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Corrientes para el diálogo en la península coreana

Tras una primera mitad del año muy tensa, la reunión en Seúl entre el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, y altos funcionarios de la República Popular Democrática de Corea es considerada una señal de buenos augurios

Autor:

Nyliam Vázquez García

Los hechos de las últimas semanas revelan un acercamiento entre las dos Coreas. Tras una primera mitad del año muy tensa, la reunión en Seúl entre el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, y altos funcionarios de la República Popular Democrática de Corea es considerada una señal de buenos augurios. Los resultados están por concretarse, pero el inicio del diálogo ya es un paso importante en medio de las muchas fricciones acumuladas.

Este fue el primer encuentro de alto nivel entre representantes de los dos países desde que el actual presidente asumiera el poder en febrero de 2008. Según confirman los medios de prensa, ocurrió poco antes del funeral de Kim Dae-jung, el ex mandatario sudcoreano, a quien le otorgaron el premio Nobel de la Paz en 2000 por sus esfuerzos para promover la reconciliación entre ambos países. Durante las conversaciones se expusieron las diferentes posiciones y se instó a mejorar la cooperación entre estas naciones, separadas desde el final de la guerra en la península (1950-1953).

Kim Ki-nam, secretario del Comité Central del Partido de los Trabajadores y jefe de la misión norcoreana, poco antes de abandonar el territorio vecino aseguró que todo había ido bien. Por su parte, el gobernante sudcoreano transmitió a la máxima dirección de Corea del Norte que no existe ningún tema que no se pueda resolver si se habla con sinceridad, según un portavoz presidencial. El «deshielo», como ha calificado la prensa los últimos acontecimientos, seguro es una muy buena noticia para los habitantes de esas tierras, quienes a fin de cuentas viven separados por una frontera artificial desde hace poco más de medio siglo.

Como parte de las buenas nuevas, Seúl y Pyongyang también iniciaron este miércoles la primera cumbre bilateral en dos años, para conseguir que los familiares separados por la frontera puedan reunirse de nuevo. Con esta iniciativa, interrumpida con la llegada del nuevo Presidente sudcoreano, unas 16 000 personas pudieron reencontrarse con sus familias. Lamentablemente, este sensible apartado ha sido blanco de acusaciones mutuas y de recelos sobre la disposición de las partes para aliviar el drama de cientos de familias.

Aunque los hielos tienden a derretirse no será muy rápido. Habrá que seguir muy de cerca el lanzamiento de un cohete espacial por parte de Seúl, porque lógicamente este ha levantado ronchas en Corea del Norte. El primer y fracasado intento de esta empresa, azuzó las suspicacias entre los enemistados vecinos. Por otra parte, Pyongyang recibió sanciones de la ONU y se enfrentó a la ira de Occidente por el lanzamiento de un artefacto similar. Claro está, ya ha expresado que se mantendrá vigilante sobre la reacción internacional con Seúl y ha denunciado el doble rasero que suelen usar los poderosos para este asunto y otros. Comoquiera, esperemos que el anunciado desencuentro no empañe, limite, o genere nuevos obstáculos para el nuevo acercamiento en la península coreana.

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