Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Escuchar el silencio

El último domingo de septiembre es el día elegido por la Federación Mundial de Personas Sordas para conmemorar el Dia Internacional del Sordo

Autor:

Gretchen García Hernández

 

Me levanto todos los días con la vibración del teléfono, a veces es solo la iluminación que llega al cuarto o alguien me despierta. Escucho la radio con un par de audífonos, a todo volumen, ponen una canción en español o inglés y descargo la letra para entenderla. Miro la TV, siempre con subtítulos, aunque se hable en español, sino acudo a preguntar sobre lo que se habla.

Cuando converso, leo los labios para entender a los otros, de lo contrario, es como si me hablaran en otro idioma.  A veces simulo el entendimiento, otras pido a mi acompañante que me repita.  En las redes la comunicación es mejor. Todos escriben, no me pierdo en las conversaciones y puedo ser rápida en las respuestas.

Salgo a la calle con mis audífonos, una prótesis auditiva que amplifica los sonidos y me facilita escuchar mejor, pero confió más en mi vista. Me encuentro con una antigua compañera de clases y sonrío con disimulo. Aun puedo recordar sus burlas por mi discapacidad. Ella me habla y pregunta por mi vida y se sorprende que tenga un título universitario, un buen trabajo y…simplemente que lograra tanto. Me despido y me alejo.

Subo el autobús y observo a mi alrededor. Estudiar los gestos es casi involuntario, cuando no puedes confiar en un sentido tiendes a desarrollar otros. Mis ojos son mi bien más preciado, me permiten ver, sentir y escuchar.

Después de una jornada laboral, llego a casa y me recibe mi hermana. La saludo con mis manos y le sonrío. Mis manos son el puente para comunicarme con ella.  Ella me devuelve la sonrisa y el gesto. Comienza a hablarme de una película; es de superhéroes y contiene romance. Luego hace un gesto que no está en la lengua de señas cubanas. Siempre lo hace. Ella se inventa su propio lenguaje asociativo, ya que no tiene dominio de todas las señas. Tiene una imaginación muy fértil y por supuesto, su inventiva no nos impide contarnos tanto, por suerte, nadie para entenderla como yo.  

Ambas tenemos discapacidad auditiva por azares de la vida. Nuestros padres, ninguno de los dos, padece de sordera o hipoacusia. Tampoco nacimos así. En mi caso, pudo haber sido algún lavado de oído o una otitis aguda, los médicos no pueden precisar; con los años he ido perdiendo la audición de poco a poco. Converso como cualquier persona, escucho música, bailo y canto, aunque tenga dos pies izquierdos y mucha desafinación. También aprendí algo de inglés y estudio japonés. Aunque no llevo el ritmo de otros en aprender idiomas; lo intento y tengo logros.   

Mi hermana perdió toda su audición. Ella es sordomuda. La causa es un antibiótico, administrado cuando apenas tenía meses de nacida. Tiene dificultades motoras por otras enfermedades congénitas, nació con una parálisis cerebral infantil y microcefalia. A pesar de su discapacidad sabe disfrutar las alegrías que la vida le puede dar, siente la música, disfruta el baile, los paseos, la fotografía y socializa con todos. Es romántica, familiar, afable, astuta y amigable.

Todos los sentidos juegan un rol importante en cada individuo. La audición es el vehículo a través del cual aprendemos a hablar y expresar nuestros pensamientos y consecuentemente recibir gran parte de la información necesaria para el aprendizaje. La persona sorda de nacimiento, no puede conocer el sonido del abecedario, ni la melodía de un instrumento musical o el rugir de un animal por mencionar algunos, y ello le impide instaurar el lenguaje. Cuando pierdes la audición en algún momento de la vida, pierdes el equilibrio físico y mental porque dejas de apoyarte en un sentido y solo queda el recuerdo en la memoria. Mientras que tener pérdida auditiva parcial es como escuchar una radio baja y en mala frecuencia. Pero, indudablemente esa pequeña audición es un apoyo para sustentar el camino del aprendizaje.

