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Cuando la memoria es ajena

El Alzheimer es la primera causa de discapacidad en los adultos mayores y la mayor contribuyente a la dependencia y sobrecarga en los cuidadores. Hasta la actualidad no tiene cura, y afecta no solo a quien la padece, sino a familiares

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Preocupa la COVID-19, no solo por el riesgo del contagio y las complicaciones que puedan surgir durante la enfermedad. Angustia cada vez más el cuadro posterior, las secuelas. En quienes padecían determinadas patologías antes, se incrementa la posibilidad de una evolución tórpida.

Investigaciones en Alemania, Estados Unidos y Francia revelan que se manifiestan problemas neurológicos y evidencias de deterioro cognitivo en alrededor del 36 por ciento de los casos, tanto en quienes padecían afecciones neurológicas preexistentes como aquellas que no las tenían.

Insomnio, delirios, confusión, depresión o ansiedad son algunos de los síntomas observados en pacientes que han estado hospitalizados o aislados en casa, y ello preocupa a la comunidad científica porque se relaciona con un mayor riesgo de desarrollar una demencia, como el Alzheimer.

Insisten los especialistas a nivel global en la necesidad de la detección precoz del desarrollo de esta dolencia, sobre todo, entre personas que han sufrido COVID-19.

En tal sentido, la especialista en Geriatría y Gerontología Niurka Cascudo refiere que esta afección, considerada la nueva epidemia del siglo XXI, tiene una prevalencia del síndrome demencial entre 6.4 y 10.2 por ciento en adultos mayores cubanos, aproximadamente 130 000 personas enfermas (el 1.1 por ciento de la población total), cifra que alcanzará 260 000 para el año 2030.

La también directora del Centro de Alzheimer y otros trastornos cognitivos, adscrito al Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud, señala que «es la primera causa de discapacidad en los adultos mayores y la mayor contribuyente a la dependencia y sobrecarga en los cuidadores. Hasta la actualidad no tiene cura, y afecta no solo a quien la padece, sino a familiares y cuidadores.

«¿Cómo cuidar al que cuida? Es importante destacar que los que brindan atención a las personas mayores dependientes, son los que mejor los conocen, pero pueden agotarse. Los cuidadores están sometidos al estrés de la pandemia y al de su rol, por eso es vital que se tomen horarios de descanso y que apliquen las medidas de protección como el uso del nasobuco, el lavado de las manos, evitar visitas innecesarias, entre otras, para proteger al enfermo, que la mayoría de las veces no colabora.

«Se recomienda además tener formas seguras no físicas (Teléfono) para estar en contacto con sus familiares o seres queridos, así como atender sus necesidades emocionales comunicándose con familiares y amigos, pero también con profesionales sanitarios que están ofreciendo soporte psicológico», señala.

Cascudo recomienda que, en función del familiar enfermo, se debe valorar los entornos no adecuados en relación con la presencia de ruidos, inadecuada iluminación, cambio de lugar, mobiliarios, entre otros, además de mantener horarios de rutina diaria. «Imprescindible evitar que el paciente haga siestas diurnas, y si se hacen, que sean breves».

Igualmente, subrayó la importancia de brindar líquidos en pequeñas cantidades, pero con frecuencia, para evitar la deshidratación. Insistimos en que no se modifique el ambiente habitual de vida conocido por la persona mayor.

Ratifica la doctora que es de difícil comprensión para el paciente con demencia avanzada la importancia de las medidas de protección ante la COVID-19, pero es necesario, sin tonos alarmistas, brindarle información elemental sobre la situación sanitaria.

«En la medida de lo posible, que el paciente realice acciones de autocuidado, que exprese sus sentimientos, que comparta actividades lúdicas con los demás y que no sienta aburrimiento o agotamiento, para evitar cuadros de depresión o, por el contrario, agitación o agresividad».

Si se observa agitación o agresividad

—Comunícate con el paciente de frente, evitando abordarle por el lateral (puede interpretarlo como amenaza o rivalidad).
—Háblale situándote a su altura, que no se sienta inferior.
—Mantén la calma.
—Premiar las acciones positivas con frases halagadoras.
—Prestar atención a su seguridad.
—No utilizar nunca las restricciones físicas (ej. amarrarlo), ya que generan agitación y agresividad.
—Considerar la posibilidad de colocar notas en el baño y en otros lugares de la casa, para recordarle que se lave las manos. En ocasiones el desinfectante de manos puede ser una alternativa rápida al lavado de manos.
—Disfruta de su compañía.

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