Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una respuesta en voces jóvenes

Las nuevas generaciones destacaron entre quienes salieron a las calles a defender el derecho de perfeccionar nuestro sistema sin injerencia externa

Autores:

Roberto Díaz Martorell
Hugo García
Luis Raúl Vázquez Muñoz
Dorelys Canivell Canal
Laura Brunet Portela

Quien lee en las redes sociales y medios internacionales sobre lo ocurrido en Cuba este domingo, tal vez crea que aquí adentro se está acabando el mundo, y la Revolución, que lleva más de seis décadas enfrentando provocaciones y manipulaciones mediáticas, perdió la chaveta esta vez.

Hay hechos ciertos: en varias provincias hubo vidrieras rotas, insultos a las autoridades, ataques a ciudadanos que manifestaron su indignación por esa irresponsable conducta de horda que arriesga en plena pandemia la salud colectiva.

Pero hubo también una respuesta multitudinaria que los medios hostiles olvidaron filmar, o no acreditaron con responsabilidad, o sus representantes han sido parcos a la hora de describirla. Una respuesta que pasó del estupor al enojo, y del sentido de prudencia a la réplica en las calles, nuestras calles, para frenar a quienes apuestan por el caos para tensar la crisis, como si la ingratitud vociferante los inmunizara ante una posible mediación armada foránea, que de altruista tendrá solo el disfraz, como suele pasar en todo el planeta.

El joven pinareño José Alejandro Jiménez Ramos es parte de esa respuesta en defensa de la Revolución ante una minoría que no quiere entender el papel del bloqueo en la estrechez de la que todos —no solo los que hoy se dicen contrarios al «régimen»—, estamos hartos, pero muchos sabemos el verdadero origen y no nos dejamos confundir con cantos de maliciosas sirenas.

«¿Cómo se atreven a decir que necesitamos una intervención humanitaria, si en 16 meses hemos sabido enfrentar la pandemia como pocos, con cifras de mortalidad muy inferiores al resto del mundo?», reflexionó este estudiante de tercer año de Medicina ante artistas, trabajadores y estudiantes que se dieron cita en la principal arteria de la ciudad de Pinar del Río para alzar su voz en rechazo a las acciones perturbadoras de la paz dominical.

También en Isla de la Juventud jóvenes de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media salieron a velar por sus sueños y los de sus familias y amigos, que algunos individuos pagados por el imperio pretenden escamotearles.

«Los pineros y la juventud cubana debemos salir a defender a la Revolución para no regresar nunca al ayer, porque la historia no se puede olvidar», dijo a este diario Luis Alberto Bonet Maceo. «Nuestra realidad hoy es muy distinta a la que existía antes de 1959. Si ponemos en una balanza todo lo que se ha podido alcanzar en materia de educación,  salud y derechos humanos, son razones muy fuertes las que nos convocan», recalcó, y catalogó de irresponsables a quienes iniciaron esta confrontación: «Salir a las calles a delinquir, amenazar y agredir solo demuestra la calaña de sus organizadores».

Como heredero de los principios de este proceso social, reconoce que hay muchas cosas por hacer, «pero las tenemos que hacer nosotros los jóvenes, desde adentro, siempre pensando que es un asunto de Patria o Muerte, con el legado de Fidel, la impronta de Raúl y la guía de Díaz-Canel».

Defender a Cuba

Los avileños Ángel Alberto, Elizabeth y Yulianky volverán a enfrentar a quienes intenten robar la paz de su ciudad. Foto: Luis Raúl Vázquez.

«Hay que guapear —dice Ángel Alberto Álvarez Curbelo, mientras avanza cojeando por el portal del Gobierno municipal de Ciego de Ávila—. Hay que aguantar el dolor, esto ahorita pasa».

A unos metros de él, Elizabeth López Caballero, una rubia de ojos claros y con doble mascarilla en el rostro, lo observa caminar hacia la moto que lo llevará a su casa. Ella también, en su tobillo derecho, lleva la marca de una pedrada.