Las personas con discapacidad auditiva encuentran en sus similares refugio y respaldo. El entendimiento mutuo y la comprensión a sus dificultades y obstáculos ante la vida los obliga a asociarse para compartir gustos, experiencias y aspiraciones en un ambiente de aceptación e igualitarismo.

Vivimos en una sociedad en la que, a pesar de los avances científicos técnicos, la sensibilidad y el humanismo pleno no van a la par con ese desarrollo tecnológico. La comunidad sorda pese a los avances que en ese sentido se han logrado a través de organizaciones como la ANSOC, no tiene plena acogida en la sociedad. Con sus excepciones, el mundo oyente no tiene entre sus prioridades el conocimiento y practica de la lengua de señas, y ello impide la comunicación e intercambio entre el oyente y el no-oyente e incluso oportunidades de empleo y desarrollo profesional. Sigue existiendo una barrera que distingue y discrimina a este grupo poblacional que urge de comprensión e inclusión plena. 

Los que padecemos de discapacidad auditiva, además de los obstáculos que nos impone esta invalidez, en nuestra infancia sufrimos la burla y hasta el rechazo de otros niños y jóvenes. Incluso suelen atribuirnos una categoría de "retrasados mentales".  A menudo vivimos bajo prejuicios de ser incapaces de lograr propósitos de estudio y superación o somos objeto de lastima y segregación. Muchos pasamos vergüenzas por malentendidos o frases que responden a un déficit auditivo y que dan lugar a la risa de otros. El bullying es una constante que lleva a la depresión y el aislamiento social de estas personas.

Desde 1958, en el mes de septiembre, se celebra la Semana Internacional de las Personas Sordas. Su propósito es incentivar la inclusión de quienes padecen sordera crónica y déficit auditivo. Esta celebración procura estimular la sensibilidad  de todos y potenciar el interés en el aprendizaje de la lengua de señas de su país. Aunque existe un alfabeto universal, cada nación tiene su propio lenguaje de señas. No bastan las manos para comunicarse; los gestos del cuerpo y las expresiones forman parte de la gramática del lenguaje de señas. El último domingo de este mes, es el día elegido por la Federación Mundial de Personas Sordas (WFD) para conmemorar el Dia Internacional del Sordo.

Otros de los objetivos de esta conmemoración, es concientizar sobre la necesidad de detectar los trastornos auditivos en edades pediátricas. Según la OMS existen más de 360 millones de personas con algún tipo de problemas auditivos, 5 de cada 1000 niños nacen con sordera. Los orígenes y las causas son desconocidas y de ellos el 60% era previsible si se hubiese diagnosticado a tiempo. Sin embargo, las cifras solo siguen subiendo debido a la contaminación sonora y la exposición de los jóvenes al ruido y uso de audífonos.  Asimismo, los datos de la WFD afirman que solo 70 millones utilizan el Lenguaje de Señas. La mayoría recurren a leer los labios, si ya tienen instaurada la lectura, aunque esta práctica tampoco asegura la exactitud en la comprensión comunicativa.

La tecnología indudablemente ha facilitado la vida y superación de la comunidad sorda. La telefonía es un ejemplo de la contribución de la ciencia en esta noble tarea. Los mensajes de texto, la comunicación por WhatsApp, entre otras variantes permiten el intercambio y el dialogo de estas personas. Internet también ayuda facilitando la información, incluso incentivando la protección de los derechos de las personas con discapacidad auditiva.

En el campo de la salud muchos son los logros que han permitido superar la calidad de vida de los sordos e hipoacúsicos. Las prótesis auditivas de alta tecnología y el implante coclear son beneficios que han devuelto sonrisas, rompiendo las barreras del silencio.  

Sé vivir con mi discapacidad, incluso ahora en tiempos de pandemia donde la mascarilla me aísla aún más. Mi hermana también aprendió a convivir con la suya, con su propio lenguaje y comunicación. Nuestros ojos son nuestros oídos y nuestras manos nuestra lengua. Pero no somos especiales, es la sociedad la que nos hace especiales. Somos como cualquier persona, solo que sabemos escuchar el silencio.

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