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Israel utiliza bombas cluster y de fósforo

Israel con el respaldo de Estados Unidos y el silencio cómplice de Occidente, viola en su agresión al Líbano las más elementales normas y principios del Derecho Internacional Humanitario

Autor:

Juventud Rebelde

La aviación israelí bombardeó el camión en que Ghadir Shaito y su familia huían del ataque contra la aldea Bent Jbail. Foto: AP Siempre se ha dicho que un tigre herido se vuelve más violento y peligroso, pero a la larga pierde poder y vida. Estados Unidos e Israel reflejan esa situación como nunca antes y cuando se mueven con agresividad desmedida van mostrando sus debilidades, la pérdida de sus influencias y las posibilidades cada vez mayores de una derrota en sus guerras globales. Sin embargo, sus zarpazos son letales…

Las llamadas Fuerzas de Defensa israelitas en el ataque que lanzaron este martes sobre Beirut hicieron blanco en instalaciones de ayuda humanitaria de la ONU y mataron a cuatro funcionarios de esa organización. Los lamentos y mea culpas no se hicieron esperar, pero siguen lloviendo las bombas sobre la población civil libanesa, la infraestructura de ese pequeño país se va desmoronando, las morgues y los hospitales se llenan, caravanas de desplazados marchan desde el sur de mayoría chiita hacia el norte y con ellos avanzan, de seguro, hambre y enfermedades, entre otros males.

Israel se ensaña. Mientras, en Roma 14 países y organismos internacionales discuten qué no hacer, siguen apuntando hacia las víctimas y respaldan al victimario, se cruzan de brazos, se hacen los sordos ante el estruendo de los cañones, los ciegos ante tanta sangre, los mudos… Nadie los obliga a un inmediato e incondicional cese del fuego.

Tampoco los medios de comunicación divulgan en la magnitud que merece una denuncia terrible y cierta que agrega alevosía a los crímenes de guerra que el régimen de Ehud Olmert está cometiendo, tanto contra los palestinos en Gaza y en algunas poblaciones de Cisjordania, como en la guerra que lleva a cabo contra el Líbano, aunque asegure que su objetivo es solo la milicia chiita Hizbolá.

Interesa más lo que dice Bush en Washington sobre la guerra contra el terrorismo o cuanto afirma Condoleezza Rice en Roma sobre el «derecho» israelí; mientras tanto, se pierde la evidencia de que en la agresión que ya lleva 13 días Israel utiliza bombas de fósforo y bombas láser, prohibidas por la Convención de Ginebra.

Emile Lahoud, el presidente libanés, lo dijo en una entrevista que le hacía Radio Francia Internacional, y los sufrimientos causados por ese armamento fueron mostrados por un corresponsal de la CNN en una familia víctima de un bombardeo aéreo israelí, y por la descripción que hiciera el médico que daba tratamiento a las dolorosas quemaduras.

El ensañamiento es tal que la radio militar desde Jerusalén reconoció que las órdenes que tienen los pilotos es destruir diez edificios en el sur de Beirut por cada rocket que lance Hizbolá sobre el puerto de Haifa. La orden proviene del Jefe de Personal del Ejército Dan Halutz.

Entretanto, continúa la ofensiva terrestre, fuerzas élites empujan profundo en el territorio libanés y hacen oídos sordos a la afirmación del secretario de la ONU para asuntos humanitarios, Jan Egeland, de que están violando las leyes humanitarias en esa destrucción bloque a bloque de las más importantes áreas residenciales de la capital libanesa.

Por su parte, la organización con sede en Nueva York Human Rights Watch, ha dicho que Israel utilizó bombas cluster o bombas racimos en el ataque a la aldea Blida y sus investigadores fotografiaron esas municiones en el arsenal de los equipos artilleros estacionados en la frontera con el Líbano.

Son crímenes de guerra, castigos colectivos, carnicerías premeditadas, que están siendo soslayados en un contubernio en el que Occidente, y otros, se alían de facto contra los «enemigos» más pequeños… haciendo que el mundo vaya de mal en peor y sea cada vez menos seguro.

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