Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La próstata y la luz

Autor:

JAPE

El pueblo cubano va tomando señas y trata de ir acondicionando su modo de vida a las nuevas formas económicas y de intercambio social. Tras el aviso de la apertura del litoral, es posible que este domingo haya un estallido de personas que viajen hacia la playa luego de varios meses de mucho sol, pero sin mar, ni arena…

Y cuando digo arena hablo de todo tipo de arena, porque los áridos de la construcción también están perdidos. Alguien cercano, que realiza pequeños arreglos en su casa para evitar filtraciones en el techo, me comentaba de los altos precios del saco de arena lavada, e inmediatamente apostilló: «¡Menos mal que estaba lavada… Te imaginas si además tengo que comprar detergente!».

Decía lo de la playa porque mi vecina, una espléndida mulata que tiene «pa’ comer y pa’ llevar», estaba muy preocupada porque la trusa le queda demasiado apretada. La pequeña pieza de baño ha perdido toda su elasticidad a causa del calor, la humedad y el tiempo que lleva guardada, la trusa y ella. Rápidamente un vecino bien intencionado, y para consolar a la esbelta criollita, le comentó: «¡No te preocupes por la trusa, lo importante es que lleves nasobuco!».

Singular resulta la fórmula que ha encontrado mi amigo Adán para refrescar su habitación en las calurosas noches, sin que se dispare el costo de la electricidad, el cual, nadie sabe por qué, se dispara solo.

Mi jefe y amigo, ya cercano a la tercera edad, me ha dicho que su próstata le ha servido como regulador de tiempo y gasto de electricidad en las madrugadas. Según me cuenta, él tiene en su cuarto un aire acondicionado BK 200, de fabricación soviética, que acumula piezas de recambio de todos los países asiáticos. Enciende el equipo a eso de las 10:30 de la noche, cuando ya se van a acostar. El cuarto se refresca y todos duermen plácidamente. Sobre la 1:00 a.m., su próstata da el primer aviso, él se levanta a orinar y de paso apaga el BK 200. Entonces enciende el ventilador Midea para mantener la habitación fresca. A las 5:00 a.m. la próstata vuelve a llamar su atención, se levanta a orinar y es cuando apaga el Midea, porque ya la madrugada ha refrescado. Aún quedan dos o tres horas de sueño en las que se puede ahorrar electricidad y dinero.

Muy campechano, el diestro caricaturista me asegura que su próstata no falla y que solo tiene que tomarse medio litro de agua antes de acostarse.

Por su parte, mi amigo Floro, además de dos nasobucos nuevos, se ha buscado un par de gafas negras y un bastón. Dice que al principio le era complicado caminar sin apenas ver, pero que ya se ha acostumbrado y la pasa de maravilla. No se entera de los precios actuales, y evita así un posible infarto. Asegura mi fraterno cofrade que ahora más que nunca entiende la profundidad de ese refrán que reza: ¡Ojos que no ven, corazón que no siente!

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