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Comienza 2024 y estas son nuevas malas para Gaza

Israel sionista no cesa la masacre, aunque también ya sufre pérdidas en sus filas, a manos de la resistencia palestina que enfrenta a los invasores

Autor:

Juana Carrasco Martín

Se debe decir sin frases hueras o edulcorantes, tal y como lo anunció el ejército israelí: la matanza genocida que ejecuta en Gaza continuará durante todo 2024.

Israel inició este año bisiesto retirando algunas tropas de la invasión terrestre al enclave martirizado y prácticamente arrasado, porque están «ajustando» sus «métodos de lucha en cada zona de Gaza». Así notificaron con esta explicación del portavoz de las fuerzas militares del nazi-sionismo israelí, que deja claros propósitos de la limpieza étnica que realiza, también permite desvelar que Israel tiene dificultades…

El domingo último y día final del sangriento 2023, declaró el contralmirante Daniel Hagari: «Esta noche comenzará 2024. Los objetivos de la guerra requieren combates prolongados y estamos preparados en consecuencia». Toman medidas «en el entendimiento de que seremos necesarios para misiones adicionales y continuaremos luchando durante todo el próximo año», y con ello anunció la retirada de cinco brigadas para «entrenamiento y descanso».

El 2 de enero ha sido el día 88 de esta guerra desproporcionada por su «justificación», y se reportaron intensos combates en Daraj y Tuffah, dos barrios de la ciudad de Gaza, mientras fuerzas israelíes continuaban retirándose del norte de Gaza bajo una intensa resistencia palestina que en las últimas 24 horas tuvo como resultado 31 soldados sionistas heridos; sin embargo, ese ejército genocida continúa atacando y bombardeando Khan Yunis, en el sur, y Deir Al-Balah y el Campo 2 de Nuseirat, en el centro.

Al mismo tiempo se sigue caldeando el escenario medioriental en otras zonas. La frontera con el Líbano es una de ellas y seguramente escalara la situación el principal acontecimiento político-militar del día: Un dron israelí bombardeó la oficina del movimiento Hamás en Msharafieh, en el sur de Beirut, y asesinó al vicejefe del Buró político de Hamás, Saleh Al-Arouri, considerado por Israel como «el arquitecto de la unidad en los frentes de combate» y «el hombre estratégico» en la actual resistencia. Desde 1992 hasta el 2010 Al-Arouri sufrió prisión en Israel y al ser liberado entonces, también se le obligó al exilio. El primer ministro Benjamin Netanyahu prometió asesinarlo y los medios de Israel incitaron su muerte en los últimos meses, amenazas que obtuvieron del líder palestino esta respuesta: «no cambiarían sus posiciones».

Poco antes, diez misiles fueron disparados desde el sur del Líbano hacia Al-Samaga, en las colinas de Kfar Shuba, ocupadas por Israel, y Hezbolá atacaba con un drone el Cuartel General del Comando 91 de la ocupación israelí en Illit.

También, la Resistencia Islámica en Irak informaba del ataque a tres bases ilegales de EE. UU. en Siria: Al-Malikiyah, Rumailan y Shaddadi. No olvidemos ni por un minuto que Estados Unidos continúa brindando apoyo incondicional y total a la masacre y recién la administración Biden pasó por alto al Congreso por segunda vez para poner más armas en manos de Netanyahu.

Las aguas del Mar Rojo se tornan más turbulentas en otra ampliación del conflicto. Los botes de los combatientes hutíes yemenitas, que en solidaridad con Palestina atacan a los cargueros que navegan por el estrecho rumbo a Israel, ahora son blancos de la poderosa armada estadounidense, apostada allí desde noviembre, en la Operación Guardián de la Prosperidad.

En esta otra guerra, tan «proporcionada» como la de Israel contra la Gaza palestina, el impresionante despliegue del portaviones nuclear USS Dwight Eisenhower y su grupo de ataque, logró hundir tres botes del grupo rebelde, el cual advirtió que si son atacados, ampliarán el conflicto para incluir la producción de petróleo de los países del Golfo, una amenaza seria al suministro energético mundial.

Estos hechos pueden haber provocado la declaración del ministro de guerra israelí, Yoav Galant, con el propósito de continuar la brutal agresión: «Si no logramos la victoria en la guerra de Gaza, no podremos vivir en Medio Oriente».

Para quienes creen en los mitos del año bisiesto, la prolongada masacre del pueblo de Palestino se unirá al hundimiento del Titanic, a las muertes de Gandhi, Martin Luther King y John Lennon, a la pandemia de la COVID-19. Pero esto es mucho más, un Estado que se considera «el elegido», ha escogido una monstruosa y brutal guerra para demostrarlo.

Durante 366 días la aviación dejará caer sus mortíferas cargas, tronarán los cañones, las tropas requisarán las ruinas, y sepultarán con sus buldóceres a los ya enterrados bajo los escombros, quizás algunos todavía agonizando. Pero también  irán poniendo gota a gota, lenta pero persistentemente, su cuota de sangre.  

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