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Escuchando el latido de la Tierra

Estudios basados en ondas sísmicas descubren una capa desconocida del núcleo terrestre y cambios en su rotación

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Tanto nos ha intrigado siempre el desconocido mundo externo, como lo más interno de nuestro planeta. Y tal es nuestra curiosidad, que hemos llegado a aprovechar hasta los eventos sísmicos para desentrañar los secretos ocultos en las mayores profundidades inexploradas.

Hace apenas unos días, un estudio basado precisamente en ondas sísmicas ha revelado que la Tierra posee  otra capa interna más que las conocidas hasta el momento. Nature Comunications ha sido el medio para difundir el hallazgo, e irónicamente, un suceso tan triste como los recientes seísmos ocurridos en Turquía y Siria han provocado las ondas que nutren este estudio.

Enterémonos de todos los increíbles detalles que ahora salen a la luz.

Tocando el centro de la tierra

Hasta hace poco se pensaba que la estructura de la Tierra estaba formada solo por cuatro capas distintas: la corteza, el manto, el núcleo externo y el núcleo interno. Es solo ahora que los hallazgos publicados en Nature Communications se atreven a confirmar la existencia de una quinta capa, un núcleo más interno que consistiría en una «bola metálica» sólida.

Para llegar a esta afirmación un equipo de investigadores de la ANU (Australian National University) midió las diferentes velocidades a las que las ondas sísmicas penetran y atraviesan el núcleo interno de la Tierra.

En específico, los investigadores analizaron las ondas sísmicas que viajan directamente a través del centro de la Tierra y terminan su recorrido en el lado opuesto del globo al lugar donde se desencadenó el terremoto, sitio conocido como antípoda.

Seguidamente, las ondas regresan al origen del seísmo, un proceso que los científicos de la ANU describen como similar al rebote de una pelota de ping pong.

Al respecto, el Doctor Thanh-Son Pham, de la Escuela de Investigación de Ciencias de la Tierra de la ANU, ha explicado a la prensa que «al desarrollar una técnica para aumentar las señales registradas por redes de sismógrafos densamente pobladas, hemos observado, por primera vez, ondas sísmicas que rebotan de un lado a otro hasta cinco veces a lo largo del diámetro de la Tierra», mientras que, detalla, los estudios anteriores solo habían documentado un único rebote antipodal.

Comprobaron, entonces, que el rebote de las ondas sísmicas sondeaba repetidamente puntos cercanos al centro de la Tierra desde distintos ángulos. Analizando la variación de los tiempos de viaje de las ondas sísmicas en distintos terremotos, los científicos pudieron deducir que la estructura cristalizada de la región más interna del núcleo interno es probablemente distinta de la de la capa externa, por lo que las ondas se aceleran o ralentizan al atravesar esta zona interior.

Esta idea no es una novedad total, pues desde hace 20 años se trabaja con la hipótesis de que este centro metálico existiera, pero solo los recientes estudios de ondas permiten probarlo como teoría.

¿Un centro metálico?

Pero cualquier lector avispado podría aun preguntarse, ¿por qué teorizar que este núcleo recién descubierto es precisamente metálico? Pues los científicos de este equipo no solo notaron el cambio en la velocidad de las ondas al atravesar la zona del núcleo más interno, sino que pudieron descubrir, precisamente por esta velocidad, qué tipo de materia podría ralentizar o acelerar estas ondas justamente en los valores en que lo hacía.

Se trataba de la aleación de hierro y níquel que compone el interior del núcleo interno de la Tierra, como demostró la anisotropía, una técnica que se utiliza para describir cómo las ondas sísmicas se comportan a través del material del núcleo dependiendo de la dirección en la que viajan.

Ya que estos cambios de velocidad se deben a la diferente disposición de los átomos de hierro a altas temperaturas y presiones o a la alineación preferente de los cristales en crecimiento, entonces es posible determinar qué tipo de material posee esta disposición de átomos para causar específicos cambios de velocidad de onda.

Lo que nos dice el centro terrestre

Tanto trabajo arroja no solo un dato más. Lo cierto es que conocer en detalle el centro terrestre es algo así como abrir un libro que nos cuenta la historia de la formación del planeta.

«Este núcleo interno es como una cápsula del tiempo de la historia evolutiva de la Tierra: es un registro fosilizado que sirve de puerta de entrada a los acontecimientos del pasado de nuestro planeta. Acontecimientos que ocurrieron en la Tierra hace cientos de millones o miles de millones de años», explicó el profesor Hrvoje Tkalcic, también de la ANU.

Los hallazgos sugieren que en algún momento de la formación de la Tierra pudo producirse un gran acontecimiento global que provocó un cambio significativo en la estructura cristalina o la textura del núcleo interno, pero aún queda mucho camino por andar para acercarse a la identificación de los detalles.

El corazón se detuvo

Como si descubrir una nueva capa interna fuera poco, también en días recientes salió al debate científico otro hallazgo central sobre el núcleo del planeta. Al analizar los datos de las ondas sísmicas en las últimas seis décadas, Xiaodong Song y Yi Yang, de la Universidad de Beijing, concluyeron que la rotación del núcleo se frenó, hasta situarse al mismo nivel que la de la superficie, hacia 2009 y desde entonces parece haberse ralentizado aún más.

Para comprender lo que esta hipótesis implica basta recordar que el  núcleo terrestre funciona como una especie de dinamo: su energía interna mantiene saludable el campo magnético de toda la Tierra. Por ello, cualquier alteración de su ritmo de rotación nos interesa enormemente.

Si bien este segundo estudio, publicado en Nature GeoScience, no despeja totalmente un asunto tan complejo como la influencia de esta rotación en la superficie terrestre, los dos autores se muestran convencidos de que existen vínculos físicos entre todas las capas que componen la Tierra y de que estos hallazgos deberán ser analizados aún más en años por venir.

Se espera que cada vez más aproximaciones nos revelen los misterios pendientes que guarda este núcleo a unos 5 000 km de la superficie, y con un radio de 650 kilómetros repletos de secretos que contarnos.

El centro interno de nuestro planeta tiene un tamaño muy similar a Plutón y guarda varias capas que revelan la formación terrestre. Fotos: Ilustración NASA

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