, Carlos Padrón, Ramiro Herrero, Andrés Caldas y Joel James, entre otros, que en 1981, en busca de un lenguaje popular que diera vuelo al llamado teatro de relaciones, descubrieron que en barrios y comunidades sobrevivían expresiones invisibilizadas y decidieron darle voz, conscientes de que constituyen la base de la cultura nacional y la existencia misma de la patria.

«El hecho de que el festival haya llegado a la 44ta. edición sin interrupciones obedece a lo que los grupos portadores y el pueblo santiaguero sienten por esta fiesta», refirió Vergés Martínez y recalcó que, aunque no han faltado las amenazas, el festival nunca se irá de Santiago, una ciudad para la cual el evento es una suerte de patrimonio local y donde los encantos de la urbe misma y su gente abierta y cálida le aportan esa magia que lo singulariza.

Organizar un megaevento como este, refirió Vergés, es compleja encomienda, que la Casa del Caribe y el equipo que dirige disfrutan con el cariño de una institución que se ha forjado en contacto directo con sus grupos portadores, con quienes conviven y mantienen vínculos más allá del festival; y agradeció el invariable apoyo de la dirección del Gobierno en el país y la provincia, así como del Ministerio de Cultura, bajo cuya protección despliegan cada año todo su empeño.

Espacio de encuentros e identidad

Al decir del reconocido investigador santiaguero, el festival está planteado como un espacio de encuentros, abierto, democrático, no excluyente, en el que la cultura deviene acto de exorcismo colectivo que hace aflorar emociones y sentimientos diversos; pero, sin duda, su huella más profunda está en su contribución al fortalecimiento de los procesos de identidad en la región.

«A lo largo del tiempo las expresiones culturales de comunidades del país han encontrado en el Festival las condiciones favorables para seguir existiendo, y con ello el evento ha demostrado que la identidad nacional no es un proceso acabado, sino incesante, y que la cultura cubana tiene vasos comunicantes con esas manifestaciones que están en la base de nuestro sustrato como nación.

«En ese mismo orden ha actuado para el Caribe, pues también los territorios del área han encontrado aquí un espacio de resistencia que les permite llamar la atención sobre las políticas culturales en sus países; esa es la clave de que, a pesar de haber vivido momentos más o menos álgidos, se haya mantenido la participación internacional en el evento. El festival, tenemos prueba de ello, ha exaltado la identidad regional».

Imbuida de ese espíritu, la edición 45 de la Fiesta del Fuego ya está en marcha, y el anuncio de la dedicatoria desde el propio comienzo de la versión 44 indica que la cita caribeña retoma prácticas. «A partir de esta edición vamos a recuperar la dinámica de antes de la pandemia de anunciar la dedicatoria del próximo Festival dentro del evento que se está realizando, y para eso trabajamos intensamente.

«La Fiesta del Fuego de 2026 no se la estamos dedicando de manera fría a Colombia, sino a la diversidad cultural y étnica de ese país, que tiene una dimensión extraordinaria en el contexto latinoamericano y caribeño. Asimismo, en el contexto del Festival hemos convocado a un foro internacional sobre los afrodescendientes en el Caribe y el mundo, con todo lo que eso puede generar en el orden académico, investigativo, político», explicó Vergés Martínez.

Y sus palabras encontraban eco desde la emoción en la nutrida representación colombiana presente en el evento. «Α Cuba le agradecemos su compromiso con la paz en Colombia y esa gratitud nos mueve a hacer de la próxima Fiesta del Fuego un ejercicio en el que nos conectemos desde las culturas para ejercer nuestra labor de solidaridad, expresó emocionada la senadora colombiana Gloria Inés Flórez, quien, con la mpaka y todo su sentir alegórico en mano, partió entusiasmada hacia su país, dispuesta a garantizar que toda la riqueza cultural de esa nación se exprese en Santiago en 2026.

Fiel a sus esencias, la Fiesta del Fuego despliega sus dinámicas y mira al futuro, consciente de que en ese empeño descolonizador sobrevive la garantía de que la cultura popular siga siendo talismán de los pueblos.

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