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Beatriz Márquez: Siempre sentí que Almeida escribía para mí

El deceso de Juan Almeida deja un vacío irreparable en la música cubana. Asegura La Musicalísima que seguirá defendiendo la obra del autor de La Lupe

Autor:

Aracelys Bedevia

Soñolienta y medio asustada Beatriz Márquez, La Musicalísima, como le decimos los cubanos, abrió la puerta de su casa la mañana de este sábado a Juventud Rebelde. Había pasado la madrugada grabando y no entendía el motivo de la inesperada visita. Al conocer por nosotros la noticia del deceso del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, nos pidió unos minutos y se sentó en una pequeña butaca.

«Él es una persona muy importante para todos los cubanos. Teníamos una relación de trabajo muy linda, que con los años se fue transformando en amistad», expresó.

Con infinito cariño  la artista que más ha cantado la obra de Almeida rememoró pasajes de sus encuentros con él. «Lo conocí en los inicios de mi carrera. Recuerdo que se acercó para mostrarme sus canciones. Quizá porque pensó que tenían que ver con mi estilo. Eso fue en Santiago de Cuba, creo que a finales de la década del 60. Nos sentamos al piano y empezó a tarareármelas.

«En Camagüey, en la zafra de 1970, tuvimos también varios encuentros para seguir trabajando. Surgió la idea de hacer un disco y logramos un éxito tremendo. Así fue como empecé a grabar Es soledad, Mejor concluir..., entre otras canciones suyas que son muy lindas y que forman parte de mi repertorio».

No puede Beatriz dejar de hacer silencios mientras intenta conversar del cubano cabal que combatió en la Sierra Maestra, con papelitos en los bolsillos donde guardaba canciones, y que en la noche de este 11 de septiembre se fue sin avisar.

Un fino velo se adueña de sus ojos. «Es un gran orgullo para mí que él haya pensado en mi voz para interpretar sus canciones. Siempre sentí que estaban hechas para que yo las cantara. Realmente me llegaron. Hice un recorrido por su obra bastante amplio».

Al respeto, admiración y afinidad musical que existía entre ambos y que luego devino en amistad se refirió también la destacada cantante, compositora y pianista: «Nunca olvidó mi cumpleaños. No solíamos vernos  muy seguido debido a sus ocupaciones. Pero cuando coincidíamos en algunas actividades adonde yo iba a cantar y a tocar el piano, él siempre tenía el detalle de acercarse a mí».

La partida del autor de la emblemática canción La Lupe, que acompañó a los expedicionarios del yate Granma y fue cantada luego en la Sierra Maestra por los compañeros de Almeida, deja un vacío irreparable en la música cubana.

«Ojalá lleguen a mí las otras canciones que seguro debe tener. En mis conciertos siempre canto algún tema suyo. (Escribió más de 300). Pienso que a partir de ahora será todavía más emocionante hacerlo, porque estaré recordándolo todo el tiempo. Pero mientras yo pueda seguiré defendiendo su obra.

«Almeida se mantuvo dándome sus canciones y demostró que es posible ser un luchador incansable, un ejemplo de revolucionario, y al mismo tiempo desarrollar una intensa obra como compositor. Amaba la música, era algo que le salía del alma. Fue un hombre con muchos valores y una sencillez extraordinaria».

Canciones

Es soledad

Mi nombre verdadero
al que me ha condenado este amor mío
es soledad, porque así vivo desde que te conocí.
Sola en la penumbra de la noche,
sola si hay radiante amanecer,
sola mi presencia en todas partes
a todos encubriendo mi querer.
Amándote y muriéndome en tu amor
que no es vivir, ya con razón.
Te ruego pongas fin como tú quieras
y que me muera si es por tu amor.

La Lupe

Ya me voy de tu tierra,
mexicana bonita,
bondadosa y gentil.
Y lo hago emocionado
como si en ella quedara
un pedazo de mí.
Ya me voy linda Lupe
y me llevo contigo
un rayito de luz
que me dieron tus ojos
virgen guadalupana
la tarde en que te vi.
Golondrina sin nido
era yo en el camino
cuando te conocí.
Tú me abriste tu pecho
con amor bien sentido
yo me anidé en ti.
Y ahora que me alejo
para el deber cumplir
que mi tierra me llama
a vencer o a morir
no me olvides Lupita
acuérdate de mí.

Mejor concluir

No me grites
que no hay por eso más razón en lo que dices.
No me grites
porque los celos han hecho blanco en ti
y te hacen daño.
Si no hay amor ni querer, ni dulzura ni bondad.
Y en eterno reproche viviré por lo que hice.
Merece que pongamos el punto ya final
y en este instante digámonos adiós
porque es mejor para los dos
ya para siempre.

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