Miguel Moreno (La Llave), con toda razón fue escogido como el mejor humorista del año. Lo acompañan a la derecha Eider Pérez, director del Centro Promotor del Humor, y el reconocido humorista Michel Pentón Autor: JAPE Publicado: 09/07/2025 | 04:46 pm
Aquelarre también es Cuba. No se trata de un slogan, ni una campaña chovinista a las que a veces recurren nuestros medios de comunicación. No acostumbro a hacerlo. Solo trato de encerrar en una frase lo que a mi entender fue el recién clausurado Festival Nacional de Humor Aquelarre 2025, en su 29na. edición. Y por si alguien está apurado y no tiene tiempo de leer todo el artículo, puedo resumirlo en breves palabras: ¡Había que hacerlo, y se hizo!
Desde el comienzo tuvimos la incertidumbre de que se pudiera realizar esta edición del tan esperado encuentro de los humoristas cubanos conocido por Aquelarre. Digo tuvimos porque me siento parte indisoluble de ese Centro Promotor del Humor (CPH) que hace más de 30 años fundamos un importante grupo de jóvenes humoristas de toda la Isla, encabezados por el reconocido actor Osvaldo Doimeadiós y apoyados por algunos directivos de cultura, entre ellos el ministro Armando Hart; y con no pocos detractores.
Esta singular «fiesta de brujas», se fue convirtiendo en uno de los eventos de mayor popularidad de todos los convocados a lo largo del año en el país. Atravesando por tiempos peores y menos peores, también tuvimos memorables encuentros que duraban hasta 15 días. Involucraba a muchas salas teatrales de la capital, y se expandía por disímiles espacios como café-teatros, galerías, comunidades rurales, centros culturales, academias de arte y clubes nocturnos… Era una increíble acción artística comparable a los Festivales de Cine Latinoamericano de La Habana, también en sus mejores momentos.
Esta edición puede hacer sido de las menos notable, la más austera quizás, sin marcados índices de público en los teatros y poca diversidad en escena, pero volvimos a reír a mandíbula batiente, como decía mi abuelo cuando se refería a algo muy divertido. Y pude constatar que, sin llegar a abarrotar los pasillos, ni romper puertas de cristal (como solía pasar antaño), el público acudió a los teatros y nuevamente se creó esa eterna complicidad entre el actor y «el respetable», que en Cuba alcanza niveles especiales porque nadie vive ajeno a los problemas políticos, económicos y sociales que nos golpean y forman parte del mundo, con algunas aristas muy autóctonas.
Cuando digo nadie me refiero sobre todo a quienes tuvieron que luchar con las adversidades del transporte, los costos y hasta del clima, para asistir a las diferentes puestas y al reconocido evento teórico ¿Piensas ya en el humor?, que tuvo lugar en la Sala Villena de la Uneac, en horarios de la mañana como un necesario espacio de intercambio, opinión y pensamiento.
Aquelarre vuelve a mostrar un amplio diapasón del trabajo que nuestros humoristas están realizando a pesar de la irreparable ausencia de los colegas de otras provincias, que como bien es sabido le aportan un gran nivel al evento. No obstante, y quizás porque ya muchos pernoctan en la capital, en escena pudimos disfrutar de una muy alentadora mezcla de jóvenes con legendarios grupos y figuras.
Sería injusto no destacar el loable papel de los diferentes proyectos que desde sus espacios físicos y en las redes sociales han sostenido y desarrollado la labor de muchos de estos actores como es el caso de La risa por delante, en su sede en La Nave Oficio de Isla, o Malas compañías, desde su espacio en Internet. También considero importante que el Teatro Karl Marx, desde su reapertura, haya servido de «cuartel general» a los diferentes espectáculos realizados por el CPH en los últimos meses. Sin estas variantes y otras alternativas de emprendedores particulares, el humor cubano y sus propuestas se hubieran asfixiado sin discusión alguna.
Aquelarre nos muestra lo que tiene, que no es poco, sin embargo, contrasta con la presencia del humor en nuestros medios de comunicación que han visto reducirse la entrega humorística a solo un día en la semana, a un alto costo productivo y de sacrificio humano del cual soy juez y parte. Por eso digo que Aquelarre también es Cuba. Es el reflejo de un momento de profunda crisis, en el que no muchos están dispuestos (con todo su derecho) a dar el máximo porque ya existen sobradas diferencias. Pero, había que hacer Aquelarre y se hizo como un regalo a ese pueblo que gusta de reír, que necesita reír. Porque si suspendemos hoy, quizás para mañana sea tarde, como dice la canción.
Ha sido un singular esfuerzo del CPH, del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, del Ministerio de Cultura y de muchos corazones anónimos que como dicen los peloteros, dejaron la piel en el terreno. Estoy claro, y lo digo con toda convicción: esta no puede ser la normalidad, ni la fórmula. Reír no puede causarnos tantas tristezas.
Por eso, y en merecido homenaje a quienes más apostaron por la risa, el consejo artístico del CPH entregó varios premios en la clausura: Mejor humorista del año: Miguel Moreno (La llave); Mejor humorista novel: Alejandro Phillips; Mejor grupo humorístico: Grupo Etcétera; así como Mejor espectáculo del año: El juicio final, dirigido por Osvaldo Doimeadiós y escrito por Miguel Moreno; y menciones para mejor espectáculo del año a Malas compañías, de Otto Ortiz, el dúo Punto y coma, y el Habanero; y a Se fue viral, del grupo Etcétera.
Aquelarre cerró las cortinas de su convocatoria 29, de 2025, con un merecido aplauso del público asistente a la sala del teatro Karl Marx. Encomio al que me sumo por la valiente actitud de no cejar antes miles de dificultades, por no dejar que también comencemos a extrañar la risa.