«Yo no sé cómo llegó a mí —contó a JR—. Lo único que sé es que noté unas armas delante, no sé si eran cuchillos o navajas. Entonces vi llegar de pronto la piedra, dando saltos sobre el pavimento, hasta que me golpeó el tobillo y empecé a soltar sangre».

Ambos son funcionarios del Comité Municipal de la Unión de Jóvenes Comunistas, y junto a Yulianky Godínez García, el secretario saliente, acudieron el 11 de julio al conocer del grupo de personas que lanzaban piedras y frases contrarrevolucionarias en el centro de la ciudad.

Cuentan que los enfrentamientos subieron de nivel en la esquina de la calle Independencia y el parque Martí, para luego ceder al avance de una marcha revolucionaria a lo largo de las calles Marcial Gómez, Maceo y Honorato del Castillo.

«Es algo que nos ha marcado mucho —dice Yulianky—. En nuestros años de vida, nunca habíamos visto algo así. Fue chocante, porque muchos de esos contrarrevolucionarios eran jóvenes; pero una gran mayoría de quienes los enfrentamos también».

Laidel Castillo Reyes, estudiante de quinto año de Derecho, estuvo en la primera concentración de respuesta en el parque Martí y luego partió, enarbolando una bandera de la FEU, como parte de la marcha que respondería a un nuevo intento vil de avanzar públicamente.

«Yo creo que lo ocurrido debe servir para estremecernos y para hacer mejor las cosas; pero una cosa es tener insatisfacciones y otra muy distinta prestarse para agredir a personas inocentes y cumplir planes que contribuyan a una agresión contra el país. Eso no se puede permitir», insistió.

Estos jóvenes coinciden en la necesidad de organizar mejor los servicios, criticar la burocracia y llegar más a los barrios vulnerables, pues esos muchachos que los desafiaron se ve que pertenecen a grupos familiares muy afectados por la actual situación: «Pese a que se pusieron hoy en contra de la Revolución, hay que atenderlos; porque las posiciones verdaderamente revolucionarias siempre han sido de firmeza, pero, a la vez, de humanismo», remarca Yulianky.

Elizabeth enfatiza: «Mientras sentía las piedras alrededor yo tenía en la mente a Fidel y los jóvenes del Moncada. No sé porqué… esa imagen era la que tenía en la cabeza». Yulianky, a su lado, encoge los hombros y dice: «Profe, lo único que hicimos fue sencillamente defender a Cuba».

Cámara firme

Ariel Aymé Gómez, periodista de 33 años, fue testigo de los sucesos del domingo en Cárdenas, cuando varios grupos se fueron congregando frente a la sede del comité municipal del Partido y fue subiendo el nivel de violencia.

Junto al camarógrafo José Antonio Estrada Fuentes y la productora Marialy Pulido Der, vivió en detalles los gritos, las agresiones, el asalto a las cinco tiendas: «En un momento hubo cierto temor, cuando empezaron a volcar los autos, pues estábamos muy cerca, pero seguimos. Después vimos a una delegada de circunscripción que fue herida y nos decía que la filmáramos para que se supiera».

Luego de comenzar a publicar lo que sucedía en Cárdenas, sufrió amenazas desde un perfil falso de Facebook: «Cuando hice las primeras publicaciones me escribieron que si seguía defendiendo a la Revolución iba a tener problemas», recuerda el joven director del telecentro TeleBandera.

Pero este equipo también presenció la respuesta inmediata del pueblo revolucionario, que obligó a los maleantes a replegarse hacia el litoral donde esperaban ser «recogidos por lanchas», y participaron también de la convocatoria del lunes, en la que habló Elián González a nombre de su generación. 

«Hubo temor, pero la profesión está primero. Teníamos que atestiguar lo que estaba sucediendo, y por supuesto con la mayor tranquilidad posible, porque había muchas personas violentas, y aunque uno hubiera querido manifestar otra posición o tratar de explicarles, tampoco era el contexto», reitera este joven que captó la evidencia gráfica de la conducta comedida de las fuerzas policiales y del pueblo, enardecido, pero no desbocado.

Respetar los símbolos

El pueblo pinareño se adueñó de las calles. Foto: Rafael Fernández Rosell.

