A tironazos del Norte se ha ido fortaleciendo la capacidad de respuesta del Sur global, y todo indica que la antipolítica arancelaria de Donald Trump pudiera empujar hacia arriba esa tendencia.
Así como las llamadas sanciones que restringen el uso del dólar han obligado al empleo de monedas alternativas en el intercambio internacional, los elevados aranceles con que el Presidente de Estados Unidos pretende seguir chantajeando al mundo, pudieran fomentar que los castigados hallen otros socios.
Trump ha vociferado el disgusto por el declive del uso del dólar y vitupera del grupo Brics por su empeño en conciliar, si no una moneda única, un sistema de pago alternativo y propio que viabilice las transacciones entre sus miembros, algunos de los cuales están entre los que sufren las medidas coercitivas de Washington y tienen problemas para acceder al billete verde.
Sin embargo, la Casa Blanca no termina de entender que cada una de sus decisiones punitivas termina siendo soga para su propio cuello.
Por ahora, un único renglón exportable de un solo país castigado por la Casa Blanca ha encontrado mercados en otro sitio pero, ¿qué tal si otros productores y otras naciones, tienen la misma suerte y encuentran partner solidario y confiable?
Ese llamado de atención lo ha hecho silenciosamente Brasil, y seguramente no para escarmentar al magnate del Norte: nadie quisiera perder mercados en Estados Unidos. Se trata de que otra nación a la que Washington también ha enfilado los cañones, le tendió la mano.
A poco del anuncio de Trump del abusivo 40 por ciento de impuesto a los productos brasileños que entren a su país —será un 50 por ciento si se suman los diez puntos porcentuales con que EE. UU. ha gravado a todos sus «socios»— China ofreció una jugosa oportunidad a los productores brasileños de café: acoger en sus mercados la producción de 180 nuevas empresas brasileñas que comercializan el grano.
El convenio está vigente desde el 30 de julio y se extiende por cinco años, y significará que Estados Unidos carecerá de aproximadamente un tercio de sus importaciones de café, que era la cantidad que Brasil le suministraba.
Es decir, que la tercera parte de los consumidores estadounidenses prescindirán del rico néctar producido en la nación sudamericana. Desde ahora, esas tazas humeantes las degustarán en China.
Así, en lo que Trump valora si acepta negociar con Brasil el asunto de los aranceles o no, y trata de forzar a la justicia de ese país para que amnistíe al expresidente Jair Bolsonaro este, por el contrario, recibe la orden de arresto domiciliario por violar las normas que se le han impuesto hasta que concluya el proceso judicial… y Beijing aumenta otro poco su presencia en América Latina.
Esa influencia, precisamente, ha sido uno de los motivos de la ojeriza de Washington hacia China, y de la guerra comercial desatada tempranamente contra ella. Pero son las consecuencias de las propias actitudes leoninas del Imperio.