En el mismo escenario de la fundación de la ciudad y del levantamiento popular armado del 5 de septiembre de 1957; en la misma plaza de constante reafirmación revolucionaria, un grupo de ciudadanos intentó perturbar la tranquilidad de la Perla del Sur, aunque en menor magnitud que en otros lugares de la geografía nacional.

Eran reclamos endulzados por una supuesta necesidad de intervención humanitaria, que no significa otra cosa que injerencia, como dejara bien claro Maridé Fernández López, primera Secretaria del Partido en Cienfuegos.

Pero la respuesta fue inmediata, rotunda, contundente: cientos de cienfuegueros se concentraron en el Parque Martí y hablaron en nombre de quienes no podían abandonar sus puestos, principalmente por enfrentar la pandemia.

«Cuando usted ve la calidad de las personas que provocaron el incidente, se da cuenta que no representan al pueblo de Cuba. Son elementos inescrupulosos, que no trabajan. El verdadero pueblo estaba en las casas, tranquilo, seguro», ponderó una doctora del Hospital Provincial Gustavo Aldereguía Lima.

Y ese pueblo está alerta a través de sus organizaciones de masas, reforzando la guardia cederista, pues mientras toda Cuba da una réplica digna a tales actos de provocación y  vandalismo, en las redes se intensifican campañas que pretenden incluso resignificar símbolos históricos y apropiárselos como estandartes de los lamentables hechos cizañados desde el exterior.

Pero «Cuba no tiene precio, su valor es simbólico, y cuando algo se convierte en símbolo deja de ser negociable», resumía este lunes el escritor vueltabajero Nelson Simón, en rechazo a esas campañas gestadas contra nuestro sistema.

«Cuba, desde esa singularidad que ofrece al Caribe, a Las Américas y al mundo, es necesaria, porque sigue siendo la posibilidad real de una utopía, de que otro orden es posible. Cuba es una luz para esas mayorías desprotegidas, y nuestros enemigos no cejarán en esfuerzo y acciones para apagarla».

El intelectual agregó que Cuba ha tenido que aprender a resistir y tendrá que seguir haciéndolo: «Hoy estar con Cuba es estar con la Patria y la Revolución; y exige disciplina, confianza, unidad y amor». Por eso alinea su voz con la juventud inquieta, pero leal, para pedir que se levanten todas las sanciones que pesan sobre nuestro país: «En igualdad de condiciones, el mundo podrá ver de lo que somos capaces los cubanos», vaticinó.

Un eco en la multitud

Por Haydée León Moya

Estoy en lo alto del portal de una casa donde no conozco a nadie. Tampoco ninguno de los que ya estaban allí parecía conocerse entre sí.

Pasadas las cuatro de la tarde del domingo último, fui a parar a la intercepción de la Avenida Camilo Cienfuegos y la calle Carlos Manuel, porque, al decir de mis vecinos, algo parecido a lo ocurrido en la occidental localidad de San Antonio de los Baños estaba por suceder en esta ciudad del oriente del país.

«¿Usted es de Patria y vida o qué?», me dice en forma retadora un jovencito que pretendió despejar el portal de su casa, justo donde estábamos ya una docena de personas, móvil en mano.

«No, soy periodista, ¿y tú?», respondo.

«¡De Patria o muerte, señora! Me llamo Osmay y estudio ingeniería Hidráulica en la Universidad, así que si quiere vamos conmigo hasta Carlos Manuel y el dos Sur, donde dicen que se van a concentrar toda esa gente en son de protesta».

Y me uno al muchacho en una marcha atropellada de cientos de personas, sin consignas ni lemas. Solo escucho alrededor el murmullo de muchas voces, cuyo contenido no logro identificar.

Frente a una multitud que avanza en sentido contrario, mi joven acompañante se me escapa. Minutos después lo veo, e identifico como suya la primera voz que se alza entre ambos grupos ya fundidos: «¡Yo soy Fidel! ¡Viva la Revolución!», a cuyo clamor se unen muchas otras voces, salidas de aquella multitud, ahora sí definida en sus propósitos comunes.

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